Una venezolana radicada en Irlanda le remitió una serie de preguntas al compañero Rafael Uzcátegui sobre el anarquismo en Venezuela. Aquí compartimos las respuestas que le remitió.
– Cuando hablamos de Anarquismo la gente imagina un Estado en desastre donde todo el mundo hace lo que quiera, es decir un Estado sin ley. Yo que conozco tu trabajo sé que esa definición está más que distorsionada del concepto y los valores de un Anarquista. Recuerdo a Laureano Márquez en su papel como Francisco de Miranda en el evento «Artistas con Capriles» donde describía el Anarquismo de esta manera y tú estabas un poco molesto por eso. ¿Cómo se le dice o se le hace ver a la gente que los anarquistas en Venezuela no son eso? Que ése no es su trabajo.
– Es una labor de educación y divulgación, pues muchos de los avances de la humanidad han sido promovidos por anarquistas. Por ejemplo, los mártires de Chicago, que simbolizan la lucha por las ocho horas de trabajo, fueron personas de ideología anarquista. Han existido anarquistas, o simpatizantes del anarquismo notables como Herbert Read, Charlie Chaplin, Albert Camus, Dario Fo, Emma Goldman, por citar sólo algunos, de los cuales nadie dudaría de los aportes que realizaron. Sin embargo, el anarquismo, como vivencia de la libertad, es mucho más que una ideología que necesita ser reconocida para aumentar su influencia. Especialmente, son valores que esperamos sean vividos por la mayor cantidad de personas, y mientras esos valores estén presentes en la sociedad, nos importa poco si se califican como anarquismo o como cualquier otra cosa. ¿Cuáles son esos valores? La justicia social y la libertad del individuo aumentada con la libertad de sus semejantes, la refutación del autoritarismo pero el reconocimiento de una autoridad natural sin privilegios, la crítica al Estado, el capital y el militarismo como dispositivos de dominación, el reconocimiento de la diversidad y lo diferente como esencia del ser libre, etc. Como no nos interesa la hegemonía ideológica, negadora de la posibilidad del discernimiento propio, nos hemos debatido entre difundir lo que han hecho y pensado otros anarquistas y en vivir en sociedad promoviendo en los espacios que nos son propios los valores de libertad en solidaridad.
– Ahora, en un país tan polarizado como Venezuela ¿Cuál es el rol en estos momentos de un Anarquista? Cuando sabemos que tomar posición ante cualquier hecho podría ser tachado de «opositor» o «chavista». ¿Cómo vive con esto un anarquista en la Revolución Bolivariana?
– El rol, a mi manera de ver, es trascender la falsa polarización y promover la necesidad de una alternativa social libertaria para Venezuela. Cuando opino que es una “falsa” polarización es porque ambos polos del espectro político tienen mas coincidencias que diferencias, pues responden a la cultura política creada por la renta petrolera durante todo el siglo XX venezolano. Hemos sostenido, y lo hemos argumentado, que el proceso bolivariano no es una ruptura de la crisis del modelo de gobernabilidad sostenido por la centralización del poder y la economía extractiva que ha caracterizado la Venezuela de los últimos 100 años. En cambio, el bolivarianismo es una continuidad, una extensión de esta crisis, por lo que no ha propuesto, esencialmente, nada diferente a lo que se puede encontrar en nuestro país a partir de 1910. Es por esto que un cambio de gobierno, digamos del chavismo a los sectores opositores, no va a solucionar, en nuestra opinión, ninguno de los problemas estructurales de la sociedad venezolana. Es cierto, no obstante, que como crisis terminal de ese modelo, el bolivarianismo, especialmente en su versión madurista, ha exarcebado muchos de los problemas y hay que enfrentarlo, debilitarlo y derrotarlo en todos los escenarios, pero esto no debería significar revitalizar los herederos del pasado, representados en los partidos políticos más conocidos que se le oponen. En mi opinión, que seguro es diferente a la del resto de los anarquistas, el trabajo es promover el pensamiento propio y la reconstrucción de las relaciones entre las personas cotidianas, que hagan posible la emergencia de movimientos sociales autónomos, los cuales puedan renovar la forma de hacer política en el país.
