La vida natural es una mierda. Lo afirmo con absoluto convencimiento cada vez que alguien me dice que hay que «volver a la naturaleza», o cualquier pendejada de esas. Verás por qué. Si a ti se te plantease volver a 1932, al pueblo de mi abuela, en el mes de agosto, sin agua corriente, sin compresas higiénicas, sin cerveza fresca, en una choza, con un vestido para toda la vida, y te diesen una hoz o un capacho a las seis de la mañana, y te dijesen «a segar y espigar por el pan del día»… No durabas ni hasta la hora del gazpacho (hecho sin batidora) en ese bilordal, pudiendo volver al presente. Por eso, pienso yo, la gente emigra en masa a las ciudades. ¿Cómo va a ser peor vivir en una ciudad llena de bares, tiendas, museos, hospitales…, que en un pueblo o en el campo, que está lleno de bichos?
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