De jóvenes, condiciones de existencia y formas de resistencia

En este 2016 ha habido dos muertes relacionadas con lo que los medios de comunicación llaman “bandas latinas”.
La primera, en marzo, en la céntrica Puerta del Sol, cuando un enfrentamiento entre Trinitarios y Dominicans Don’t Play terminó con uno de ellos muerto por arma blanca.
Desde 2004 ya son 11. El último muerto fue un ñeta de 17 años, a quien presuntamente mataron unos Trinitarios en septiembre en el madrileño barrio de Vallecas. Al día siguiente, un trinitario recibió un balazo en respuesta.
Según datos de la policía, en Madrid hay alrededor de 250 chavales que pertenecen a estos grupos. La mayoría son chicos de origen latinoamericano, y cada vez más de origen autóctono, entre 14 y 21 años aproximadamente.
Si bien es cierto que hay cierto grado de violencia en los barrios obreros de nuestras ciudades, se tiende al alarmismo y a la estigmatización de ciertos colectivos, ser joven y de origen latino (aunque tengas la nacionalidad) te convierte en sospechoso.

¿De dónde viene este fenómeno?

A finales de los años 70 los reclusos de los penales de Puerto Rico comenzaron a organizarse para protegerse de otros reclusos y de los malos tratos de los funcionarios de prisiones. La precariedad de sus condiciones de reclusión desataron una serie de motines carcelarios que serían el germen de la asociación ñeta. Los reclusos exigían condiciones sanitarias, de higiene y que cesara de una vez la violencia contra los presos.
A finales de los años 70 se crea la “asociación Por Derechos de los Confinados”, también conocida como la “Asociación Ñeta”.
En Chicago a finales de los años 40 los Latin Kings, empezaron como una organización social dedicada a la mejora de la vida de la comunidad de todas las personas que lo necesitasen. Poco más tarde comenzarían a asociarse con todas las minorías culturales de la zona, el objetivo era expandirse con ciudadanos de procedencia latinoamericana dando apoyo a las personas recién llegadas al país y que no tenían familiares ni a nadie en quien apoyarse en su nuevo destino.
Es a finales de los años 70 cuando la organización empieza a ser controlada por personas envueltas en actividades ilegales, principalmente narcotráfico.
bandas-latinasPor tanto, se formaron inicialmente para formar una comunidad racial y cultural y como una alternativa defensiva contra una sociedad racista y marginante del que fueron objeto los hispanos, Estos factores fueron clave en la historia para el desarrollo de las pandillas callejeras.

¿Qué está pasando?

Como consecuencia del capitalismo globalizado y de los flujos internacionales de mano de obra, la primera fase de conformación de estos grupos en nuestros barrios ocurre con la migración de mujeres latinoamericanas y/o familias expulsadas por el empobrecimiento en sus lugares de origen a mediados de los noventa de sus países de origen.
La segunda fase es el reencuentro, lo que impulsa la llegada de jóvenes latinoamericanos/as en los inicios de la década del 2000.
Por tanto, es un fenómeno transnacional fruto de la movilidad de mano de obra barata y la exclusión de miles de muchachos y muchachas de origen latinoamericano, llegados a los barrios desde finales de los años 90, gracias fundamentalmente a diversos procesos de reagrupación familiar, desterrados de sus lugares y redes sociales de origen en uno de los momentos más críticos de sus vidas (la siempre difícil transición a la vida adulta), y enfrentados en su lugar de destino a adultos aterrados/as (madres ausentes super ocupadas, padres a menudo ausentes o inexistentes, centros de estudios nuevos y a menudo excluyentes, vecinos con miedo a la diferencia). Viajar miles de kilómetros a un entorno nuevo, nada fácil y hostil, para reencontrarte con tu familia en plena adolescencia a la que hace años que no ves, y a menudo criados en sus lugares de origen por abuelas sobrepasadas, es el caldo de cultivo para la pertenencia a estos grupos.

Si la sociedad margina, la familia falla por explotación laboral, la redes tradicionales de apoyo mutuo en los barrios se han destruido, y la educación pública no acoge y además expulsa o excluye, la pandilla recibe. Hay un caldo de cultivo enorme porque la vida en los barrios se ha vuelto hostil. Los flujos migratorios forzados por la economía y la crisis sistémica están llenando las calles con jóvenes sin redes solidarias suficientemente fuertes como para sostenerlos. Las complicaciones de su transición a la vida adulta (con perspectivas inexistentes), la inexistencia de políticas sociales de integración, la evolución de sus vidas, los efectos de una emigración no voluntaria, la función ambivalente de su pertenencia a la banda nutren ese caldo de cultivo, al igual que ocurrió en los 80.
Nuestros jóvenes, los que tienen estos grupos para socializarse padecen una doble marginación: una marginación centrífuga que ejerce el resto de la sociedad, la otra como la fuerza centrípeta que ejerce la pandilla hacia sí misma. También doble función adaptativa ambivalente: refugio afectivo e identitario y a veces fuente de problemas.

