Anselmo Lorenzo fue el privilegiado espectador del nacimiento y desarrollo del proletariado militante y el hilo conductor durante casi medio siglo de la historia del sindicalismo hispano. Nacido en Toledo, emigró a Madrid, donde en 1868 entró en la Internacional de la mano de Giussepe Fanelli. Se carteó con Bakunin, conoció a Marx y Engels, colaboró con Francisco Ferrer Guardia, vivió el congreso constituyente de la CNT… toda una vida dedicada al anarcosindicalismo. Autor de El proletariado militante, un libro indispensable para estudiar la historia social europea, escribió también numerosos artículos, entre los que destacamos el que ahora reproducimos, publicado en la portada de ¡Adelante!, órgano de la CNT de Cuenca, en su número del 29 de abril de 1933.
La Fiesta del Trabajo
¡Fiesta del Trabajo! y en el Génesis, que la masa de ignorantes y de hipócritas acata como revelación divina, se afirma que a una humanidad nacida en un paraíso de delicias se le impuso el trabajo como una maldición, como un castigo, como una venganza, por haber cometido el pecado de vivir, porque quiso saber, porque comió el fruto prohibido del árbol de la ciencia.
¡Fiesta del Trabajo! y en una sociedad enriquecida por la inteligencia y por el esfuerzo de los trabajadores de todas las generaciones y de todos los paises, que vivieron en la esclavitud y en la servidumbre y viven hoy sometidos al salario, hay un 40 por 100 de obreros sin jornal a quienes se deja morir de miseria en sus tugurios o se les acorrala a tiros o a sablazos en cuanto se mueven o se atreven a levantar la voz en la plaza pública en defensa de sus derechos.
¡Fiesta del Trabajo! y en nuestro Código Civil, para justificar la usurpación que concede al propietario el monopolio de los frutos naturales, de los frutos industriales y de los frutos civiles, se presume que todas las obras, siembras y plantaciones son hechas por el propietario.
No; los trabajadores conscientes, los que lIevan la iniciativa del progreso, los que continúan la obra que se pretendió dejar paralizada en 1789, los que reivindican para todas y para todos la participación en el patrimonio universal, al ver pasar esas procesiones de obreros que llevan a la cabeza sus jefes y sus banderas rojas y pasan ante la benévola tolerancia de las autoridades, la simpatía burguesa y el elogio periodístico los señalan con el dedo diciendo:
-¡He aquí el cuarto Estado, el fruto del adulterio cometido por la Burguesía y eI Socialismo!
-¡¡Uf, qué asco!!
Cuando los del Quinto Estado, los parias, los que no tienen ni tendrán ya jornal, los reemplazados por las máquinas, los que no tienen acciones de ninguna cooperativa, ni cotizan en ninguna Casa del Pueblo o Bolsa de Trabajo, los que con el nombre de vagabundos presenta Gorki como una vergüenza y como una acusación, aquellos a quienes solidariza la coincidencia de la privación, del hambre, de la rabia y de la sublime indignación, se decidan a echar a rodar el simbólico Banquete de la Vida y hagan mesa redonda para todo el mundo, se celebrará entonces espléndida de Verdad, de Justicia y de Belleza, la Fiesta del Trabajo.
Hasta tanto… el derecho de accesión, el pacto del hambre, el álbum policiaco, el invento mecánico casi diario, el casero, el tendero, el prestamista, la prole hambrienta y otras mil zarandajas sociales, hacen que el 1º de Mayo valga tanto como el 1º de Noviembre.
Anselmo Lorenzo
http://laalcarriaobrera.blogspot.com/2009/03/anselmo-lorenzo-fue-el-privilegiado.html