Jean Meslier:
Memoria contra la religión
Laetoli, Pamplona 2011. 721 páginas
Hay quien ha definido al cura Meslier como el padre del ateísmo. En cualquier caso, con seguridad que fue un tipo especial con una obra tremendamente original y muy reivindicable. Poco después de su muerte, fue encontrado un manuscrito dirigido a sus antiguos feligreses, en el cual hacía gala de un materialismo y un ateísmo radicales. Esta voluminosa obra fue empezada cuando Meslier contaba ya 60 años, escrita pacientemente y con gran esfuerzo por las noches y a la luz de las velas, de la cual acabaría haciendo dos copias, también en las mismas condiciones. Dos o tres años después de acabar el libro, Meslier fallece y fue su sucesor en la parroquia de Étrepigny el que encuentra el manuscrito junto un par de cartas. En la primera de ellas, dirigida a su sucesor, le ruega que sea benévolo con la obra que ha legado a la posteridad. La otra carta, algo más extensa, tiene como destinatario al cura de la parroquia vecina, al cual pide que no pierda su obra y que sirva para enseñar a las personas a las que ellos como sacerdotes suelen dirigirse. Muy pronto, se suceden los rumores provocados por aquellas primeras personas que leen la obra, y a pesar del escándalo provocado, la obra se mantiene y acaba siendo distribuida poco a poco por todo el mundo. La propia historia de la difusión de la Memoria de Meslier es ya de por sí peculiar, ya que acaba cayendo en manos de Voltaire, el cual la resume y publica para darla a conocer. Sin embargo, la síntesis que realiza Voltaire es digna de reprobación, ya que desaparece la hondura de la obra, permaneciendo solo su parte atea y anticlerical, y eliminando toda referencia al materialismo y al igualitarismo. Hay que comprender que la feroz diatriba que Meslier lanza contra la religión resulta incompleta sin la crítica hacia la injusticia y la desigualdad.
La critica a la moral cristiana, y religiosa en general, conduce a Meslier como a toda persona lúcida y honesta a la crítica política. La obra que difunde Voltaire llevó el título de Testamento del cura Meslier, y en ella se obvió gran parte de la crítica social y del contenido filosófico, aunque tuviera una gran distribución. Si reducimos la obra a un ataque furibundo al clero, olvidamos que Meslier fue una personalidad extraordinaria que apostó por un materialismo ateo, en una época en que se imponía el deísmo (del cual Voltaire es un claro exponente), y por una república libre e igualitaria (hay quien definió a Meslier como anarquista, lo cual resulta muy significativo en un tiempo en que las ideas libertarias modernas no habían nacido). Por lo tanto, el anticlericalismo solo es un parte de una visión radical mucho más amplia. Hay quien observa la intención de Voltaire de manera benevolente, ya que deseaba por encima de todo desterrar a la religión, lo cual abría las puertas a un mundo nuevo. Visto hoy, no sabemos si es posible justificar la «traición» de Voltaire; en cualquier caso, lo más importante es la reivindicación del pensamiento radical, y muy avanzado para su tiempo, de Meslier. En 1791, Holbach publica un resumen de una obra suya, llamada Sistema de la naturaleza, con el título de Le bon sens du curé Meslier (El sentido común del cura Meslier), la cual se convierte junto al compendio de Voltaire en las dos grandes referencias que legan un Meslier simplemente ateo y materialista, bien acogido por una nueva época, pero sin las importantes referencias sociales y filosóficas. No es hasta finales del siglo XIX cuando comenzará a editarse la obra completa de Meslier, aunque siempre teniendo más peso y mejor suerte la difusión del Testamento de Voltaire.
Hace pocos años, yendo ya por su segunda edición, Editorial Laetoli ha publicado en castellano la obra completa de Meslier, con el título de Memoria contra la religión. No olvidemos que fue escrita cuando el autor estaba al borde la muerte, lo cual le confiere seguramente una mayor honestidad, tanto en su negación de las supersticiones religiosas, como en su denuncia de lo que considera los males de la sociedad. Hay que ver la obra también como una confesión, teniendo en cuenta que Meslier se pasó gran parte de su vida predicando lo que él mismo sabía que eran falsedades. Aunque se dan en la obra, lo de menos son las explicaciones sobre por qué fue incapaz de romper antes con todo, y tal vez si se hubiera dado el caso su obra legada no tendría un valor tan enorme para edificar un mundo nuevo. Poco se sabe, en cualquier caso, de la vida del cura Meslier, más allá de un par de anécdotas sobre conflictos con los altos poderes eclesiásticos, y hay que quedarse con estas palabras escritas al final de su obra: «Puedo decir que nunca he perpretado un crimen ni he cometido una mala acción. Desafío a cualquiera, ahora mismo, a que pueda hacerme un reproche justamente y con motivo. Por lo cual, si me tratan injuriosa e indignamente y me persiguen y me calumnian una vez muerto, será simplemente porque he cometido un solo crimen, el de haber dicho ingenuamente la verdad. No otra cosa he hecho a lo largo de este escrito, a fin de poner a vuestro disposición, a la vuestra y a la de vuestro semejantes, un medio que os pueda ayudar a desengañaros y os pueda servir para que podáis poneros de acuerdo entre vosotros, si así lo queréis, a fin de sustraeros y libraros de todos esos errores detestables y de todos esos detestables abusos y supersticiones en los que os halláis inmersos».
Capi Vidal