TOMÁS IBÁÑEZ ANARQUISMO

Anarquismos cavernícolas, retrógrados y autoritarios

Buscar chivos expiatorios para tapar las vergüenzas de los propios fracasos y de la propia impotencia es algo que ocurre con demasiada frecuencia para que merezca la pena señalarlo cada vez, y además eso es tanto más superfluo cuanto que ese tipo de procedimiento suele ser tan visible que resta toda credibilidad a quienes lo practican. Por eso he dudado mucho en salir al paso de las manifestaciones de ese tipo que se están produciendo en el ámbito anarquista confiando en que la mejor forma de encararlas consiste en no contribuir a darles relevancia y dejar que se hundan en la insignificancia.

Sin embargo, algunos sectores del anarquismo están poniendo tanto empeño y tanta agresividad en arremeter contra sus chivos expiatorios predilectos que resulta difícil no ceder ante la provocación y no saltar a la palestra.

Esos sectores que se autodenominan a veces “especifistas” y beben de las reminiscencias del plataformismo de Archinof, rescatado en Francia por Georges Fontenis y en Uruguay por Juan Carlos Mechoso, están propiciando un regreso catastrófico de los anarquismos hacia unas formas desfasadas que le auguran una total perdida de incidencia sobre la realidad presente y sobre las luchas que se están desarrollando por doquier contra la dominación. Unas luchas que brotan desde lugares tan distintos y distantes como Serbia, Nepal, Indonesia, Irán, Marruecos, y hace poco Francia o Chile.

Esos sectores no se percatan de que el análisis, bastante correcto todo hay que decirlo, que hacen de la sociedad contemporánea, y que ellos califican de sociedad postmoderna sin tener una clara conciencia de la complejidad y de la inadecuación del término, debe buena parte de sus aciertos a las herramientas construidas precisamente por los pensadores que acusan de torpedear las luchas contra el sistema establecido y de pervertir el anarquismo. Esa aparente contradicción solo se puede explicar desde el desconocimiento de las obras y de las trayectorias de los chivos expiatorios elegidos, que van de Foucault à Deleuze, pasando, entre otras, por Judith Butler o por Donna Haraway, un desconocimiento que no les impide pontificar acerca de ellos.

Porque, claro, solo un profundo desconocimiento de Foucault permite escribir frases como la siguiente Foacult (sic) decía que el poder era algo “abstracto”, y acabar calificándolo como “bastardo” al igual que Deleuze o Guattari. Pasar por alto que las aportaciones de Foucault han sido, y siguen siendo esenciales para desentrañar las artimañas del poder y arrancarle sus máscaras, testimonia, cuanto menos, de desconocimiento, de obcecación y de sectarismo.

Esos sectores tampoco se percatan que en su afán por arremeter contra el pensamiento crítico contemporáneo enarbolan el estandarte de la lucha contra el deconstruccionismo usando, sin el menor rubor, idéntica argumentación que la derecha y la extrema derecha. Pero igual es porque, una vez más, peroran sobre el tema desde su desconocimiento.

Todo esto sería casi anecdótico si no fuese porque esos sectores pretenden arrastrar hacia el paleo-anarquismo de las cavernas donde moran, así como hacia el felizmente abandonado vanguardismo y el más rancio leninismo rampante, los colectivos anarquistas que están en consonancia con las exigencias de un anarquismo plenamente contemporáneo, es decir capaz de sacar las enseñanzas de sus errores pasados y de hostigar con la mayor eficacia posible los dispositivos de dominación sobre los que se asientan las discriminaciones, desigualdades, opresiones y explotación del sistema capitalista en el siglo XXI.

Volver a los planteamientos que pretendían situar las luchas bajo la batuta de un supuesto sujeto principal de la revolución, y agitar el seductor señuelo de la gran organización que acabaría con la fragmentación del campo de batalla y de nuestras fuerzas, es la mejor forma de esterilizar las potencialidades emancipadoras de los anarquismos. Anclarlos en sus antiguas modalidades, impidiendo su constante renovación viene a ser lo más adecuado para convertirlos en venerables pero inertes objetos de museo.

Tomás Ibáñez

N. A.: Este artículo es una reacción moderada a la lectura del siguiente panfleto

Una crítica anarquista al posmodernismo y al pos-anarquismo (https://kaosenlared.net/una-critica-anarquista-al-posmodernismo-y-al-pos-anarquismo/)

Deja un comentario