La Revolución española y el cine anarquista

El cine libertario. Cuando las películas hacen historia es un excelente documental escrito y dirigido por José María Almela y Verónica Vigil.  Aunque existe una versión de 16 minutos, la cual fue nominada en su momento a los premios Goya, el auténtico trabajo audiovisual es el largometraje de 1 hora, que se proyectó en algunos festivales y fue emitido en el Canal Historia.

El caso de la producción cinematográfica anarquista, realizada durante la Revolución española, es una experiencia única no suficientemente conocida. La llegada de la II República en España coincide con la eclosión del séptimo arte como medio de masas y se intuye muy pronto su potencial cultural y propagandístico. Como nos recuerda Román Gubern, historiador cinematográfico, es una época dorada para el cine español en el que se produce por primera y única vez una completa sintonía entre el medio y la cultura de masas. El más poderoso sindicato del momento, la anarquista CNT, supo ver desde el primer momento el potencial artístico y propagandístico del cine. Por su propia naturaleza, el anarquismo está abierto a toda innovación en cualquier ámbito de la vida, por lo que no extraña en absoluto el interés mostrado en el séptimo arte como campo de experimentación. Al tener un progresivo aumento de afiliados pertenecientes a la producción, distribución y exhibición cinematográficas, la CNT crea en 1930 el SUEP (Sindicato Único de Espectáculos Públicos) el cual aglutina a todos los trabajadores del mundo del espectáculo. Entre los realizadores cinematográficos anarquistas, merece mencionarse a Armand Guerra (seudónimo de José Estivalis), personalidad excepcional a la que merece dedicarse todo un artículo. Es este hombre el que comienza, solo unos días antes del alzamiento militar de julio de 1936, el rodaje de Carne de fieras película a la pertenece la imagen del cartel de El cine libertario. Aunque este film no puede catalogarse estrictamente de producción anarquista, sí contiene algunos rasgos temáticos de lo que serán los posteriores trabajos, ya con la industria en manos de los trabajadores. Carne de fieras, título de obvio sentido ambivalente, muestra a una humilde pareja que adopta a un chaval aún más miserable, formando una familia no unida por lazos sanguíneos, sino por la solidaridad y el apoyo mutuo. A pesar de la interrupción que produce el conflicto bélico, Guerra decide acabar la película e incluso en alguna escena colectiva puede verse a milicianos armados como parte del contexto. Entre las influencia de este film, pueden mencionarse el expresionismo alemán y la gran La parada de los monstruos, de Tod Browning, que sin duda conocía muy bien el realizador. Desgraciadamente, Carne de fieras no sería estrenada hasta 56 años después.

La primera producción de la industria colectivizada será Reportaje del movimiento revolucionario, realizada en Barcelona por Mateo Santos. Es el SUEP el que aporta el material técnico para este trabajo y la CNT lo sostiene administrativamente, se trata de un documento excepcional que recoge los primeros momentos de acción revolucionaria en una Barcelona en manos de los trabajadores en el que el Estado ya no existe, transmitidos al espectador de una forma vívida y emocionalmente intensa. A principios de agosto de 1936, la industria cinematográfica está ya en manos de la CNT y de los trabajadores en Barcelona, incluidas la distribución y la exhibición. Es la organización sindical anarquista la que encarga de nuevo a Mateo Santos otro trabajo documental con buenos resultados, Barcelona trabaja para el frente, en el que se explica la organización de la retaguardia y se puede ver cómo los lugares enblemáticos de la burguesía ahora están gestionados por la clase obrera. En otra gran ciudad, Madrid, no existía una fuerza política hegemónica. En la capital española, los anarquistas crearán la productora Spartacus films y el informativo Momentos de España, noticiario de retaguardia de gran valor.

