ANARQUISMO COLONIA ESPARTACO

Como resolvía la Revolución el tema de los menores no acompañados

LA REVOLUCIÓN QUE SE PUSO EN MARCHA a partir del 19 de julio de 1936 atendió muchas necesidades poco conocidas y que forman parte de lo que hoy denominamos «cuidados» colectivos.

Tiempo habrá para hablar de las colonias que la CNT-FAI y Mujeres Libres pusieron en marcha y lo que estas colonias supusieron desde el punto de vista revolucionario. Cuando se afirma que otros mundos son posibles, lo son porque lo fueron y, además, en plena Guerra Civil, es decir, en las peores condiciones posibles.

La guerra, precisamente, afectó a la infancia y numerosos niños y niñas quedaron sin padre, sin madre o sin ambos progenitores en una difícil situación. El Movimiento Libertario afrontó esa situación sin necesidad de Estado o de acuerdo entre partidos políticos en las Cortes para acogerlos en diversos territorios basando el acogimiento en la solidaridad y el apoyo mutuo.

Vamos a contar un caso entre muchos que existieron. La Oficina Auxiliar del Comité Ferroviario MZA «acogieron a un centenar de criaturas víctimas de la guerra». Muchas de estas criaturas perdieron al padre en la lucha revolucionaria, otras tienen al padre y algunas a la madre luchando. Para atender a estas criaturas y sacarlas de los frentes de guerra, estos ferroviarios eligieron un palacio en un paraje de la costa catalana, y término de Argentona, para instalar a estas criaturas. El edificio había sido requisado por los trabajadores y trabajadoras el 19 de julio y cedido a los ferroviarios para la colonia.

La colonia fue bautizada con el nombre de Espartaco, un gladiador esclavo que protagonizó una rebelión contra Roma en el siglo I a. C., convirtiéndose para el anarquismo en un símbolo de la resistencia contra la opresión.

En un artículo aparecido en Tierra y Libertad1 se alababa el lugar elegido por tener mucho arbolado donde correr libremente. Los responsables de la colonia, decían en el artículo:

«(…) han sabido hermanar la pedagogía con la libertad. Cada grupo de diez niños tiene una compañera que se encarga exclusivamente de atender, cuidar, servir en la mesa y en el dormitorio a su grupo (…) como una madre». 

Los niños y niñas que estaban entre los 6 y 12 años estaban, por tanto, en edad escolar. Se formaron tres clases y «Una compañera y dos compañeros están al frente de la escuela de la Colonia, perfectamente servida por ellos y dotada de material».

El artículo concluía haciendo referencia a quién se había hecho cargo de estas criaturas asumiendo que era obra de la revolución solventar la situación de estos menores que procedían de diversos lugares del país:

«Esta obra de los ferroviarios de la central sindical que siempre alzó en alto su bandera revolucionaria y el prestigio de sus valores morales identificados con el anarquismo humanista y leal a los primordiales derechos de la personalidad, han sostenido y sostienen la Colonia Espartaco con un desprendimiento y un desinterés constantes».

Sin duda, otros mundos son posibles sustentados sobre valores que nada tienen que ver con lo que hoy está ocurriendo con los menores que llegan a Canarias y que muchos meses después continúan mal atendidos porque el Estado (gobiernos central y autonómicos) no es capaz de priorizar el cuidado de la infancia en situaciones excepcionales.

Laura Vicente 

  1. Tierra y Libertad, 31 julio 1937. «Obra confederal. La colonia “Espartaco”. En Argentona». ↩︎

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