Entrevista a Tomás Ibáñez por el periódico Rojo y Negro, junio 2019

Militante y teórico libertario desde 1960, hijo del exilio en Francia, participó en la creación de la «A» circulada. Se incorporó a la luchas de la Federación Ibérica de las Juventudes Libertarias (FIJL) contra la dictadura. Participó activamente en el «Mayo del 68» y posteriormente en la reconstrucción de la CNT. Catedrático de Psicología Social en la Universidad Autónoma de Barcelona hasta su jubilación. Cofundador de la revista Archipiélago, ha publicado numerosos libros y artículos. Los más recientes: Anarquismo es movimiento (2014); Anarquismos a contratiempo (2017); Agitando los anarquismos (2018); Contra la dominación (2019).

– En estas fechas, todo el país está envuelto en varios procesos electorales, ¿qué opinas de la situación política actual?, ¿qué está sucediendo para que la extrema derecha franquista vuelva con fuerza?, ¿son tiempos de abstención activa?
Para entender lo que ocurre en España es preciso mirar también hacia fuera de ella enmarcando su situación en unas tendencias generales que comparte con los países de su entorno y que están modificando profundamente el escenario político. La irrupción de Vox se inscribe en el auge generalizado de los populismos de extrema derecha, pero también resulta de factores locales.
Uno de ellos remite a la memoria histórica del franquismo que aún pesa en el imaginario de una población cuyos ascendentes se identificaban en buen número con ese régimen. Ahora bien, lejos de ser una mera emanación del franquismo, Vox es un fenómeno político novedoso dotado de rasgos singulares, y conviene tenerlo en cuenta si se quiere plantarle cara con cierta eficacia.
Otro factor de carácter local consiste en el carácter reactivo de ese fenómeno frente a un nacionalismo que compite con el nacionalismo español. No había que ser muy perspicaz para pronosticar en 2017, como algunos así lo hicimos, que la consecuencia de contribuir al auge del independentismo nacionalista en Catalunya iba a provocar un fortalecimiento simétrico del nacionalismo español, dando alas a los sectores más reaccionarios.
En ese contexto, la abstención activa es más necesaria que nunca. Para culpabilizar la abstención se esgrime la papeleta electoral como el arma que debemos empuñar para luchar contra Vox. Sin embargo, llevar el combate contra la extrema derecha al terreno electoral, y hacer depender su derrota de nuestra papeleta, contribuye a situarla como una opción democráticamente posible, blanqueando su carácter profundamente antidemocrático. Se descuida así el terreno donde realmente hay que afrontarla, el de las prácticas cotidianas que son insustituibles para esterilizar todos sus caldos de cultivo. Además, cuando cunde cierta desafección hacia el sistema de partidos y su circo electoral, resulta que azuzar el temor a la presencia de la extrema derecha en los parlamentos es un potente instrumento para motivar al electorado y conseguir que no cambie nada que sea realmente importante para la perpetuación del sistema.

– ¿Cómo vives la situación política de Catalunya?
En tanto que observador político la vivo con enorme interés, pero en tanto que militante la vivo con una considerable desesperación. Con enorme interés porque Catalunya constituye desde hace años un magnífico laboratorio donde se puede observar la manera en la que el nacionalismo va creando las condiciones para una tormenta perfecta. Con desesperación porque esa tormenta perfecta, donde lo que prima es la afectividad identitaria, está postergando para largo tiempo la emergencia de luchas sociales con algunas tonalidades libertarias.

– Has escrito recientemente una serie de cartas sobre la participación de sectores libertarios en el proceso independentista. Desde el pensamiento anarquista, internacionalista, ¿qué valoración haces de esta relación?
Implicarse en ese proceso constituye un tremendo error. Para justificar esa implicación se han elaborado muchos relatos más o menos convincentes, pero todos ellos adolecen de una infravaloración sistemática del componente nacionalista del procés. Se argumenta, por ejemplo, que debemos participar en las luchas populares aunque estas no reflejen plenamente nuestras orientaciones porque es así como podemos inyectarles tonalidades libertarias. Aunque eso es cierto, el error consiste en infravalorar los contenidos concretos de las luchas más allá de su carácter “popular”. Algunos son incompatibles con las orientaciones libertarias, y las luchas que tienen resonancias nacionalistas y que mantienen vinculaciones gubernamentales ilustran esa incompatibilidad.
Otro de los errores consiste en creer que la actual lucha en Catalunya va a dinamizar los conflictos en España, haciendo estallar el sistema capitalista o, por lo menos, el régimen del 78. Se obvia así que buena parte de lo que realmente se suscita es una reacción de carácter tan nacionalista como la que existe en Catalunya.

