Estos días se está viendo una explosión de indignación, por la puesta en libertad provisional, de cinco criminales. Miles de mujeres se han echado a la calle para protestar, y las organizaciones sociales y sindicales apoyan estas luchas, y claman: ¿Por qué esos cinco cabestros pueden pasear libres y no cumplen su sentencia?
La respuesta es la siguiente: Primero, los jueces optaron por la visión más benévola de una serie de hechos que están bien documentados. Cinco hombres fuertes, cogieron con nocturnidad y alevosía, a una chica de dieciocho años, que estaba sola y vulnerable, la drogaron y dejaron en estado de shock, aprovechando número y fuerza que les daba impunidad, la metieron en un portal, la forzaron de forma sucesiva, le robaron el teléfono, la abandonaron destrozada física y moralmente, y siguieron con la fiesta. Los jueces decidieron que eso eran abusos, para contentar al del voto particular, que escribió más de 200 folios afirmando que el sexo fue consentido y placentero. No, no está loco. Es que piensa realmente eso.
Cuando tras la sentencia se echó la muchedumbre a la calle a ponerlos a parir, las asociaciones de jueces hicieron piña para apoyar al tragavirotes del voto particular y a los magistrados que dictaron la sentencia. Los jueces dicen que hay que respetarles mucho, y que no son de recibo los insultos que reciben y cómo se les cuestiona su trabajo. Es decir: desean mayor impunidad.
Luego, en estos dos años, el abogado de los sujetos, ha comparecido en los medios de comunicación, montando el espectáculo sin ningún tipo de pudor. Y ahora ponen en libertad condicional a esos criminales, a espera de ver qué dicta el Supremo.
En resumen, en mi opinión: la reacción del Tribunal soltando a esos, es una venganza corporativa contra las mujeres, por las protestas que realizan, y nos dicen: «somos jueces, y ajustándonos a derecho, hacemos lo que nos da la gana. Nos importa un pimiento lo que penséis o hagáis, porque somos el Poder Judicial, y a un juez no le tose nadie».
La cosa es la hostia. Los garantes de la Justicia, sueltan a unas personas cuyo arrepentimiento es nulo. Es lo primero que te piden para tener beneficios penitenciarios: ¡arrepiéntete, confiesa! Pues aquí no. Fijaros en el abogado que tienen, y en el show mediático que ha formado ese charrán. Veréis que os lo explico: a los jueces les cabrea que la gente se manifieste mientras deliberan. Pero este tío, un letrado que se apunta a todos los circos, no parece molestar. Ni a los jueces, ni a sus defendidos. Es muy llamativo. Los violadores, en líneas generales, lo que hacen es solicitar discreción y pasar desapercibidos. Lo piden ellos, lo piden sus abogados, las familias, y lo piden los jueces: «no la liéis en la calle, que es peor.» Pero estos tíos, no solo no se ocultan, si no que presumen en la tele, y a través de un agente provocador que va más allá de lo que se exige a un abogado. Lo cual quiere decir lo siguiente a mi modesto entender: que esos tipos que están ahora sueltos, ven completamente normal violar mujeres en grupo, no entienden por qué los han condenado, y no son enfermos mentales, sino personas sanas que adoptan un modo de vida aceptado en el catálogo de, «posibilidades de diversión en fiestas patronales».
En esta barbaridad, se ponen de manifiesto dos ámbitos. Por un lado el de la víctima y el de quienes empatizan con ella. Completamente normal que pidan Justicia a quien se supone que garantiza la seguridad, la paz y la convivencia, que es el Estado, del cual forma parte la judicatura. Ya se ve la garantía en qué consiste. En este caso las garantías judiciales, las han disfrutado los agresores. Ellos no van a acercarse a Madrid por orden judicial… Y la víctima jamás irá a Sevilla para no encontrarse con ellos.
Dicen los juristas, tertulianos, etc., de adecuar el Código Penal, de dar cursillos de Género a los jueces pa no sé qué… No servirá. Endurecer el código penal, y meter en la cárcel a esos cinco pavos, o castrarlos, sacarles la piel a tiras, y luego ahorcarlos por los tobillos quemándolos con un soplete, o cualquier modalidad de castigo medieval del que gusten ustedes, no va a acabar con los violadores, ni con los jueces compasivos con determinados delincuentes, ni con los abogados mediáticos que justifican a sus clientes en todo, ni con los tertulianos y periodistas que les ríen las gracias, ni con los miles de opinantes de internet que justifican las violaciones. Endurecer el código, lo que hará a nivel macro, será meter más gente, pobre, en la cárcel, mientras que los chulos de mierda, seguirán estudiando y cambiando de estrategias, para violar mujeres sin ser condenados por ello.
Pero está el otro ámbito, el de la acción social. Sabedlo. Lo que está cambiando la manera de obrar de los hombres, poco a poco, y a veces rápidamente, es el movimiento social de las mujeres, intolerante, sin condescendencia, abroncando, desafiando, cuestionando. Cientos de miles de mujeres montando una bronca descomunal, desafiantes, que les griten a jueces, parlamentarios, políticos, y todólogos, que sus veredictos son infames, sus sentencias abominables, sus reglas morales repulsivas, su forma de ganarse la vida asquerosa, sus costumbres un montón de mierda. Eso es lo que abre camino a la igualdad, y modifica la forma de pensar de la sociedad liberando a la mujer. Porque si se siguiese el consejo de los jueces, de dejarles deliberar en paz, respeto escrupuloso a sus sentencias, cambiar las leyes votando a los partidos, etc., seguiríamos en el año de Cristo lapidando a las brujas. Es la lucha en la calle, el hacer visibles los problemas, lo que obliga a esos tipos vestidos de negro, a torcer su voluntad para ganar legitimidad. Es la sociedad, es la mujer la que va por delante, y los demás intentan que frenen. Pero no han frenado, y esos demás tienen que correr. Es ella la que está haciendo salir toda esa basura oculta a la luz, y va a pasarles a esos jueces y juezas, a opinantes, a políticos y reaccionarios…, como a los microbios anaerobios: que cuando se airea la habitación y les toca el sol, mueren.
Lo mismo tendrían que hacer otros movimientos sociales: el movimiento obrero, el internacionalista y otros que están algo de capa caída: gritar bien fuerte, que es inmoral enriquecerse, que acumular es un desatino, que todos somos parientes. Porque estamos viendo que –gracias a las mujeres– con simplemente ideas que cobran cuerpo, carne y sangre, puede cambiarse, está cambiando el mundo.