Archivo de la etiqueta: Símbolos anarquistas

ANARQUISMO A CIRCULADA

La A en un círculo. Pequeño dossier para disipar dudas sobre su origen

Podemos explorar e investigar exhaustivamente todos los archivos, retroceder en el tiempo tanto como nos sea posible y recorrer todos los continentes que, sin embargo, la realidad seguiría siendo tozuda: antes de abril de 1964, nunca una A en un círculo simbolizó la anarquía y el anarquismo.

Ningún cartel, ninguna inscripción mural, ni rastro alguno. No obstante, esta ausencia no encierra ningún misterio. Es tan simple como que dicho símbolo anarquista no podía existir antes de ser concebido, lo cual aconteció precisamente en abril de 1964.

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Las banderas de los ácratas: vexilología desde la perspectiva libertaria

Hay un pensamiento erróneo muy extendido que dice que el anarquismo no entiende de banderas ni estandartes, que a los libertarios no les representan y se muestra rechazo hacia esos « trapos ». Sin embargo, esa afirmación no puede estar más alejada de la realidad y en este artículo se pretende exponer la idea contraria para enfocar un poco la luz sobre ese asunto. En la historia de los dominadores, las banderas han servido para identificar a nobles, monarcas, imperios, estados-nación; pero también han enarbolado banderas los territorios sin estado, los pueblos indígenas, las comunidades disidentes, movimientos populares… En general, cualquier agrupación de individuos que se organizan y tienen reivindicaciones comunes que quieren dar a conocer a la masa social, adopta unos símbolos de identidad, y muchas veces estos símbolos son en forma de bandera.

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Anarquismo-Siglo-XXI-Acracia

La (A) anarquista – un símbolo que ganó significado en la lucha colectiva

Han trascurrido ya muchos años desde que Michel Foucault nos hiciera ver con cuánta facilidad tendemos a creer que mucho de lo que configura hoy nuestra sensibilidad, es decir, los conceptos, las creencias, las vivencias, los símbolos, etc., que nos resultan más familiares, vienen existiendo prácticamente desde siempre y, es más, no podían no haber llegado a existir… puesto que, sencillamente… existen. Sin embargo, pese a los esfuerzos de Foucault, seguimos cayendo en la misma trampa con incorregible asiduidad, y el caso de la «A» resulta aquí bastante ejemplar. Sigue leyendo