Salvador Seguí y el auge del anarcosindicalismo

Un libro de reciente edición, Apóstoles y asesinos, de Antonio Soler, nos habla de la vida de Salvador Seguí, el militante anarcosindicalista conocido como el Noi del Sucre; en la promoción de la obra, además de un título ya bastante sensacionalista, se insiste en la violencia y en otros cuestionables lugares comunes sobre el anarquismo.

José Peirats, en el texto que dedica a Seguí en Figuras del movimiento libertario español (Ediciones Picazo, 1977), recuerda que al margen de los nombres más conocidos, hay que recordar la masa anónima de esforzados militantes, que habían puesto en marcha el movimiento anarquista irreductibles ante la represión, las traiciones y el desencanto. Salvador Seguí (1887-1923) fue uno de ellos, viviendo hechos tan dramáticos y notables como la Semana Trágica, la creación de Solidaridad Obrera y después  la Confederación Nacional del Trabajo, las diversas huelgas en la década de los años 10, el Congreso de Sans, los terribles años del pistolerismo…

A Salvador Seguí, un hombre que debió tener una mentalidad muy abierta, se le atribuye el mérito de haber querido aunar los dos polos del sindicalismo, algo que por otra parte estaba en el congreso fundacional de 1910. El Noi apostaba por un sindicalismo revolucionario, no simple copia del francés, ya que el movimiento anarquista tenía propuestas muy originales ya décadas antes en España, que se implantara en los lugares de trabajo, que propiciara la autogestión por parte de los trabajadores y los mantuviera organizados en los ramos de la industria y de servicios, en la ciudad y en el campo. De esta manera, al día siguiente del estallido de la Revolución social no se produciría el caos. Se trataba de una alternativa a lo producido en la Revolución rusa, que finalmente acabó en el centralismo y en la dictadura, por lo que no había que dejar nada en manos de los partidos políticos.

A finales de la década, y después del Congreso del Teatro de la Comedia, en Madrid en 1919, el auge del anarcosindicalismo parecía imparable. La excepción fue Cataluña, donde el lockout patronal, con su cierre de fábricas que estaba provocando el hambre en multitud de hogares obreras, condujo a una situación de terrorismo. Por un lado, los grupos de defensa obrera, por otro la policía y los pistoleros de la patronal. La oligarquía catalana, cerrada a las demandas de los obreros, se había enriquecido además de forma especialmente mezquina con la Primera Guerra Mundial. Así lo denunciaron los anarcosindicalistas y otras fuerzas progresistas, lo que aumentó la gravedad del conflicto. La novela La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza, nos relata estos hechos;  su homónima adaptación al cine, por parte de Antonio Drove, con un desarrollo argumental muy diferente, resulta incluso más memorable.

Volviendo a los hechos históricos, y como apéndice al terrorismo patronal, se constituyen en Barcelona los llamados Sindicatos Libres en octubre de 1919, que por otra parte no lograron demasiada adhesión. Con el nombramiento de Martínez Anido como gobernador, en noviembre de 1920, y junto al Jefe de Policía Arlegui, la represión se incrementó. Las muertes en ambos bandos, veintiún días después del nombramiento, se elevó a 22 (Historia del anarcosindicalismo español, de Juan Gómez Casas; LaMalatesta Editorial, 2006). La huelga general, en contra de la represión y de los atentados, se extiende por el país, pero la CNT, objetivo exclusivo del terrorismo patronal y estatal, se muestra sola en la lucha. Fueron años terribles, por lo que el movimiento anarcosindicalista tuvo que defenderse; de triste recuerdo son las llamadas «ley de fugas», donde se liberaba a los presos para asesinarlos a la vuelta de la esquina.

