Desde 2012 la palabra Rojava tiene significado. Quizás antes nos sonara el Kurdistán, el Partido de los Trabajadores de Kurdistan (PKK) o incluso su líder ideológico Abdullah Öcalan. La revolución democrática, colectivista y de las mujeres que se lleva desarrollando desde entonces en el norte y este de Siria ha puesto en el mapa una región, a un pueblo y a un movimiento. La primera insurreción democrática de este tipo en el siglo XXI y la primera desde el alzamiento zapatista. Ambos movimientos cuentan con similitudes ideológicas, organizativas y prácticas. También han sido una luz para tantas revolucionarias a lo largo del mundo que han visto en estos procesos la materialización de sus deseos y una experiencia de la que aprender.
Ese deseo de aprender y apoyar ha provocado que cientos de personas solidarias, de diferentes ideologías, hayan dado un paso más y se hayan sumado a la lucha sobre el terreno y en diferentes frentes, desde el sanitario hasta el militar. Las internacionales hasta han fundado una Comuna propia desde donde forman a las internacionales que se van sumando.
Hoy traemos la experiencia de Maria Edgarda Marcucci, «Eddi», una mujer italiana que se sumó a YPJ (Unidades de Protección de la Mujer) y combatió codo con codo con sus compañeras a la barbarie del ISIS. Lo hacemos a través del artículo «Una cárcel a cielo abierto», escrito por Arîn Helîn y publicado en Women Defend Rojava y Rojava Azadi.
Una cárcel a cielo abierto
Como tantos otros internacionalistas de todo el mundo, compañeros y compañeras de todo el territorio italiano decidieron ser parte activa de la revolución de Rojava, viajando al norte de Siria para participar de diferentes trabajos tanto en el área militar como social.
Justo cuando se cumple un año de la muerte de Lorenzo Orsetti (18 de marzo de 2019), un internacionalista florentino que cayó combatiendo al Estado Islámico en la región de Baghuz (en el desierto de Deir Ez Zor al este de Siria) la sección de Medidas de Prevención del Tribunal de Turín ha decretado que la excombatiente de las YPJ, Maria Edgarda Marcucci, es “peligrosa para la sociedad”. Supone una gran contradicción que Lorenzo Orsetti, alias Tekoşer Piling, fuera tratado de héroe nacional por medios, personalidades italianas y una gran parte de la opinión pública; mientras que otros voluntarios y combatientes hayan sido sometidos a larguísimos procesos judiciales.
Eddi: «Cuando Tekoşer cayó en combate, algunos políticos publicaron algunos tweets de condolencia mientras que en privado la burocracia estatal obstaculizaba por cualquier medio la celebración de una conmemoración pública, insultando a todos aquellos que querían rendir su homenaje a un luchador por la libertad. Además, Italia es uno de los principales socios comerciales y políticos de Turquía y el orgulloso proveedor de la mayoría de sus helicópteros de guerra. Italia como el resto de países, nunca reconoció a la confederación democrática del Norte y Este de Siria como un sujeto político. Los movimientos y luchas de las mujeres fueron silenciados, y lo que quedó fue la imagen sexista y orientalista de las luchadoras del YPJ, sin que se dedicara ninguna palabra a lo que estaban luchando».
Pero en cambio para la gente, la lucha kurda ya era conocida por una parte de la sociedad que recuerda el complot internacional y el período que Serokatî (Abdullah Öcalan) pasó en Roma. Luego siguieron muchos otros con la resistencia de Kobane. Más y más se dieron cuenta de la situación en Oriente Medio, entonces el sacrificio de los internacionalistas hizo que mucha gente, aún lejos de entender lo que estaba pasando, se preguntara… ¿por qué algo que estaba sucediendo tan lejos puede importar tanto para alguien de otra parte del mundo? ¿Por qué darían todo por ello? El martirio de gente como Tekoşer o Helîn Qerecox (llamada Anna Campbell, fue una mujer internacionalista, anarquista y queer que fue a defender y participar de la revolución en Rojava en 2017 y murió por las bombas del estado turco mientras resistía al ejército turco a las afueras de la ciudad de Efrîn) significó y significa mucho para miles de jóvenes. He participado en docenas de conferencias y eventos en los que la gente compartía cómo a través de sus historias podían conocer el confederalismo democrático, la lucha de las mujeres, la resistencia de la gente en el Kurdistán, y cómo todo esto les daba la esperanza de cambios que creían perdidos, o que nunca habían tenido.
Maria Edgarda Marcucci, conocida como Eddi, ha sido la única de un total de cinco internacionalistas sometidos a la ley extraordinaria de “vigilancia especial”, que ha recibido la clasificación de “peligrosa social”. Esta ley especial está incluida en el llamado Código Rocco, una fuente del derecho italiano de herencia directa del fascismo de Mussolini que aún sigue vigente. Dicha ley no se basa en las acusaciones por delitos supuestamente cometidos, sino que analiza la personalidad de los individuos “propuestos” (y por lo tanto no “acusados”) por la policía y hace predicciones sobre su comportamiento futuro. En prevención de los delitos que podrían cometer, los individuos propuestos son sometidos a fuertes restricciones de libertad.
Actualmente Eddi, sin haber sido condenada por delito alguno, está sometida a una vigilancia continuada por un periodo de dos años, por lo que tiene prohibido salir de su municipio, su pasaporte y carnet de conducir han sido retirados. Debe permanecer obligatoriamente en su casa entre las 21h. y las 7h. Tiene prohibido juntarse con más de tres personas al mismo tiempo, por consiguiente también acercarse o participar de cualquier evento público. Además debe portar un cuaderno rojo siempre con ella, en el que cualquier miembro de las fuerzas de seguridad del Estado puede escribir qué está haciendo, con quién y en qué lugar, en cualquier momento que se lo requieran. Todas estás medidas deben ser rigurosamente cumplidas, como decimos, por el plazo de dos años, lo que en realidad supone estar condenada a una cárcel a cielo abierto.
