Durante la dictadura militar que sufrimos cuarenta años a los vencidos se nos secuestró, asesinó y encarceló durante largos períodos en sus sombrías cárceles. La de Carabanchel fue una de sus atrocidades más duras, la edificaron los presos que terminarían entre sus muros. Y durante la democracia vigilada que padecemos, que dura otros tantos años, nos han arrebatado la memoria.
Esto es una recopilación de las vivencias de cárcel –memoria militantes antifranquista– como la de otros compañeros que compartieron conmigo la lucha y las cárceles franquistas durante los últimos años de la dictadura.
Las vivencias de aquellos duros años de lucha y cárcel fueron protagonistas indiscutibles en las sobremesas de los encuentros que mantuvimos quienes habíamos compartido “mesa y mantel” durante los ‘70. Aquellos compañeros ‘de fatigas’ que nos denominábamos coloquialmente “los viejos rockeros” –supongo que lo decíamos porque “nunca mueren”–, seguíamos luchando y recordando.
En el número anterior, comenzamos nuestra entrevista al sociólogo jurídico Daniel Jiménez Franco (@unenormecampo en Twitter) preguntándole por el origen y la finalidad de las prisiones en el sistema capitalista. Este mes dejamos de lado la cuestión carcelaria para preguntarle por otros temas sobre los que ha escrito en diversos artículos y libros a lo largo de los últimos años: la transformación de su ciudad (Zaragoza) y el deterioro de los servicios públicos, la represión a activistas y personas migrantes y la denuncia de la tortura o violencia institucional. Todos sus escritos los podemos encontrar en Un Enorme Campo.
Leer a Dani Jiménez Franco – autor de obras como Trampas y Tormentos(2015) y Mercado-Estado-Cárcel en la democracia liberal española (2016) – siempre es muy enriquecedor. En su página web (Un Enorme Campo) tenemos acceso a muchos de sus artículos (incluido uno que ya publicamos en este periódico hace dos años), entrevistas, charlas, traducciones (es muy activo en este campo, traduciendo a autores extranjeros al castellano), su tesis e, incluso, a algunos de sus libros. Por ello, poder entrevistarle y profundizar en algunas de las cuestiones que analiza en sus textos ha sido un placer para nosotras.
Estaba hablando de la Condicional. A lo que voy: las Juntas de Vigilancia Penitenciaria deniegan los permisos a los reos, aunque tengan derecho a ello, y le mandan la papeleta al juez para que sea él quién lo suelte si quiere. El juez con el dictamen negativo, se marea mucho antes de dejar suelto a un preso el fin de semana para que vea a sus hijos, porque anda con la paranoia mediática. Porque si en el transcurso de los miles de permisos que se dan, algún penado viola a una persona, personajes miserables cuentan el caso con pelos y señales, trasmitiendo mensajes de miedo, odio y venganza.
Hace unos días manifestaba que escribiría algo sobre las alternativas a la locura carcelaria que nos invade, y la verdad me está resultando muy difícil. Por un lado los anarquistas deseamos abolir el sistema carcelario sustituyéndolo por una sociedad igualitaria etc (1). Esa es nuestra alternativa utópica. Por otro es que resulta que las alternativas realistas al encierro las plantea el propio Estado desde el siglo XIX.
En el artículo anterior manifestaba mi extrañeza por el mantenimiento en el régimen de aislamiento de Alfredo Cospito, so pretexto de que a sus órdenes e inspiración anda un vasto grupo de anarquistas deseosos de destruir el mundo. Hoy en cambio me gustaría mostrar lo que es el Régimen de Aislamiento, o más bien, los efectos que produce en los presos, sin demagogia, sin estridencias, a través de una Sentencia del Tribunal Supremo. Esto pasa en el Reino de España.
Si alguien tiene el buen gusto de leer mi columna, sabrá que hay un anarquista en Italia, Alfredo Cospito, que lleva desde el 20 de octubre de 2022 en huelga de hambre por la abolición del régimen de aislamiento en que se le mantiene, sin comunicaciones de ningún tipo. Este tipo de prisión fue creado en Italia para presos recalcitrantes y mafiosos.
Había mucha expectación para ver la última película de Alberto Rodríguez, Modelo 77. Tengo que decir que este director es para mí es uno de los más interesantes en la actualidad, y ahí está su filmografía para demostrarlo, donde ya había tocado de manera muy crítica la historia reciente de este país. Ahí están películas tan notables como Grupo 7, La isla mínima o El hombre de las mil caras, donde bajo el formato de policiacos o thrillers se denuncia una determinada realidad social y política de un país con demasiadas costuras.
Un espacio en la red para el anarquismo (o, mejor dicho, para los anarquismos), con especial atención para el escepticismo, la crítica, el librepensamiento y la filosofía en general