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Los tres ámbitos fundamentales de la dominación

Así que hemos dicho que uno puede ser dominado de forma burocrática, tradicional y carismática, y que puede acomodarse a la dominación mediante regresión, colonización, conversión y desafío (1). Todo ello está entrelazado y da montones de formas de dominio y sumisión. Además, la dominación se lleva a cabo en un ámbito concreto. Por ejemplo, el ejército, un convento, un sindicato, una iglesia… Y se organiza por dualidades: oficiales y soldados; curas y fieles; militantes y afiliados…  Ahora bien, uno puede escapar de esos ámbitos de dominación, simplemente saliendo de ellos. Un soldado deja de estar dominado por sus superiores, cuando se licencia. Un fiel puede cambiar de religión o volverse ateo, si consigue superar las terribles coacciones. Incluso la dominación por la edad, de adultos sobre menores, acaba o se modifica con el tiempo, y el que ayer estaba dominado, adquiere independencia y puede dominar.

Existen –por tanto– muchos ámbitos de dominación en nuestra sociedad, que se llevan a cabo con independencia del carácter personal que tenga cada cual. Y dentro de ellos, hay tres que según Isidoro Moreno, son básicos, y que son: la etnia, el género y la clase social.

El eximio, egregio y ejemplar profesor, llegó a esta conclusión en los años 90 del pasado siglo, llegando a manifestar que esos tres ámbitos, (género, clase y etnia), forman el núcleo íntimo de nuestro ser, lo que es cada cual y lo que finalmente forma la identidad del colectivo. No me corresponde a mí explicar los vericuetos de la Matriz Identitaria, ya que yo del 90% de lo que leo no entiendo ni el pijo (y el 10% que resta se me olvida). Pero la aplicación técnica del concepto de Moreno para lo que hablo es esta: en el género, en la clase, y en la etnia, se lleva a cabo la dominación. La dominación de clase social (trabajadores y empresarios), la étnica (nacionales y extranjeros, negros y blancos, musulmanes y cristianos…), y la de género (hombres y mujeres). En todas estas formas de dominación por parejas opuestas, un grupo se aprovecha de otro grupo al que dirige en su propio beneficio. Y todas se mezclan con diferente potencia, así que si alguien se toma la molestia de echar la cuenta de formas de dominar, posibilidades de acomodo a la dominación, y ámbitos en los que se domina… La respuesta es que matemáticamente, si somos muy sutiles, la dominación, es infinita. Pero como la sutilidad no es lo mío, y Foucault murió tiempo ha, y Bourdieu hace no tanto, me conformo con decir que «hay unas cuantas».

Todas las dominaciones cobran cuerpo, viven en una persona, mediante etiquetas. Las etiquetas son duales, en una cara llevan una marca, y en la otra la opuesta. Y la nota se escribe en forma de positivo y negativo: Alto y bajo; recto y torcido; débil, fuerte; intuitivo y racional; naturaleza y sociedad. Cuando naces, ya te están colgando etiquetas: niño y niña; culto o inculto; pobre o rico; nacional o extranjero. Y cada etiqueta tiene además la lista de cualidades que describen el comportamiento esperado. Si eres niño, eres valiente, audaz, agresivo, espabilado, proveedor, protector, fuerte, visible, activo, noble, honorable… Y por consecuencia con respecto a su opuesto, está arriba, conquista, se apropia, posee. Se establece una jerarquía, que atribuye al opuesto, la niña, virtud, recato, discreción, cuidado, invisibilidad, contención, virginidad, vulnerabilidad, pasividad, astucia y maldad. Y por tanto, está abajo, y es objeto de conquista y de deseo, y un pozo de artimañas. Todo esto se justifica con sociodicea. Menciono esta palabra para demostrar que sé muchas cosas y que a ratos soy una persona culta (ejerzo la dominación del conocimiento con la wifi del vecino). La sociodicea es un concepto (de Bourdieu me parece) que describe el discurso institucional y generalizado que justifica la dominación. Es un discurso que explica –de cara a mantener el orden vigente–, las posiciones de poder y privilegio de los contendientes. Por ejemplo, la sociodicea más evidente de nuestra cultura en lo que respecta a mujeres y hombres, es el mito de Eva, por antonomasia la mujer metepatas, el putón que engaña al buenazo de Adán, la lagarta que nos condena a los hombres al ámbito del trabajo sudoroso y penoso, y a las mujeres al rollo abominable del parto y la crianza. Esto daría para hablar largo rato, explicar que los hombres, todos, se benefician de ese bodrio es complicado, pero de momento va que arde, que se pone uno a escribir, y es que no para.

Si eres una gitana, pobre, extranjera, anciana, que no viaja para hacer turismo y ver la Sagrada Familia… Vieja, como no domines al gato…

Acratosaurio rex
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NOTA
(1) Estoy aprovechando para escribir de teoría, ya que en la tele no dejan de hablar de la mierda de las terceras elecciones. El anterior articulo sobre dominación, por si alguien tiene insomnio y quiere dormir sin ir al siquiatra, está en http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/36903

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