Era una realidad, obvia para cualquier mente bien oxigenada, que los maquiavélicos planificadores de campañas electorales nos toman por idiotas a los ciudadanos; y me incluyo en el lote, aunque mi dogmática religión atea (doble oxímoron, ¡toma ya!), ácrata y nihilista, me impidia acudir periódicamente a las urnas. No obstante, lo que está ocurriendo en España, ante la cita electoral del próximo 26 de abril, cae en lo grotesto y resulta un insulto para los que pretendemos apartarnos de retrógrados y papanatas. Pongamos varios ejemplos de lo acontencido en los últimos días. Los bodoques de Vox, cuyo discurso ideológico no va más allá de la defensa de iniquidades como la bandera de España, los Toros, la caza o el uso de armas, exhibe a un gurú económico que habla de acabar con la discriminación fiscal de los ricos y que quiere privatizar los restos de los servicios sociales. Va a ser que la nueva fuerza política, que puede que tenga algún otro tic fascista, resulta de lo más previsible y neoliberal en su programa económico. El Partido Popular, consciente de que otros reaccionarios van a arrebatarle nicho de electorado, lanza un irrisorio vídeo en el que ridiculiza al pistolero Abascal evidenciando su ignorancia sobre casi todo lo importante. Que sea cierto que el ridículo Abascal responde con un «¡Viva España!» cuando se ve acorralado dialécticametnte, algo que ocurre las más de las veces, no justifica una campaña de los populares de vergüenza ajena. Lo que sí ha propuesto el lider de la fuerza reaccionaria es algo tan moralmente demandado como el uso de armas para defenderse de los criminales. Bien, estoy de acuerdo en actuar contra los delincuentes, pero es posible que haya que empezar por apuntar a la clase política. Seguir leyendo Circo electoral