Tengo un amigo que, a propósito de no me acuerdo muy bien qué información proveniente de aquel podcast de La Base, hoy reconvertido en canal audiovisual, me recriminó escuchar a Pablo Iglesias, ya que considera que es lo mismo que dar algo de crédito a nada menos que el inefable e inicuo (y algún que otro apelativo con el prefijo ‘in’) Federico Jiménez Losantos. Bien, mi lúcida línea de argumentación, para refutar dicha aseveración, comienza por espetar con energía que no se trata, tanto, de lo que leas, escuches o consumas, sino del pensamiento crítico, profundización y sesudas reflexiones, como es mi caso, que apliques a lo recibido. Que gran parte del vulgo reciba de manera acrítica la información, queriendo confirmar ya sus prejuicios más elementales junto una perezosa y deshonesta actitud de no contrastar lo más mínimo, no me responsabiliza a mí de querer echar un vistazo a según qué medios de manera permanentemente crítica. De hecho, y aunque es cierto que tampoco hay que perder gran parte de nuestro preciado tiempo en según qué cosas, considero que es bueno poner el ojo en el (lamentable) panorama mediático actual con el objetivo, precisamente, de denunciar una situación y tratar de presentar algún acercamiento a esto tan confuso y abstracto que es la ‘verdad’. Bien es cierto que no poseemos la capacidad infinita de profundizar en todas y cada una de las informaciones recibidas, por lo que hay tirar no pocas veces de los llamados atajos cognitivos, pero bueno es ser consciente de ello sea cual sea el medio de que hablemos y, si es necesario, suspender el juicio (que no es lo mismo que equiparar cualquier basura informativa).
Otro factor en cuenta a la hora de atender a nuestra fuente de información es el grado de honestidad de la misma. De esa manera, por ejemplo, lo de Jiménez Losantos es tan grotesco que, efectivamente, cuesta creer que haya algún homo sapiens que pueda dar algo de crédito a semejante elemento. Sí, el tipo es listo, tiene verborrea, agilidad mental y tablas de todo tipo, pero resulta un ejemplo claro de alguien nutrido crematísticamente por una opción política muy concreta con el afán de exacerbar ese infantil maniqueísmo a nivel mediático. De acuerdo, la izquierda parlamentaria que tenemos, en este inefable país, junto a sus medios afines, no ayudan demasiado a anular a payasos como Losantos; dicho sea lo de ‘payaso» con respeto a tan noble profesión, ya que me refiero sencillamente a un actor circense y pretendidamente humorístico llevado en esta ocasión al campo mediático. Sigamos personalizando ciertos medios, lo cual tampoco es del todo justo, y tratemos de cuestionarnos si Pablo Iglesias, efectivamente, es comparable periodísticamente al (denominado) pequeño talibán de las ondas. En primer lugar, hay que tener en cuenta que el exvice del gobierno lo ha tenido relativamente fácil para crear un medio que saque a flote, al menos en parte, la podredumbre informativa de este indescriptible Reino de España, para evidenciar que derecha y ultraderecha son cosas muy parecidas y para, al menos en parte, criticar al PSOE tirando, también, de cierto maniqueísmo (¡cómo me gusta esta palabra y qué culto me hace!). Insisto, apliquemos el pensamiento crítico a todas y cada una de las cosas que consumamos, teniendo también en cuenta la incapacidad para verificar el grado de autenticidad en ocasiones, por lo que lo más sensato es no elaborar un juicio definitivo y no buscar la inmediatez informativa (para olvidar al poco tiempo, uno de los males de la sociedad posmoderna).
No sé si Losantos e Iglesias son demasiado equiparables, y tampoco creo que sea importante ni demasiado riguroso plantearse esa comparación a nivel informativo, ya que son cosas demasiado diferentes y demasiado enfrentadas. Al parecer, el propio Losantos, un hombre que vive, entre otras cosas, del anticomunismo más burdo, le espetó una vez al propio Iglesias algo así como «¡Me recuerdas a mí cuando era tonto!». Recordaremos para la ocasión el pasado comunista, creo que maoísta para ser más exactos, de un Losantos exento de estatura moral, capaz de ridiculizarse a sí mismo con tal de defenestrar al otro. Vayamos ahora con, no con figuras estelares mediáticas, sino con el equipo de profesionales que puede haber detrás de una información. Es cierto que esos periodistas tienen en gran medidad que estar subordinados a una estructura jerárquica, junto a unos determinados intereses, pero precisamente es otro factor a tener en cuenta a la hora de juzgar la honestidad o no de un medio. Tengo claro que esRadio o Libertad Digital no me interesan lo más mínimo; no tanto por ser representantes de una derecha inicua con la que no comparto nada, como por estar claramente untados por intereses políticos y dar una información de lo más burda. ¿Puede ser más interesante lo que proviene de La Base? Al margen de lo que pensemos del ególatra y ladino Iglesias, y de la fuerza política de Podemos, con la que obviamente tampoco coincido en absoluto, puedo encontrar (alguna) información interesante a tener en cuenta en según qué medios. Insisto, teniendo en cuenta todo los intereses, económicos de otro tipo, que puedan estar detrás. Como creo haber dicho en otras ocasiones, me gusta leer y escuchar opiniones ajenas, muy diferentes a las mías (por muy lúcidas y lucidas que sean la mayor parte de las veces) y el pensamiento crítico, en cualquier caso, insistiré hasta el hastío, resulta primordial en todos los casos (incluso, en la lectura de esta inapreciable pieza literaria).
Yo pienso en Princesas…
Me imagino la moneda de euro con la cara de Una Reina y me imagino como se llamará el próximo premio «Princesa de Asturias».
Qué quede claro que si algo sé de La Vida es que no Todo El Mundo tiene las mismas oportunidades y… ¡claro! Yo, aquí como narrador, puedo ser el mismísimo Spiderman.
Hombres araña o no, me da felicidad pensar que ciertas alternativas… ¿Sabéis que han defendido a Fraguas en la radio pública?
Siempre me quedo dormido…
Un saludo: un cordial Ser Dormido.