ACRACIA ANARQUISMO NIHILISMO

¿Existe la ultraderecha?

He oído ya en diversas ocasiones, por parte de algunas voces interesadas o intelectualmente perezosas, que en realidad no existe la ultraderecha en este inefable país. Creo que uno de los responsables de que esto se repita es el pseudosabio, redundante en un maniqueísmo preescolar y con una pléyade de seguidores bastante acríticos, Antonio Escohotado (que en paz descanse, ojo, vaya por delante). Resulta patética esta aseveración, a la par que significativa, en un indescriptible país que sufrió un golpe reaccionario y cuatro décadas de dictadora ultranacionalista y ultraconservadora, es decir, de extrema derecha. Como dijo aquel, un día la clase política se acostó franquista (es decir, de ultraderecha) y al día siguiente se levantó tremendamente demócrata para repartirse porciones del pastel patrio. Es posible que todo esto sea síntoma del muy descerebrado fin de las ideologías, donde se quiere pasar porque ya no existen izquierdas y derechas, por lo que se entiende que mucho menos sus extremos. Pero, no nos pongamos ambiguos y abstractos, acorde con estos tiempos, concretemos y analicemos. Recordaremos que el Partido Popular, la derecha de este país (no sé si cobarde, pero derecha al fin y al cabo), es el heredero más evidente de aquel monstruo franquista ultraderechista y, de hecho, su fundador fue ministro de la dictadura; sí, un heredero que pasa ahora por ser entrañablemente demócrata y constitucional, pero heredero al fin y al cabo.

Muy probablemente, la pose reaccionaria de la derecha oficial, que continuó en democracia, fue solo un leve contrapeso moral para que otros gobiernos presuntamente más progresistas llevaran a cabo las medidas que dictaban desde la mezquina unión europea desindustrializando el país y creando un mercado laboral vergonzante. En las políticas neoliberales, que debían llevar a cabo los gobiernos del pelaje que fuera, no había distingos entre izquierdas y derechas. No obstante, es cierto, el partido popular se seguía nutriendo de un electorado todavía vinculado a la dictadura, por lo que se ha debatido entre esos guiños reaccionarios ya casposos y una intención liberal más bien inexistente (y no me refiero en lo económico, que ahí suelen coincidir todos en defender a las élites). En otras palabras, aunque los populares se han calificado a menudo de centroderecha, su ambigüedad le ha hecho oscilar hasta lo que podemos llamar sin problema ultraderecha (no confundir con el fascismo, que ya no son tiempos). Pero, será esa misma ambigüedad, la que conduzca a una escisión promovida por ciertos cuadros populares para crear hace unos años el partido Vox. Entre esos elementos fundadores estuvo Alejo Vidal-Quadras, que pasa por ser liberal conservador, pero que yo juro que he leído negro sobre blanco una justificación del golpe de Estado franquista en nombre de la sacrosanta propiedad privada (para unos pocos). Esta justificación del franquismo, de una u otra manera, se ha seguido dando en una derecha patria que jamás tuvo el menor atisbo de liberalismo (de la parte buena, me refiero), haremos bien en recordarlo.

Vox podemos calificarlo sin demasiado esfuerzo de un partido ultranacionalista y ultraconservador (es decir, digo yo, de extrema derecha), en otras palabras, la derecha que representaba el PP más claramente heredero del franquismo en su esencia más pura. De hecho, los fundadores de Vox eran gente crítica con los que dirigían la derecha oficial en aquel momento y muy afines al muy repulsivo José María Aznar, un tipo que pasó del falangismo a dirigir el país y organizar alguna que otra guerra. Si eso no es ultraderecha, no sé a qué se lo podemos llamar, aunque lo llamemos como lo llamemos es, efectivamente, moralmente repulsivo. Por si alguien quiere más pruebas de lo que la derecha y ultraderecha, cosas tremebundamente parecidas en este indescriptible país, señalaremos que uno de los ideólogos en la sombra de Vox, un tal Kiko Méndez-Monasterio, fue miembro de la Alianza por la Unidad Nacional, una fuerza abiertamente neofascista. Como ese fulano, a poco que se indaguea, hay muchos otros provenientes del fascismo en el partido liderado por Santiago Abascal y no digo que el partido lo sea técnicamente, ya que, insisto, estamos en otros tiempos. Abascal, por buscar más conexiones, ha sido bastante cercano a la nauseabunda Esperanza Aguirre. Claro que Aguirre, a su vez muy vinculada a la muy corrupta actual presidenta de la Comunidad de Madrid, no debe ser en absoluto de extrema derecha, sino una persona entrañablemente liberal. En fin, que la extrema derecha no existe y seguramente tampoco derecha ni izquierda. De hecho, gobierne quien gobierne, las cosas continúan siendo demasiado parecidas, pero al menos, llamemos a las cosas por su nombre.

Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2024/05/05/existe-la-ultraderecha/

Un pensamiento sobre “¿Existe la ultraderecha?”

  1. Yo de verdad doy con mi ideología (no con mis ideas) en este texto y sé porqué tengo esa ideología en mi cabeza (para no repetirla) pero encontrar personas alzando una moral superior desde el anarquismo también me produce náuseas.

    La cultura humana de este planeta es antifascista y combate el odio pero la superioridad no se mide en el «jefe» sino en que es el zapatero el que sabe hacer zapatos.

    En un hotel de Artes Gráficas yo soy el botones pero te llevo las maletas y te guío hasta tu habitación, apuntándote en el registro que llega directamente a dirección.

    En ese hotel no soy el inferior de, hago mi trabajo como todo el mundo y no soy igual que un camarero pero el camarero no es mi inferior al igual que la dirección no es mi superiora.

    Tenemos que vivir: montamos un hotel.

    Y el café de la mañana en la taberna es importante porque estrechamos lazos, resolvemos problemas y nos reconocemos iguales.

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