Ciudadanos

Como será sabido para los que sigan este nada modesto blog, uno se pregunta una y otra vez cómo es posible que el vulgo se vea seducido reiteradamente por la dinámica del circo electoral de esta democracia representativa que sufrimos. Espero que se me entienda bien, no es que no comprenda que la mayoría ni siquiera conciba sobre el papel una sociedad sin poder político, sin una minoría que nos diga lo que hay que hacer. Lo que ya me cuesta un poco más es que se piense que algo va a cambiar, y me refiero a cambios verdaderamente sustanciales, simplemente porque los actores no sean los mismos. Uno de los casos más paradigmáticos, acerca de lo que quiero decir, es el del inefable partido llamado Ciudadanos (o en sus siglas C’s, que por cierto, por transgredir algo, lo hace de la norma lingüística añadiendo apóstrofos sin ton ni son). No estoy muy seguro de que la mayor parte del electorado, y en concreto los votantes del Ciudadanos, tengan un excesivo conocimiento político más allá de considerarse personas tibias en lo político (ya saben, de «centro», es decir, con tendencia a la derecha). Bueno, disculpen ustedes la condescendencia, y me muestro totalmente sincero, estoy seguro de la total ignorancia política de la mayor parte de la sociedad española.

Las personas, me da la impresión, por lo general, y al menos en esta sociedad que vivimos tan tendente al borreguismo, solo quieren a unos mandatarios que gestionen bien las cosas. Nada de profundizar en los problemas sociales, nada de empaparse bien de los proyectos políticos, precisamente para exigir a esos mandatarios que cumplan con alguna suerte de programa (si es que existen), nada de cultivarse en general sobre todo lo que nos afecta. Mejor tomar nuestras decisiones en funciones de lo guapos que son los líderes de los viejos o nuevos partidos. Lo de guapos es un decir, ya me entenderán, aunque a veces hay que verlo de forma literal. Sin embargo, como apuntaba antes, la inefable fuerza política llamada Ciudadanos es algo interesante para analizar, a poco que uno tenga interés en saber algo sobre la historia de este país llamado España. Como sabemos o deberíamos saber, al menos por la reciente actualidad política, Ciudadanos forma parte del grupo de liberales europeos. Me interesa especialmente la cuestión del liberalismo, que al menos en cierto momento histórico supuso una determinada concepción del progreso, en un país tan bizarro, que la derecha más cerca a veces se denomina “liberal” tratando de saltarse unas cuantas décadas ignominia. Esto es debido a que en España la historia de la derecha está tan impregnada de franquismo, que el Partido Popular jamás ha sido admitido en ningún grupo liberal de carácter internacional, como resulta lógico, saludable y consecuente, siendo apartados a otros de carácter más conservador y abiertamente anticomunistas (si es que eso significa algo).

Ciudadanos, en cambio, sí forma parte de la llamada Internacional Liberal, aunque esperamos que sigan siendo consecuentes y los expulsen cuanto antes por sinvergüenzas, como resulta de pactar con ultrareaccionarios como los de Vox. Uno de los principios liberales de estos grupos liberales internacionales, además de por supuesto defender la democracia representativa y la economía de libre mercado, alude a algo tan ambiguo como la “justicia social”, que ya me contarán ustedes qué partido no va a defender de boquilla para seducir a las masas. Por cierto, otra de los admitidos en esta Internacional en España es el llamado Partido Libertario, al que habría que denunciar por apropiación de términos políticamente indebidos, si no fuera porque los ácratas no creemos demasiado en la propiedad intelectual. Si repasamos las tres patas del trifachito, algo en lo que profundizaremos en otro momento: tenemos a un PP, todavía tan impregnado de rancio y sacristía, que ha sido incapaz de ser admitido en ningún grupo internacional medianamente decente; tenemos a un Vox, que no deja de ser una escisión del anterior defendiendo la esencias rancias, y tenemos a un Ciudadanos, que pretende ocupar un espacio liberal, que oscila entre el conservadurismo y cierto progresismo coyuntural. Ideologías aparte, de las que no está mal empaparse un poquito al menos para no hacer el ridículo, solo contemplo diferencias de matiz entre estas fuerzas políticas ávidas de poder. ¿Y la izquierda parlamentaria? Nos armaremos de valor para hablar de ella la próxima vez.

Juan Cáspar

Un pensamiento sobre “Ciudadanos”

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