La diferencia para someter a Eddi a la ley de vigilancia especial durante un periodo de dos años y no al resto de sus compañeros es, según los jueces Giorgio Gianetti, Daniela Colpo y Luciana Dughett, que Eddi nunca cesó su actividad política, ni siquiera durante el tiempo en el que estaba siendo procesada por la sección de Medidas de Prevención. De hecho centraron la mayoría de sus argumentos para solicitar la medida en que Eddi participó, el 25 de noviembre del 2019, en una protesta contra la invasión de Turquía a Rojava y la complicidad del estado italiano y las empresas armamentísticas nacionales con el Estado genocida de Turquía. Es decir, se fijaron más en su actividad en Italia que fuera de sus fronteras.
Cabe recordar que el 9 de octubre del 2019 el ejército turco y sus aliados yihadistas habían comenzado una brutal invasión a las regiones de Serekaniye y Gire Spi en el norte de Siria, desplazando alrededor de 400 mil personas y asesinando a cientos de civiles y combatientes. El estado turco utilizó bombardeos aéreos, armamento pesado y armas químicas contra posiciones militares pero también civiles, ocupando cientos de kilómetros del territorio sirio y arrebatándolos a las familias kurdas, siriacas, asirias, árabes, armenias, etc. que han pasado a ser refugiadas en sus propio país.
Fue en este contexto que Eddi junto a otras doce personas, decidieron bloquear el Encuentro Aeroespacial y de Defensa, un evento de marketing para el desarrollo aeroespacial y la venta de armas, que contaba con un panel específico sobre intercambio de tecnologías militares entre Italia y Turquía. Los trece activistas interrumpieron en la oficina del Secretario General desplegando una pancarta que rezaba “¡No al comercio con la asesina Turquía! Erdogan terrorista/ No a la reunión aeroespacial y de defensa/ No a la venta de armas/ No a los gobiernos complicados/ Riseup4Rojava”. Eddi portaba un megáfono y denunció la complicidad del Estado italiano con la masacre de kurdos en Rojava debido a su venta de tecnología militar a Turquía; además desenchufó unos monitores que estaban haciendo propaganda del evento. Todo esto también se tuvo en cuenta.
Eddi: «Según el decreto legal el tiempo fue el factor principal. En los papeles soy la única que continuó las actividades por las que cualquiera de nosotros podía ser tratado como un sujeto ‘socialmente peligroso’. Pero como estas actividades parecen ser nuestro compromiso político es imposible entender los criterios por los que se eligió qué o quién podía ser peligroso y qué o quién no. Los episodios mencionados por el fiscal son, en la mayoría de los casos, asuntos bastante pequeños –distribución de volantes, conferencias, concentraciones solidarias o eventos– o en el lado opuesto, manifestaciones masivas en las que no notan nada más que nuestra presencia. Ninguno de mi compañeros ha dejado de hacer ninguna de estas cosas, así que si no es peligroso cuando ellos lo hacen entonces ¿por qué se vuelve peligroso cuando soy yo quien lo hace? Como dije, el papel da su propia respuesta, pero sería un error analizar este caso desvinculándolo de un patrón mayor que se muestra claramente si conectamos algunos puntos».
Eddi lleva militando muchos años en la izquierda autónoma italiana, en diferentes movimientos sociales como por ejemplo la campaña “Non Una di Meno” contra la violencia machista, pero también en las protestas contra el TAV (tren de alta velocidad) en su región de Turín. Es una mujer que representa con sus actos y palabras el compromiso en la búsqueda de un mundo más justo, igualitario y libre, y que decide no amedrentarse ante un sistema judicial injusto que pretende utilizarla como cabeza de turco para sembrar el miedo entre las mujeres que deciden rebelarse contra aquello que saben que es incorrecto.
Eddi: «Hasta ahora creo que está claro que estos dos puntos de vista son irreconciliables. Simplemente no pueden combinarse; y si eres mujer es aún más claro. Haré un ejemplo, sólo para explicar lo que quiero decir: en Italia un hombre mata a una mujer cada 72 horas, nadie podría confundir estos números con casos aislados, sin embargo es la única manera en que los feminicidios son enmarcados por las instituciones. Esa es la cantidad de desprecio que este Estado tiene por las mujeres. Nos hacen invisibles o nos exponen en exceso, dependiendo de la forma en que quieran usarnos, pero ninguno de los roles femeninos en stock incluye la libertad de elección. Me escogen como la única mujer por la misma razón por la que muestran tan poco respeto por cualquier mujer en este país, la alianza entre la explotación económica, racial y sexual. Afortunadamente para este país, los sujetos políticos no estatales están creando una comprensión del mundo que señala las conexiones, que se atreven a imaginar y crear un mundo diferente, a partir de nuestra propia perspectiva.
No voy a aceptar las restricciones en primer lugar. Por supuesto que estamos creando una campaña específica contra la vigilancia especial, llamaremos a acciones de solidaridad (ahora estamos pidiendo pancartas y fotos debido a la imposibilidad de hacer ninguna manifestación) pero siempre y especialmente en este período de cuarentena el trabajo principal es utilizar nuestras conexiones y la organización. Todos nosotros podemos utilizar este tiempo de cuarentena para difundir y profundizar el conocimiento y la discusión sobre la revolución y su ideología, para difundir los textos de Jineolojî y Öcalan, para hacer grande la memoria de nuestros mártires para que nosotros y otros sigan su ejemplo de vida».
https://www.todoporhacer.org/carcel-cielo-abierto/