Es a mediados de octubre de 1936, cuando se crea el primer comité de producción cinematográfica en el que deciden hacerse films auténticamente sociales. El modelo primigenio para este tipo de cine estará en la producción soviética y en el de la alemania previa al nazismo. El primer guión elegido para convertirse en película es Aurora de esperanza, de Antonio Sau, de indudable temática obrerista. La idea central del film es que la clase obrera pasa un momento oscuro de domino de la burguesía, pero con la esperanza de que algún día llegará la nueva sociedad, la cual es la aurora del título con la que se concluye la historia. Ese deseo de que los trabajadores sean conscientes de que las cosas pueden ser de otra manera, así como la dignidad inherente al ser humano, están muy bien plasmados en el film; representa el primer ejemplo de cine revolucionario en España y puede considerarse como un precedente claro del neorrealismo. Otro hecho notable es que durante la Revolución española y Guerra Civil, el documental bélico tiene una importancia primordial, siendo otro importante laboratorio de experimentación. Los expertos consideran estas producciones la antesala de lo que luego será el cine en la Segunda Guerra Mundial. Las andaduras de la Columna Durruti, todo el proceso revolucionario en el que las tierras eran entregadas a los campesinos, fueron plasmados en importantes trabajos audiovisuales.

En 1937, otra producción de la CNT es ¡Nosotros somos así!, una original película musical protagonizada por niños de una escuela de danza barcelonesa. La influencia de este film parece ser esta vez el cine americano, la intenciones eran realizar una obra que gustara al gran público sin estar exenta de carga ideológica sobre la lucha de clases y de mensaje social. ¡Nosotros somos así! cuenta la historia de un niño rico, cuyo padre es condenado por espía al estallar la Guerra Civil siendo los hijos de la clase trabajadora los que finalmente interceden para salvar la vida de ese hombre. El 2 de agosto de ese mismo año, se crea el Consejo Superior de Cinematografía (o segundo comité) y se producen las películas Criminales y Alas negras en las que se denunciaba por primera vez los estragos producidos por los bombardeos sobre la población civil, la intención es crear conciencia sobre esos hechos cruentos, algo que se consiguió a nivel internacional generándose una importante campaña de solidaridad. Román Gubern nos introduce en unos hechos indignantes, si bien la mayoría del mundo artístico de Hollywood era partidario de la República española, la cúpula de magnates propietarios, intuyendo la victoria de Franco y para no perder un futuro mercado, prohibieron toda película de denuncia.

Otra importante película anarquista fue Barrios bajos, de Pedro Puche, folletín social de ambiente prostibulario muy influenciado por el cine francés de la época. Este film es un claro alegato contra la prostitución, lo que era la visión anarquista del momento, integrada por mujeres de las clases más humildes, y contra todo aquello que envilece al ser humano. Es un discurso que los anarquistas, poco amigos de meras teorizaciones, estaban llevando a la práctica en la acción revolucionaria. De nuevo nos encontramos ante una temática innovadora abordándose por primera vez las cuestiones de las drogas, algo sorprendente e inédito, o de la prostitución desde el punto de vista de la mujer. Sin embargo, tal vez la película más brillante de la industria colectivizada sea la comedia musical Nuestro culpable, dirigida por Fernando Mignoni, en la que el protagonista acaba en la cárcel después de robar a un banquero. De nuevo se realiza una película al estilo de Hollywood, con afán de entretener y divertir, pero en la que se muestra al mismo tiempo una crítica devastadora a la sociedad. Este film fue una de las últimas películas anarquistas estrenadas en 1938. Con la victoria franquista, multitud de trabajadores de la industria cinematográficas partieron hacia el exilio dejando tras de sí un legado único. Este importante cine realizado fue ocultado, relegado al olvido, y cuatro décadas de dictadura sumieron al país en las tinieblas, algo que todavía sigue constituyendo un lastre para el avance social. Como señala el historiador y compañero Juan Pablo Calero, viendo lo que se realizó con tan pocos medios nos queda la duda de lo que habría podido hacerse al cabo del tiempo. Que ello nos haga, además de continuar trabajando por la sociedad que nos gustaría, seguir soñando con ella.

Capi Vidal

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