– A través del Periódico El Libertario los anarquistas tienen un espacio para aportar y expresar sus ideas. Son un movimiento que se autogestiona, que no recibe financiamiento de empresas ni mucho menos de grupos políticos. Me podrías explicar un poco de esta autogestión.
– Los anarquistas han creido que las posibilidades de los hombres y mujeres libres pueden crear los mecanismos para la satisfacción de sus necesidades. La autogestión es la posibilidad de crear iniciativas productivas económicas y culturales gestionadas democráticamente en todos sus sentidos, sin la división tajante entre los que mandan y los que obedecen, en donde las personas que promueven esa experiencia no delegan en otros las responsabilidades sino que las asumen colectivamente. El Libertario es un pequeño ejemplo de esto. Es un periódico que nació en 1995 por la necesidad de expresarse de un grupo de personas, que discuten democráticamente sus contenidos y lo financian por los aportes de la comunidad formada por sus lectores, que hacen aportes por diferentes vías. Creemos en la política “prefigurativa”, es decir, que lo que hagamos hoy sea un ejemplo viviente de lo que deseamos sea el mañana. Por supuesto que hay obstáculos, errores y limitaciones, pero en lo referente al periódico son resueltas con la participación de quienes lo integran, y que además, disfrutan el hacer cada número. En este 2015 cumplimos 20 años como periódico independiente y desde hace algunos años hemos empezado a utilizar las redes sociales para su difusión. Pero para el grupo de El Libertario, el papel será siempre la versión privilegiada.
– Se sentaría un anarquista con la oposición o el gobierno para dialogar y debatir ideas sobre el país o simplemente no están dadas las condiciones o no forma parte de la agenda en estos momentos o nunca.
– Un anarquista debe vivir la libertad y la justicia social en un mundo que debe, afortunadamente, compartir con personas que no son anarquistas, y que además tienen el derecho de no serlo. En este sentido conversamos y actuamos con cualquier persona, todos los días, sobre cómo mejorar las condiciones de vida de la gente. Pero si este debate es para “convencer” sobre cuál ideología es mejor, en lo personal no me interesa, porque es una discusión que se basará sobre la competencia y la lógica del poder. Las ideologías más conocidas han defraudado sus propias promesas de redención, y han creado monstruos peores de los que decían combatir.
– Críticas han recibido por parte de ambos bandos. Algún ataque directo que recuerdes que me puedas contar. (Recuerdo ahora la nota de George Ciccariello).
– Las críticas de los profesores universitarios blancos de clase media de los Estados Unidos, como Ciccariello, han sido las más irrelevantes porque sus argumentos se han basado más en la mitificación revolucionaria latinoamericana que en los hechos concretos. Por eso es tan fácil de rebatirlas. Los anarquistas no nos consideramos chavistas, pero tampoco nos identificamos con la identidad política “antichavistas”, porque somos mucho más que eso. No hemos tenido un lugar en la discusión política venezolana de los últimos años, y cada bando afirma que pertenecemos a su contrario. El anarquismo ha pasado los mismos dramas y dilemas que el resto de los movimientos sociales en Venezuela, y hay algunas personas, tendrías que preguntarles por qué, han asumido la estrategia del “mal menor”. Conozco a muchas de las personas de 40 años que están en puestos de gobierno hoy en Venezuela, por lo que sus ataques siempre han sido de naturaleza personal y menos de base política.
– ¿Cómo es la conexión con otros grupos en América Latina?
– El anarquismo no es un partido, en el sentido que debes relacionarte obligatoriamente con todos los que se asumen bajo este término. Creemos en la “afinidad”, que es una mezcla de simpatía política con simpatía personal, para hacer cosas juntos y juntas. En este sentido, nos relacionamos con muchos grupos anarquistas de américa latina con cuyos planteamientos nos identificamos y, que además, podemos entablar relaciones más cerca de la amistad que de la disciplina leninista partidaria. Pero también nos relacionamos con otros movimientos, tanto de Venezuela como de la región, que nos parecen interesantes y sus integrantes buenas personas. Estas relaciones son posibles, entre otras cosas, por la posibilidad de comunicarnos e intercambiar por internet. Si viajamos los visitamos, si ellos van a Venezuela, nos visitan. Intercambiamos materiales, reflexiones, dudas, ilusiones, etc.
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