China y nosotros

Todos los ojos del mundo occidental están dirigidos a Hong Kong y sus masas desobedientes. Estamos fascinados con todos esos jóvenes que se manifiestan con  sus paraguas. Tenemos miedo por ellos, porque la Historia ha demostrado claramente que el centro político chino no puede soportar que suceda algo así. Las manifestaciones en esta isla son la huida hacia adelante, un pequeño arroyuelo que hay que taponar para que no lleve a la ruptura total. Tras el muro, al otro lado de la frontera, el mundo obrero se mueve sin parar.

Apple, iphone6 el último artilugio
Los obreros que fabrican las carcasas del iphone6, recién llegado a la firma de la manzana, trabajan como mínimo 77 horas semanales. Y en unas condiciones ínfimas. En Wuxi, en una fábrica perteneciente al grupo americano Jabil Circuit, los obreros y obreras llegan a hacer 158 horas extras en los meses en los que no llegan al salario mínimo chino. Cualquier acuerdo con el sindicato oficial resulta imposible. Cuando Apple saca un nuevo producto, solo cuenta la explotación desenfrenada. Cosa que no preocupa a las personas de fuera, pues la posesión de un nuevo artilugio prima sobre cualquier otra consideración.

Nike, Puma, Adidas, el bonito calzado
El pasado abril, miles de trabajadores continuaron la huelga para exigir a su empresa las cotizaciones sociales. Yue Yuen fabrica calzado deportivo para Nike, Adidas, Reebok, ASICS, New Balance Puma: posee siete fábricas en Dongguan, ciudad de ocho millones de habitantes no lejos de Hong Kong. 40.000 obreros dejaron de trabajar, y 3.000 de ellos acudieron a manifestarse en las calles, donde fueron golpeados por cientos de policías sin mayores incidentes. Ling Dong, un militante de una organización de ayuda jurídica a los obreros, fue detenido en cuanto acudió, encarcelado y, después, reconducido por la policía fuera de la ciudad.

Los juguetes de Navidad
Este rechazo generalizado por parte de las empresas chinas a pagar las cotizaciones sociales empieza a plantear serios problemas en China, hasta el punto de que para algunos esa preocupación supera a la de la contaminación. La fábrica Baode Toy Factory hace, entre otras cosas, la muñeca Barbie de Mattel. La ONG china Labor Watch esta especializada en los estudios sobre los movimientos sociales en China. Su dirigente, Li Qiang, expone en un largo artículo el caso de esta fábrica que, en agosto de 2013, se puso en huelga para obligar a la empresa a pagar las cotizaciones sociales. La compañía ha pagado pero sus principales clientes, Mattel y Disney, se han marchado pretextando que Baode Toy Factory no había respetado el código de buena conducta. Cosa que no les había preocupado durante los diez años anteriores. La compañía ha pagados los atrasos y, acto seguido, subrogado sus contratos a otras empresas y despedido a los obreros. De los 3.000 que eran antes de la huelga solo quedan 1.000.

El problema de las cotizaciones sociales
Li Qiang explica que las condiciones de trabajo en las fábricas chinas son tan duras que la rotación de personal es muy importante. Seis días a la semana, los obreros deben permanecer de pie durante diez horas seguidas. En la mayor parte de las fábricas de electrónica, la media de edad son 26 años. Consumidos antes de llegar a viejos, los trabajadores emigrantes vuelven a sus casas. Según la Oficina de Estadística china, 36 millones de obreros emigrantes (los que llegan del campo para trabajar en la ciudad) tienen más de 50 años, representando el 13 por ciento del total. Esas cifras no incluyen a los que abandonan el empleo por no ser aptos físicamente; muchas fábricas no contratan a personas mayores de 35 años. La mayor parte de los rechazados vuelven a su casa sin pensión ni seguro médico. Para los que, a pesar de todo, cuentan con una pensión o un seguro médico, la situación no es mucho mejor, dado que los fondos no pueden transferirse de una provincia a otra. El gobierno central refunfuña para obligar a los gobiernos locales a rendirle cuentas. Mientras, los trabajadores van envejeciendo; el 40 por ciento tiene más de 40 años, y el número de jóvenes emigrantes deseosos de integrarse en las ciudades industriales no deja de aumentar. La situación será crítica para el poder. Las reivindicaciones por una cobertura social generalizada irán a más. Para Li Qiang, esta cuestión será motivo de una crisis tan importante como la de la espesa contaminación que cubre a China.

El taller del mundo en el mundo
El tener en cuenta las cargas sociales en el coste del trabajo, tanto allá como aquí va a traer consigo un encarecimiento de este último y, por tanto, un aumento de la competencia en los países más baratos. El Partido Comunista Chino deberá orientar la producción hacia el mercado interior. Lo que implica el aumento del nivel de vida del campo y probablemente una respuesta diferente a las demandas de libertad de expresión. ¡Fuera el Partido!

Pierre Sommermeyer

Publicado en Tierra y libertad núm. 317 (diciembre de 2014).

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