De la independencia judicial y de los gases intestinales

Como tengo tanto tiempo libre me he apuntado al Club de Lectura de mi pueblo. Quince mujeres, incluyendo a la dirigente, y yo único varón. En los deberes propuestos, la novela Moby Dick. El día acordado aparecen las señoras, entre ellas una joven madre con su recién parido bebé. Grandes elogios al niño precioso y todo eso con voces aflautadas. Madre orgullosa y tal. La veo bastante desmejorada. Fin de las carantoñas.

Nos sentamos en semicírculo y antes de comenzar, pa que no moleste el crío, la madre le pone una grabación que le hizo una empresa de sonidos del vientre materno, «pa que no llore y esté tranquilo». Me tapo la cara con las manos, como si me relajase la vista.

Empiezan a hablar de la novela. Yo llevo apuntes sobre la gestión de una ballena en un buque del siglo XIX, descuartizamiento, aprovechamiento y todo eso. Me interesaba sobre todo cómo la subían desde el agua a la cubierta. Pero como la conversación discurre con el sonido de fondo del corazón materno, de su respiración…, y de los inquietantes gorgoteos intestinales, gases, progresión de las heces, etc., la verdad es que me abstraigo y me pongo a pensar en lo que os decía hace unos días: legislación y leyes.

La cuestión que planteo es la siguiente: siendo la ley una norma que se dicta para regular el comportamiento y las relaciones entre las personas… ¿No sería lógico que la gente conociera las leyes? Pero como ya os conté, tal cosa es imposible. Por su extensión, por su número, por su lenguaje técnico, por sus interrelaciones, por su perpetuo cambio, es imposible conocer la Ley. No estamos en el mundo de una «ley simple conocida por todos», en donde cualquiera pueda ser juez. Estamos ante leyes diabólicas que solo pueden ser gestionadas por un tío pellejo vestido de negro.

Es por eso, con absoluta seguridad lo digo, que cualquiera de nosotros a lo largo del día, incumple varias leyes desconocidas. Y es por eso que los políticos y gobernantes, del mismo modo, se saltan las leyes varias veces al día, no digamos ya en un año de legislatura. Hay que redactar tanto papel, tanta literatura indigesta, tanto formulario, tanta leche migá, que no se aclara ni el de la imprenta.

Y así vemos, de cuando en cuando, que algún político acaba en la trena tras un proceso kafkiano.

Lo cual es debido a que los jueces son independientes. Es decir, nos cuenta la izquierda indignada, que los jueces han perdido su independencia y que abren procesos políticos. Y yo os digo que si los abren, es precisamente porque son independientes.

Es que una cosa es ser un reaccionario (la mayoría de los jueces lo son), y otra muy distinta ser independiente. Alguien independiente puede ser un puro fascista. Y lo normal es que cuando un juez fachorro interpreta la ley, lo haga desde su independencia. Así sale un togado y se pone a investigar a la mujer del Presidente del Gobierno (bachillerato y diplomas de privadas, profesión consultora –persona que da consejos independientes–), pa ver si puede entrullarla porque metió la pata en algo retorcido, y de camino coger fama de juez facha y dar conferencias de pago en el círculo de empresarios.

Mayor independencia…, pues no se me ocurre… Caramba, que el bebé, a pesar del sonido de los peos de mamá, se ha puesto a llorar…

Hay que ver qué cosas inventan. Ya se me ha ido el hilo.

Acratosaurio rex
https://www.alasbarricadas.org/noticias/node/54872

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