ACRACIA ANARQUISMO NIHILISMO

A vueltas sobre la manipulación en los medios

Creo que, a día de hoy, con la gran cantidad de mierda que está saliendo a flote, obviamente para quien quiera verla, hablar de mera manipulacion mediática es una suerte de eufemismo amable. Siendo siempre partidario de buscar información alternativa, nunca he sido partidario de abandonar sin más la lectura de los grandes diarios, aunque solo sea para conocer bien al enemigo; lo que sí es cierto es que hace muchos años que abandoné sin más la visión de la caja tonta, ya que el espectáculo informativo sobrepasa lo que mis pobres visceras pueden tolerar, algo al parecer exacerbado a día de hoy. Como creo ya haber expresado en alguna otra ocasión, en este nada modesto blog generador de exabruptos verborreicos, no me preocupa tanto lo que las personas lean o vean como la total ausencia de espíritu crítico al hacerlo. Al paso que vamos en esta lamentable y desmemoriada sociedad del espectáculo hipermediatizada, caminamos sin remedio a una total falta de reflexión, ausencia de un mínimo de verificación y negación del mínimo cuestionamiento crítico. ¿Me pongo demasiado apocalíptico? Nunca lo suficiente, dado el panorama de miserias mediáticas y estultiticia imperante.

Claro que, inevitablemente, no podemos verificar toda la información que nos llega y hay que adoptar atajos cognitivos, pero precisamente por eso hay que desechar sin piedad, aunque sea de un modo meramente intuitivo, tanta basura que recibimos a través de las nuevas tecnologías y no buscar simplemente confirmar nuestra muy limitada concepción del mundo. Cuántas veces me han señalado a mí, por mi gran escepticismo, nada exento de lucidez, cuando he puesto en cuestión determinado información (sea de actualidad o de cualquier otra índole). De acuerdo en que las redes sociales e internet han exacerbado la difusión de bulos, pero yo me pregunto por qué diablos hay que prestarles tanta atención superficial y no buscar un poquito de rigor para aquello que nos interese de verdad mediante artículos con más hondura. Difícil es afrontar este escenario para quienes no habían digerido la manipulación tradicional, comprendiendo algo tan elemental como que los grandes medios pertenecen siempre a élites empresariales que, obviamente, quieren favorecer sus intereses preservando el statu quo perfectamente aliados con alguna que otra fuerza política. Convendría que una gran obra del celuloide, como Ciudadano Kane, que no ha perdido en absoluto vigencia, se proyectara en todos los centros educativos. La manipulación de la opinión pública, mediante innumerables técnicas, aunque parezca mentira, funciona como si no fueramos individuos no dotados de racionalidad y pensamiento propio.

Y es que, a pesar de lo que nos digan sobre lo muy difuso del poder en la sociedad posmoderna, esos grandes magnates como el de la película, a día de hoy, siguen teniendo la capacidad de manejar el estado de cosas a su antojo. Léase personajes inicuos todopoderosos como Florentino Pérez, con pruebas ya fehacientes de que ha sido capaz de comprar a políticos de todo pelaje y de poner o quitar periodistas en programas de gran audiencia sin importar la tendencia de los mismos. Por otra parte, no debería hacer falta aclarar la idiosincrasia de los dueños de los grandes grupos mediáticos, como Prisa, Mediaset y Atresmedia; la existencia de algunos medios presuntamente progres, lo dejaremos claro para aquellos que no se hayan caído del guindo, no son más que otras piezas del sistema con su propia función. Manipulación tradicional de los poderosos unida al lamentable escenario de las redes sociales y de medios digitales directamente irrisorios. Pero, dejemos siempre un margen para la esperanza, las nuevas tecnologías pueden también ponerse, y de hecho se ponen gracias a loables resistentes, al servicio de información concreta y honesta. Pensemos que siempre es posible potenciar el lado más reflexivo y crítico de la población y no esperar que la mayoría sea un rebaño de papanatas sin remedio. ¡Seguiremos resistiendo, también a nivel mediático!

Juan Cáspar

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