Nada en los libros de Los Gimenólogos, recorre la senda habitual de la Historia hegemónica avalada por la Academia (todo con mayúsculas). Para empezar, no es habitual la autoría colectiva, tampoco lo es la manera de enlazar materiales proporcionados por «amigos» que se han ido reuniendo a lo largo de los años, su manera de entender la historia también es peculiar.
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Aquellas mujeres que revolucionaron la existencia
Miles de mujeres libertarias (28.000 en agosto de 1937) reinterpretaron su papel y pusieron en marcha una revolución de la vida, de la existencia. Una revolución entendida como mutación cultural que no pretende dar un vuelco a todo como sus compañeros. Además de que, no se consideran sujeto político, ficción dominante de la modernidad patriarcal y que supone una teoría de la soberanía, una representación del poder, un relato individualista acerca del sujeto y de su autonomía. Ellas encaran la revolución practicando la escucha de lo que sucede (no de lo que quisieran que sucediera) con enfoques prácticos y de eficacia que supone poner el cuerpo en las cosas para solucionar problemas. Sus objetivos parecen pequeños, humildes, rechazan (porque no están impregnadas) los eslóganes ideológicos y realizan un ejercicio de emancipación cognitiva, una contranarrativa que busca modificar la perspectiva de lo que está sucediendo, cambiando las preguntas para poder proponer nuevas respuestas. Inventan una nueva gramática, un nuevo lenguaje para entender la mutación social, la transformación de la sensibilidad y la conciencia que estaba teniendo lugar.
Su revolución no empezó asaltando palacios, ni el cielo, ni los cuarteles del enemigo, empezó en las guarderías, en los comedores colectivos, en las maternidades, entre las personas refugiadas, entre huérfanos y huérfanas, entre las criaturas, en los cafés de las colectividades rurales donde no podían entrar, entre las prostitutas, etc. Mostraron que una revolución no es únicamente una suplantación de modos de gobierno, sino, y, sobre todo, un colapso de los modos de representación, una sacudida del universo semiótico, una reordenación de cuerpos y voces, una redistribución de espacios y de gestos. No resulta fácil decir exactamente cómo comienza un proceso de emancipación colectivo. Pero ellas sintieron la vibración que produce en los cuerpos que son atravesados por dicho proceso. Expresaron con palabras la energía mágica de la resistencia y de la lucha[1].
Los cuidados. Un ejemplo: las guarderías en las ciudades
Los cuidados son todo lo necesario para que la vida funcione como ya hemos dicho; el capitalismo los obtiene gratis y los invisibiliza. Como sabemos, en la economía capitalista, la vida no es responsabilidad colectiva, sino que es responsabilidad individual de las mujeres (los hombres nunca han cuidado, al igual que las mujeres de clase alta), el sistema siempre necesita de esa cara B de la economía basada en el expolio de la vida, de la gente y del planeta[2].
En tiempos de guerra se incrementa el daño a la vida y repararlo queda, como siempre, en manos de las mujeres. Así fue en la Guerra Civil, especialmente en la retaguardia donde las mujeres organizaron de otra manera los «cuidados» que la Revolución mantuvo en sus manos, ocupándose de solucionar un sinfín de problemas cotidianos. La sociedad vivió un terremoto en la retaguardia, espacio que se feminizó.
Además, las mujeres quisieron vivir una vida plena en medio del desbarajuste de la guerra, de los bombardeos, de la proximidad del frente de batalla, de las personas heridas o muertas que había que cuidar o enterrar. En ese contexto, tomaron la palabra y la agencia, enunciaron y actuaron sobre sus problemas, sus deseos, sus tristezas, sus sueños y sus temores.
Los problemas para que las mujeres pudieran reunirse antes de la guerra eran numerosos al recaer sobre ellas el cuidado de la casa y de los hijos/as tras su jornada de trabajo. Mujeres anarquistas buscaron algunas soluciones antes de la guerra sin contar con los hombres, Sara Berenguer indicaba que, para asistir a las reuniones de los sindicatos (CNT), «de común acuerdo, una de ellas, por turno riguroso, guardaba los hijos de las demás para que las madres pudieran ausentarse»[3]. Soledad Estorach también habló de otra solución parecida que puso en marcha el Grupo Cultural Femenino de Barcelona y que llamó: «guarderías volantes». Ofrecían un servicio de guardería (miembros del grupo se desplazaban a los hogares de las mujeres para cuidar de sus criaturas) a las mujeres interesadas en hacer de delegadas sindicales en CNT. Cuando volvía a casa de la reunión, las mujeres que habían cuidado de sus criaturas les explicaban más cosas sobre la importancia de que las mujeres pudieran desarrollar actividad sindical[4]. Pocas veces se ha valorado esta dificultad añadida que las mujeres tenían para la militancia y el activismo sindical.
Ya durante la Guerra Civil, era habitual que en las páginas de Mujeres Libres aparecieran artículos y textos breves en que se afirmaba que todas las mujeres eran necesarias y que todos los trabajos eran igualmente importantes. Estas afirmaciones tenían su razón de ser, Mujeres Libres consideraba que las mujeres tenían que trabajar en la producción, y mucho, para ganar la guerra y asegurar las transformaciones revolucionarias. Para ello, era necesario que los Comités revolucionarios primero y posteriormente los gobiernos se involucraran y facilitaran esta incorporación al trabajo asumiendo el cuidado de las criaturas y otras personas dependientes. Aurea Cuadrado[5] propuso varias soluciones para resolver el problema de las criaturas: hacer turnos en las escuelas que coincidieran con los turnos de trabajo, creación de parques infantiles, guarderías para criaturas de 2 a 4 años y casas cuna para lactantes. Algo se hizo, pero no lo suficiente.
Las secciones de trabajo de MMLL estaban interesadas también en resolver el cuidado de las criaturas y por eso abogaron en su primer Congreso por la creación de guarderías en fábricas y talleres con dependencias para amamantarlas[6]. Igualmente se pusieron en marcha guarderías bajo protección de SIA (Solidaridad Internacional Antifascista)[7]. Estas guarderías especiales estaban destinadas a niñas y niños hasta los 15 años y también a los huérfanos/as de guerra.
¿Es más revolucionaria la toma del Palacio de Invierno en Rusia (1917), el asalto al cuartel de Atarazanas en Barcelona (1936) que solucionar el cuidado de las criaturas a través de guarderías autogestionadas por ellas mismas?
Estamos hablando de cambios culturales que no era fácil introducirlos, por ello, no sorprende que Hanneke Willemse[8] señalara que, ninguna mujer entrevistada (años después de la revolución), a excepción de una, se acordara de haber intervenido en nada que tuviese que ver con la organización de algo. Ellas le contaron que «en el lugar de los hombres no se sentían en su sitio»[9]. Esta afirmación identifica «organizar algo» con «el lugar de los hombres»; ellas organizaron muchas cosas en otros espacios que por su escaso valor patriarcal olvidaron o no lo consideraron importante.
La revolución puede ser una reordenación de cuerpos y voces, una redistribución de espacios y de gestos (por ej.: mujeres dando soluciones a los cuidados). Es clave capturar la singularidad de cada uno de los acontecimientos, pluralizar las perspectivas y construir un calidoscopio de verdades precarias capaces de mantenerse leales a la singularidad de las experiencias. Se trata de un descenso en lo ordinario que se aleja de las universalizaciones. Lo precario de sus verdades no lo consideramos como debilidad sino como potencia, en tanto que se resiste a la totalización y a la clausura del sentido[10].
¿Aquellas mujeres revolucionaron la existencia? Depende de nuestra manera de entender la revolución
Laura Vicente
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[1] Algunas reflexiones sobre la revolución proceden de Paul B. Preciado (2022): Dysphoria mundi. Barcelona, Anagrama
[2] Planteamientos de Amaia Pérez Orozco.
[3] Sara Berenguer (1988): Entre el sol y la tormenta. Treinta y dos meses de guerra (1936-1939). Barcelona, Seuba, p. 217.
[4] Martha A. Ackelsberg, (2000, 2ª ed.): Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres. Barcelona, Virus, p. 160.
[5] Áurea Cuadrado, “Adaptación profesional de la mujer”, Mujeres Libres, nº 11 (sin referencia cronológica), noviembre de 1937.
[6] Martha A. Ackelsberg, Mujeres Libres. p. 193.
[7] Berenguer, Entre el sol y la tormenta, p. 154.
[8] Hanneke Willemse (2002): Pasado compartido. Memorias de anarcosindicalistas de Albalate de Cinca, 1928-1938. Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza.
[9] Willemse: Pasado compartido, p. 320.
[10] Catalina Trevisacce y Cecilia Varela, “Los feminismos entre la política de cifras y la experticia en violencia de género”, pp. 108-109 en Deborah Daich y Cecilia Varela (2020): Los feminismos en la encrucijada del punitivismo. Buenos Aires, Biblos.
Eduardo de Guzmán, periodista y escritor libertario
Recientemente, he tenido oportunidad de disfrutar de nuevo de la emotiva, y espeluznante a veces por los temas trágicos que trata, prosa periodística de Eduardo de Guzman: es el caso de su crónica del crimen de Estado de Casas Viejas y de algunos artículos sobre la guerra incivil, así como de las transformaciones revolucionarias llevadas a cabo de forma paralela al enfrentamiento con el fascismo.
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María la Jabalina, joven anarquista asesinada por el franquismo
El nombre real de María “la Jabalina” era María Pérez Lacruz. Nació el 3 de mayo de 1917 en Teruel (Aragón), hija de Manuel e Isabel, y su mote proviene de que su familia provenía de la zona de Jabaloyas, en la Sierra de Albarracín. Debido a la necesidad económica, la familia de trasladará en 1923 a la ciudad portuaria de Sagunto, en Valencia, y María tendrá que trabajar ya a corta edad ayudando en un puesto de verduras, junto a sus cinco hermanos, y limpiando en una casa ajena. En 1934, con 17 años, entrará a formar parte de las Juventudes Libertarias y, tras el alzamiento fascista en julio de 1936, se incorporará a la Columna de Hierro y participará, como enfermera, en la creación de un hospital de campaña.
