A mí, personalmente, me pone muy nervioso esa frase vacía que escucho a veces, de que debemos conocer de los errores del pasado para no repetirlos. Es una consigna penosa. De mierda (1). Yo lo veo así: la protesta social, o como cuernos lo quieras llamar, se desenvuelve en un entorno que es la estructura de la sociedad. Ahora bien, tú eres anarquista, quieres barrer esa estructura, por lo cual entras en conflicto. Este conflicto padece siempre una contradicción interna, entre tus grandes objetivos revolucionarios, y el limitado objetivo reformista de la protesta.
También me resulta evidente, que uno no puede cruzarse de brazos contemplando las nubes mientras las cosas pasan alrededor, esperando que estalle la Revolución Social que elimine las injusticias. Hay que intervenir.
Pero tampoco puede uno hacer como el político, que se lanza sobre el conflicto como el buitre sobre la carnuza, para gestionarlo, encauzarlo, aprovecharlo, finiquitarlo, matarlo y vivir de él. Un político interviene para que su proyecto personal salga adelante. Un anarquista, no. Un o una anarquista entra en batalla, para facilitar el triunfo de la pelea y el beneficio de los implicados. Lo más que puede conseguir un anarquista de su dedicación durante horas infinitas y no retribuidas, es experiencia (una mochila a la espalda), contactos (abogados, periodistas, conocidos), y algunas satisfacciones intangibles (de haber cumplido y toda esa mierda).
¿Se deduce de ello que no se debe tratar con políticos, empresarios, banqueros, policías, jueces…? No, con frecuencia, o siempre, es el procedimiento. Ellos concentran tal cantidad de poder, que hay que intentar convencerlos, persuadirles, atemorizarles, demostrarles, forzarles… Lo que sí que hay que saber es que si los políticos tienen sus motivaciones, tú tienes las tuyas. Tienen que estar firmes, claras, y no puedes ponerlas por delante de las necesidades de las personas con las que estás implicado. Porque entre mantener limpio un principio, y dejar que un niño duerma en la calle viendo acojonado como el padre se tira de los pelos y la madre grita como una loca, al menos para mí, que se vayan a la mierda los principios, la dignidad, y sus muertos. Porque ser un político, no tiene que ver con el cargo, con tenerlo o no tenerlo, sino con la actitud que tú tomas con respecto a los intereses de los dominados.
Y en estas luchas, mil veces te tumbarán, perderás el equilibrio, el suelo se abrirá bajo tus pies: espera lo peor. Porque aprender a caer, es la parte más importante del ejercicio. Caer bien, te permite volver a levantarte, y darte cuenta de que cada día eres, más fuerte, más ágil, más resolutivo, más valiente, y que eres incapaz de descubrir tu límite, porque tal cosa no existe.
Amantes de la historia que buscáis lecciones que afiancen vuestros prejuicios: os romperéis los dientes, porque no sabéis caer. Errar, es lo propio de un juego que para que sea jugado, necesita gente en pie.
NOTA
(1) Los errores del pasado, cuando son conocidos, no nos sirven para absolutamente nada en caso de tener que salvar a un gato de un incendio, o dialogar con un antidisturbios enloquecido. Ver en: