La vida natural es una mierda. Lo afirmo con absoluto convencimiento cada vez que alguien me dice que hay que «volver a la naturaleza», o cualquier pendejada de esas. Verás por qué. Si a ti se te plantease volver a 1932, al pueblo de mi abuela, en el mes de agosto, sin agua corriente, sin compresas higiénicas, sin cerveza fresca, en una choza, con un vestido para toda la vida, y te diesen una hoz o un capacho a las seis de la mañana, y te dijesen «a segar y espigar por el pan del día»… No durabas ni hasta la hora del gazpacho (hecho sin batidora) en ese bilordal, pudiendo volver al presente. Por eso, pienso yo, la gente emigra en masa a las ciudades. ¿Cómo va a ser peor vivir en una ciudad llena de bares, tiendas, museos, hospitales…, que en un pueblo o en el campo, que está lleno de bichos?
Y es que la Naturaleza es cruel. Va uno a disfrutar de la puesta de sol, se pone en pelotas bajo una encina, contemplando cómo las sombras y colores se adueñan del espacio, y te comen los mosquitos, las garrapatas se te suben por las piernas hasta los testículos y las hormigas invaden tu merienda. Muy molesto, sí.
Tiene cosas buenas lo natural, no digo que no. Pero los amantes de la naturaleza suelen olvidarse de las cosas no tan buenas, como las sequías, los microbios, las inundaciones, las caries dentales y las quemaduras solares, que son tan naturales como el romero y la menta. En mi caso, una de las cosas que menos me gustan de la Naturaleza, son las chinches y los piojos, habitantes de mi cuerpo a lo largo de mi larga vida en varias ocasiones, y que sólo he exterminado con grandes esfuerzos y ayudas de la química.
La verdad es que si yo fuese Dios, hubiese organizado todo esto de otro modo. Con total seguridad, no hubiese creado nada, porque ¿Para qué? ¿Para mi Gloria? Pero por favor, si yo siendo Dios sería feliz y autosuficiente, ¿Qué necesidad tendría de cambiar de mi estado de placidez absoluta para crear el paludismo y las amebas de la diarrea? Hablando claro, si por un misterio de los míos hubiese decidido crear algo, desde luego no hubiese creado la Naturaleza ni de coña. Hubiese creado tal vez, el Patopetopitopotoputo, que no puedo explicaros qué es porque lo mismo establecéis otra religión más.
La Naturaleza me pone los pelos de punta, igual que cuando me dicen algo de la Medicina Alternativa. Sin vacunas, sin antibióticos, sin anestesia y sin dentista. Me estremezco solo de pensarlo. Tomando gotitas, globulitos, esencias florales, imposiciones de manos e infusiones de manzanilla mientras el útero comido por un cáncer desangra a la incauta hasta la muerte por hemorragia… ¡Por dios bendito, si te da un infarto, no llames a Urgencias: métete unas piedras magnéticas de jade en el culo, que lo mismo funciona!
Je, tú no quieres volver, o ir a la Naturaleza. Tú lo que quieres es llevar la ciudad al campo: con wifi, agua caliente, nevera y paga de funcionario.
Lamentable conclusión tan poco afortunada sobre Mamá Natura. Con el conocimiento tecnológico y científico actual se puede disfrutar del paraíso fuera de las megapolis en las que se nos cría para ser totalmente dependientes e ignorantes en un mundo de asfalto y plástico que nos rebaja a la categoría de gallinas de granja en sus jaulas-apartamento que además debemos costarnos nosotros con hipotecas sobre nuestra servil existencia. Han creado al esclavo feliz, no hay duda de que hemos superado en nuestros días el mundo de la ciencia-ficción. Ya no hay remedio.