VIVA ZAPATA ANARQUISMO

«¡Viva Zapata!», cine y anarquismo

En el libro Cine y anarquismo. La utopía anarquista en imágenes, se menciona a ¡Viva zapata!, la película dirigida por Elia Kazan en 1952, como un producto curioso. Al parecer, el film fue muy criticado por cierta izquierda en la época de su estreno e incluso se menciona que se la consideró una distorsión reaccionaria. Sin embargo, fue aplaudida por anarquistas como el inglés Albert Metzer al observarla como una descripción muy apropiada y realista del anarquismo romántico de Emiliano Zapata.

Quizá esa polémica estuvo fundada en, como es sabido, el hecho de que el director Elia Kazan fue un chivato durante el macartismo denunciando a colegas de profesión izquierdistas, pero creemos que hay que dejar a un lado esa cuestión y también el anticomunismo propio del momento, aunque ¡Viva Zapata! pueda verse también como una conveniente crítica al socialismo burocratizado.

Hay que decir que los anarquistas, como es o debería ser sabido, fueron los primero críticos desde una óptica izquierdista de la praxis marxista-leninista, es decir, el socialismo autoritario (aunque, para el caso que nos ocupa, la revolución mexicana preceda en el tiempo a la rusa). Por otra parte, ni Kazan, ni el guionista John Steinbeck eran anarquistas, pero aún así puede verse el film comouna gran crítica al poder y un tributo, no sabemos si del todo consciente, a la revolución campesina e indígena promovida por Zapata de indudable talante libertario.

La acción de la película tiene lugar en el Sur de Méjico entre 1909 y 1919 y nos narra la historia del líder campesino Emiliano Zapata, de origen humilde e inicialmente analfabeto, convertido en revolucionario a su pesar, ya que lo que él desea es una vida justa y en paz para la gente como él. Así, Zapata reclama las tierras ocupadas por los terratenientes y, ante el fracaso de la vía pacífica, se convierte en un líder de la insurgencia contra el despótico presidente Porfirio Díaz, encabezando la toma de tierras y la liberación de muchos pueblos. Zapata tendrá una coyuntural alianza con el opositor Francisco Madero, que se convertirá en presidente una vez derrocado Díaz, un mero cambio de poder sin pretensión de cambio social; Madero será asesinado en 1913 por el general Victoriano Huertas, que se proclamará presidente.

La guerra continúa, Huertas acaba en el exilio y sube al poder Venustiano Carranza, que se opondrá a revolucionarios como Pancho Villa o el propio Zapata. Frente a toda esta conquista del poder, el film mitifica la figura de Zapata como un revolucionario honesto y sincero, que no quiere ocupar ningún cargo y combate de manera noble por la revolución social y campesina; no obstante, él mismo verá como el poder transforma a las personas y lleva implícita la corrupción moral.

¡Viva zapata! se inicia con un repulsivo gobernador recibiendo a un grupo de humildes campesinos, supuestamente, para atender sus quejas; por supuesto, el gobernante irá contestando con evasivas, pero hay un joven que le insiste en que debe ofrecer soluciones. Ante esa insistencia, el mandatario se acaba enfadando y le pregunta su nombre para buscarlo en una lista y marcarlo con tinta negra: por supuesto, estamos hablando de Zapata.

Esta escena tiene un paralelismo impagable con otra del final de la película, en la que Emiliano Zapata ha ocupado el lugar del poderoso, y los campesinos acuden a él para continuar quejándose de su situación; Zapata promete actuar en consecuencia, también ante la situación de que su hermano Eufemio está claramente abusando de su situación de poder. Pero esta vez hay otro joven que cuestiona las promesas del ahora poderoso Zapata y este, no acostumbrado ya a que lo contradigan, le pregunta su nombre para marcarlo en un lista.

Sin embargo, el recuerdo de lo que él vivió cuando era un joven rebelde lo detiene, por lo que montan en su caballo y abandona el poder para continuar su auténtica lucha, incluso, como así ocurrió hasta su muerte. Habrá quien considera esta secuencia excesivamente moralista, desde mi punto de vista es tremendamente efectiva y es difícilmente concebible no emocionarse con ella.

Hay que decir que el tándem Elia Kazan ya había dado lugar a grandes películas, como Un tranvía llamado deseo, basada en la obra de Tennessee Williams, o La ley del silencio; por cierto, esta última hay quien la ha visto con intenciones autojustificatorias por parte de Kazan, ya que el protagonista llega a la delación, pero por supuesto en circunstancias muy diferentes de las del vil macartismo donde se perseguía a las personas por sus ideas políticas izquierdistas.

Por su parte, el guionista John Steinbeck es otro hombre de prestigio, para el recuerdo quedan novelas suyas como Las uvas de la ira, que John Ford convirtió en una gran película; se dice que John Steinbeck estaba muy interesado en la figura de Zapata desde años antes de escribir esta película, acumuló muchos conocimientos y es por eso que una primera versión del guion era excesivamente académica.

Son muchas las virtudes de ¡Viva Zapata!, cuya visión recomiendo fervorosamente, especialmente a las generaciones más jóvenes, que tal vez la desconozcan. Quizá no es el mejor modo de conocer el proceso revolucionario en México, pero estamos hablando de una obra de ficción, aunque con legítimas intenciones morales y políticas. Grandes interpretaciones, un magnífico guion, una estupenda fotografía en blanco e incluso una soberbia música a cargo de Alex Nortn con canciones populares mejicanas como “Valentina”, “La adelita” o “Las mañanitas”.

Capi Vidal

Un pensamiento sobre “«¡Viva Zapata!», cine y anarquismo”

  1. La película, aunque con errores biográficos propios, recoge bien el ideario que defendía el zapatismo. Zapata nunca fue anarquista, pero tuvo también influencia anarquista, la del PLM de Ricardo Flores Magón, adoptando su lema ‘Tierra y Libertad’.

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