Salvador Seguí fue uno de los hombres que trataron de calmar los ánimos de sus compañeros ante el terrorismo. Resulta significativo que fuera finalmente asesinado, en marzo de 1923, junto a Francisco Comas en la barcelonesa calle de la Cadena. Ello produjo clamores de protesta, incluso en sectores no obreros. Ante la terrible situación, buscó sin éxito la colaboración de la UGT, y de otras fuerzas republicanas, por lo que injustamente se le ha acusado en alguna ocasión, sin ninguna prueba, de tener ambiciones políticas. Antonio Soler insiste ahora en que Seguí abandonó finalmente el anarquismo por considerarlo algo irrealizable. Parece una suerte de maniqueísmo simplista en una recurrente visión del anarquismo; a Seguí se le quiere presentar como el bueno y juicioso frente al aventurerismo revolucionario de otras tendencias. Es posible que gran parte del sindicalismo libertario de Seguí, como es lógico, sea hoy cuestionable; lo cual no significa que dicha visión haya fracasado, teniendo en cuenta que jamás le dejaron desarrollarse y fue víctima de la más terrible represión, o que fuera una mera entelequia. El anarquismo, que aspira a una sociedad verdaderamente libre, justa y racional, sin violencia coactiva (¿por qué se insiste en vincular violencia al anarquismo, cuando suele ser su víctima?), que favorezca la cooperación, la pluralidad y el diálogo, en lugar del estatismo, la explotación y el «sálvese el que pueda», no es algo irreal. Es una posibilidad, rente a otras, cuyo movimiento debe afrontar los paradigmas de los nuevos tiempos.

Capi Vidal

Glosario:

Solidaridad Obrera: el 3 de agosto de 1907, las sociedades obreras de Barcelona constituyen una federación local de Solidaridad Obrera; su finalidad era sustituir el sistema capitalista «por la organización obrera transformada en régimen social del trabajo», y se extendería pronto por toda Cataluña y también en Estremadura con la creación de una Federación Regional; en el Congreso de septiembre de 1908, aparecerían por primera vez en la historia del movimiento libertario los términos sindicato y sindicalismo; aunque los anarquistas eran mayoría, también existía un socialismo heterodoxo y un republicanismo radical.

Semana Trágica: estos trágicos sucesos de 1909 están originados en la aventura colonial española en Marruecos; en junio de 1909 se produjo una gran manifestación en Barcelona, con diversas tendencias, aunque se considera muy ligada a Solidaridad Obrera, y de ahí se pasó a la huelga general en cuanto se supo de la agresión militar en el Rif y de la muerte de soldados; la Semana Trágica se produjo concretamente del 26 de julio al 1 de agosto iniciada por una huelga en los suburbios provocada por los anarquistas, los ánimos revolucionarios y una terrible represión no se hacen esperar; el estado de guerra en Barcelona llegará hasta el 17 de agosto y la suspensión de las garantías constitucionales hasta el 10 de noviembre mientras que la represión al movimiento anarquista es demoledora, acusados de saqueos, incendio de conventos y rebelión militar, aunque no había demasiada evidencia en su contra y todo se focalizó en Francisco Ferrer, ejecutado el 13 de octubre ante la indignación internacional.

Confederación Nacional del Trabajo: el segundo Congreso de Solidaridad Obrera, en noviembre de 1910, en el Palacio Bellas Artes de Barcelona, dará lugar a la más importante organización revolucionaria en España vinculada ideológicamente al anarquismo; era el colofón de décadas de lucha antiautoritaria, sustituyendo el carácter regional de SO por el nacional de la nueva Confederación, a petición de muchas sociedades del resto del país; sus principios de teoría y práctica serán: lucha de clases, autonomía obrera, autogestión económica, sindicalismo revolucionario, acción directa, huelga general…; en el Congreso de septiembre de 1911 contará ya con 30.000 afiliados.

Congreso de Sans de 1918: se trata en realidad de un Pleno Regional de Sindicatos de Cataluña donde se comienzan a practicar los principios del congreso fundacional de la CNT de 1910, detenidos por la represión y el consecuente desorden organizativo; al igual que aquel, su intención era proyectar la Confederación más allá del ámbito regional y reafirmar la táctica de acción de directa de todas las entidades afiliadas, pero el tema más importante fue la creación de los sindicatos únicos, algo que suscitó un debate apasionante al temer sus detractores la pérdida de autonomía del antiguo sindicato o sociedad de oficio; finalmente, se aprobó el sindicato único de industria, con un mayor y más solida estructura sindical, pero a costa de esa pérdida de autonomía de la sociedad de oficio; se configuraba lo que llegaría a ser la CNT.

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