Seguir leyendo María la Jabalina, joven anarquista asesinada por el franquismoRelatos históricos infames
Me entero de que un libro del repulsivo Pío Moa, Los mitos de la guerra civil, que data de hace casi dos décadas, se publica ahora en Francia. Para quien no sepa quién es este personaje, hablamos de un tipo que fue comunista, nada menos que militante del Grapo, para después convertirse en ultraderechista defensor de la dictadura franquista y autor de libros de ambición historiográfica en los que defendía las tesis fachas de siempre. Hubo un tiempo en que sus libros se vendían mucho, en este inenarrable país, y el Partido Popular daba cierto pábulo a Moa, pero la cosa era intelectualmente tan ridícula y descabellada, que le acabaron retirando el apoyo, al menos, oficialmente. Hoy, creo que encuentra sustento en Vox y sus medios afines y, al parecer, en el país vecino ha encontrado quien cree poder sacar rédito de su obra. Ha habido, afortundamente, voces galas que le han puesto en su sitio y le han calificado de mero falsificador de la historia de España. En lo que no estoy muy de acuerdo es en calificar a Moa de «revisionista», ya que, al margen de falacias, no sé qué diablos hay de original en culpar a la izquierda del conflicto civil y en considerar que Franco y sus secuaces no tuvieron más remedio que sublevarse para salvar al país de la horda roja. Es una narrativa fomentada por la dictadura durante décadas, con un auténtico lavado de cerebro para varias generaciones, que llega hasta el día de hoy; valga como ejemplo más reciente la inauguración de una infame estatua en la capital del Reino, en la que se homenajea el centenario de la Legión, un cuerpo expedicionario de historial sangriento, fundado por el filofascista Millán-Astray, que tanto ayudó al triunfo de los reaccionarios en la guerra civil (y social).
Seguir leyendo Relatos históricos infamesPresentación del libro «El mito de las checas. Historia y memoria de los comités revolucionarios (Madrid, 1936)»
El próximo viernes 14 de octubre, Fernando Jiménez Herrera presentará en la sede de la FAL su nuevo libro: El mito de las checas. Historia y memoria de los comités revolucionarios (Madrid, 1936). Un estudio sobre las denominadas ‘checas’, bautizadas así por la derecha durante la guerra y la posguerra. El autor pone el foco en los comités revolucionarios para aproximarnos a una realidad, quizá, desatendida por la historia, alejándonos del mito construido desde el relato de los golpistas y respondiendo diferentes interrogantes.
Seguir leyendo Presentación del libro «El mito de las checas. Historia y memoria de los comités revolucionarios (Madrid, 1936)»La libertad amorosa en el campo aragonés en 1936
La lectura del testimonio de Antoine Gimenez, titulado: Del amor, la guerra y la revolución. Recuerdos de la guerra de España del 19 de julio de 1936 al 9 de febrero de 1939, resulta deslumbrante. Antoine Gimenez, italiano, resulta ser Bruno Salvadori, un anarquista que vivió el nacimiento y la actividad de las milicias anarquistas desde el inicio de la Guerra Civil en el Frente de Aragón.
Seguir leyendo La libertad amorosa en el campo aragonés en 1936Revolución y guerra
Mis últimas lecturas buscan cualquier detalle sobre la vida cotidiana de la Revolución social que se produjo tras el golpe de Estado y el inicio de la Guerra Civil española en julio de 1936. Por tanto, los libros de recuerdos y de memorias me interesan especialmente. En este caso, la lectura se centra en los recuerdos de una pareja trotskista, Mary Low y Juan Breà, ella anglo-australiana y él cubano. Viajan a España en cuanto saben que la Revolución se ha iniciado en España, apenas unos días después del golpe de Estado.
Seguir leyendo Revolución y guerraMujeres Libres y Amparo Poch y Gascón en su 50 aniversario (16 francos con 29 céntimos)
El 50 aniversario de la muerte de Amparo Poch (15 de abril de 1968) está sirviendo para que se produzcan algunos homenajes que, aunque tardíos, resultan merecidos[1]. Este artículo no pretende hacer una biografía hagiográfica, ni siquiera una biografía convencional, solo pretende homenajearla y recordarla en el momento en que Amparo Poch hizo su apuesta definitiva por un sueño emancipatorio en el contexto de la guerra civil española y de la revolución de 1936. Seguir leyendo Mujeres Libres y Amparo Poch y Gascón en su 50 aniversario (16 francos con 29 céntimos)
‘El arte de volar’, el exterminio de una generación enorme
El arte de volar, escrita por Antonio Altarriba y dibujada por el popular Kim, novela gráfica muy premiada, editada ya hace unos años, es una inmejorable obra para disfrutar por parte de los aficionados al cómic, introducir a los profanos y, más importante, recuperar algo de la muy maltratada memoria histórica en España.
Altarriba escribe un emotivo homenaje a su padre, Antonio Altarriba Lope, que se quitó la vida el Seguir leyendo ‘El arte de volar’, el exterminio de una generación enorme