CÁRCELES RÉGIMEN AISLAMIENTO

Se fundieron los plomos… En la cárcel

Hubo un corte de luz en toda la Península… ¿Recordáis cuando de pequeños, que se iban los plomos y nos quedábamos a oscuras? Te decían… «¡niño, mira los plomos!». Tenías que ir con una vela a la entrada de la casa, abrir la caja, bajar una palanca, ver cuál fusible estaba quemado, y liar un hilo de cobre (antes de plomo) entre dos tornillos. Subías la palanca y se encendía otra vez la bombilla de 40w… Bueno, claro, el día del Gran Apagón hubo un calentón en la red y todo se fue al diablo. Los técnicos tardaron, pero cambiaron los plomos, y ya está. 

¿Alguien ha pensado en lo que significa el apagón en la cárcel? Bueno, salvo quienes tienen familiares, amigos, los propios presos, o incluso los custodios… Nadie piensa en la cárcel. Es como pensar en estar difunto. Algo muy desagradable e inquietante. Porque como todos sabemos, la cárcel es una especie de laboratorio/residencia del Dr. Frankenstein, donde se llevan a cabo experimentos sobre lo que se le puede hacer a una persona, para su control y transformación.

Pues se va la luz y se disparan los generadores para servicios esenciales: cerraduras electrónicas, puertas automáticas, cámaras de vigilancia… Y todo lo «no esencial», se suspende: visitas, abogados, talleres, traslados, médicos. Es decir, todo dios encerrado dentro del encierro. Los familiares a los que pille allí el apagón, pues quedan enchironados también, y a esperar a que se solucione el tema. Y sin rechistar. Gente mayor, niños, madres, personas con movilidad reducida y visitantes que vienen de a tomar por saco, atrapados sin acceso a baños públicos, alimentos, ni información clara. Una delicia.

Los presos, como están en situación de muerte civil, despersonalizados, despojados de todo control en su día a día, sin intimidad, y con humillaciones cotidianas de mucha creatividad por parte de sus custodios, se lo toman con calma. Gozan de mucho tiempo, van sin prisa, y poseen mucho sentido del humor. El salero, la alegría y la ironía, es una estrategia de supervivencia en un lugar tan tétrico. 

En cambio, los funcionarios entran en paranoia: «no puedo salir de aquí, no sé si habrá relevo, no me cogen el teléfono, qué hora es, qué le pasa a la cámara, qué están pensando, por qué murmuran, me están mirando, ¡Y si se amotinan! ¡Dónde están los escudos! ¡Ay Dios Mío Sácame de Aquí! ¡Que me va a dar algo!…». 

En fin, cuando pase otra vez, que pasará, en lugar de juntar a tanto gabinete de crisis, en vez de tanto servicio de criptología, que manden a alguien a cambiar los plomos. Ah. Y que cierren las cárceles de una vez. Total, si los que tendrían que ir no van, ¿para qué las queremos?

Acratosaurio rex
https://www.alasbarricadas.org/noticias/node/57073

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