– Por otra parte, has hecho públicas tres cartas en las que terminas comunicando tu desafiliación del Sindicato de Enseñanza de Barcelona. ¿Qué te ha llevado a ello? ¿Esa era la única solución, la mejor solución?
Lo cierto es que me quedé de piedra al enterarme de que mi sindicato se sumaba a la huelga general convocada por el sindicato independentista I-CSC, y respaldada por el Gobierno de Catalunya. Cuando el Tribunal Supremo cambió la fecha de inicio del juicio el I-CSC aplazó ipso facto la convocatoria para hacerla coincidir con la nueva fecha, explicitando así la auténtica motivación de la huelga general.
Al comprobar que mi sindicato se sumaba de nuevo a la consigna de la I-CSC, entendí que mi postura distaba demasiado del sentir mayoritario y me desafilié de un sindicato en el que ya no me sentía mínimamente cómodo.
Ciertamente, con más años de vida por delante, esa no me hubiera parecido la mejor solución, y hubiese volcado mis energías en intentar cambiar la orientación del sindicato, pero admito que ya no me veo con ánimos de derrochar tal esfuerzo y prefiero dedicar tiempo y trabajo a otras actividades militantes.

– Con un enfoque más amplio, trascendiendo la situación concreta de nuestro país, ¿cuál es el estado en que se encuentra el movimiento anarquista en el mundo?, ¿qué futuro le auguras?
La situación del movimiento anarquista dista mucho de ser pletórica, pero me atrevería a decir que nunca fue tan buena. En efecto, nunca el anarquismo estuvo presente en tantos lugares del planeta, y resulta además que sus principios básicos conectan mejor que nunca con ciertas características del mundo contemporáneo. Resulta, además, que de confirmarse las líneas evolutivas que se van dibujando, el futuro del anarquismo parece estar garantizado por partida doble.
Por una parte, todo indica que la conexión entre los principios básicos del anarquismo y algunas de las características del mundo se va a acentuar, fertilizando así el terreno para las ideas libertarias. Por otra parte, esas líneas evolutivas también anuncian la expansión de los dispositivos de dominación y, paradójicamente, eso también propicia la correlativa expansión de aquello que tiene por vocación luchar contra la dominación, es decir, el anarquismo, aunque el desenlace final de esa contienda resulte más que preocupante en el contexto del totalitarismo de nuevo cuño que las tecnologías de punta están promoviendo.

– ¿Qué mensajes de optimismo podemos dar para que la revolución social se vaya abriendo camino? El movimiento 8M, la lucha por las pensiones públicas dignas o los viernes por el futuro (la lucha estudiantil contra el cambio climático) ¿son ejemplos válidos de que la lucha continúa?
Yo no lo plantearía en términos de que la revolución social se vaya abriendo camino, sino en términos de suscitar el deseo de revolución en un número creciente de colectivos y de individualidades. Ese deseo es fundamental para potenciar las luchas radicales, y para fomentar sensibilidades libertarias, y es bien cierto que son muchas las luchas actuales que, sin plantearse una hipotética revolución social, pueden engendrar ese deseo. Muchas de ellas son luchas concretas que parecen limitarse a aspectos parciales, sin embargo, resulta que esos aspectos parciales tienen un alcance global, o por lo menos potencialmente global, como es el caso de las tres movilizaciones que mencionas. Facilitadas por las nuevas tecnologías, las grandes movilizaciones sociales más o menos espontáneas que surgen en el mundo pueden llegar a poner el sistema “fuera de control”, sobre todo si factores casuales hacen que converjan en un determinado momento abriendo de esa forma posibilidades de cambio total.

Jacinto Ceacero (periódico Rojo y Negro)

Artículo publicado originalmente en el periódico Rojo y Negro # 335, Madrid, junio 2019. Número completo accesible en http://rojoynegro.info/sites/default/files/rojoynegro%20335%20junio.pdf

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