En los barrios donde grupos de jóvenes viven una condición de desamparo, de extrañeza y de discriminación, existe un escenario idóneo en el cual la pertenencia a ella supera lo ‘formal’.
Una parte de esta juventud, desprovista de oportunidades y recursos necesarios para tener expectativas creíbles, ha terminado por inventarse su propia familia y su propia protección y seguridad.
El delito, pese a lo que digan los medios de comunicación no vertebra la pandilla, la pandilla es un lugar social/comunitario que recoge el desarraigo y la falta de protección comunitaria de nuestros barrios y de la sociedad marginante en general. No es casualidad que los lugares de encuentro se centran en algunos de los distritos más pobres de la capital: Vallecas, Villaverde, Usera y Tetuán.
La respuesta de los ayuntamientos a nivel social ha sido nula o escasa, hacen falta muchos más medios que la respuesta policial y judicial.
Respuesta policial, por el acoso, vigilancia y constante presencia de la policía en sus espacios de socialización, principalmente parques y centros de estudio.

Policías nacionales, municipales y guardias civiles  se han formado dentro del Plan Director para la Convivencia y Mejora de la Seguridad Escolar, un Plan Director que se imparte desde la Delegación del Gobierno para formar a los agentes en la prevención de la delincuencia en los adolescentes. Además de la creación del policía tutor. Esto supone la entrada en las aulas en los centros de estudio de policía para dar charlas y formación al alumnado sobre bandas y otros temas, charlas que utilizan también para husmear y localizar supuestos chavales. Donde antes había educadores/as ahora hay policías.
Y judicialmente, porque según la interpretación del derecho penal del Estado, la pertenencia a una pandilla se convierte en elemento agravante por asociación ilícita, que supone mayores penas, deportación y pérdida de derechos.
La solución del Estado de un fenómeno producido por una sociedad marginante y hostil, es más control y represión, lo que no solo no frena el fenómeno sino que lo alimenta.

medios-bandas-latinasEl papel de los medios en la forma de tratar las pandillas juveniles ha sido decisivo para fomentar el fenómeno. Se está generando alarmismo fomentando el fenómeno y dificultando el abordaje desde otras perspectivas, a través del lenguaje (bandas latinas) y dándole mayor rango del que tiene. Estas pandillas no cometen más delitos que otras pandillas en la misma situación de exclusión, pero sí le dedican mucho tiempo, pseudoanalizan e inflan los datos.
La alarma desde los medios de comunicación se genera abordando el problema desde un ellos/as y nosotros/as, cuando sólo existe un nosotros/as, estigmatizando, simplificando y acotando una realidad de unos chavales que están creciendo en un ambiente muy hostil y represor y generador de pánico moral, tratando de legitimar las respuestas políticas represivas y dar a alas a la conflictividad social.
En Madrid, estos grupos de jóvenes de nuestros barrios, a pesar de la campaña mediática, son una caricatura de lo que estas organizaciones representan en América Latina. Los conflictos violentos se dan siempre entre pares, si bien es cierto que hay pequeños robos y tráfico a pequeña escala, producto de esa marginación, no obstante, los factores que vertebran el grupo, son otros, sentido de pertenencia, protección frente a las agresiones sociales, unidad cultural, estética y lingüística, ayuda entre iguales, etc.

La respuesta macropolítica de movimientos sociales

La respuesta en el barrio de Vallekas fue una manifestación convocada por organizaciones antifascistas y antirracistas bajo el lema “Vallecas libre, rebelde e intercultural” (desconociendo que también hay autóctonos y señalando de paso al colectivo migrante).
Si bien es cierto que es importante disputar a corto plazo la hegemonía del discurso ante estos hechos, es importante, hilar fino con el discurso y no pasarlo por el filtro obrerista que les reclama como parte de la clase trabajadora, hablamos de chavales/as entre 14 y 21 años expulsados del sistema educativo y del sistema laboral y en otros niveles, expulsados por un sistema marginante, de lo cultural, de la participación social y por tanto expulsados/as de la clase trabajadora (por edad y por situación social y laboral). Recoger el alarmismo de los medios, poner el logo de tu organización y pasarlo por el filtro obrerista sin conocer el fenómeno puede llevar al efecto contrario responsabilizando y señalando a la víctima, si bien es cierto que no son angelitos tampoco son demonios. “Luchamos porque exista respeto entre todas las personas trabajadoras” rezaba el manifiesto. Dando a entender que estos/as chavales/as rompen el respeto y la convivencia entre la clase trabajadora de este barrio.

A modo de conclusión

Quien entienda que más que delincuencia estas pandillas son un problema social, empezará a resolver un problema. Quien entienda que son síntoma de una sociedad marginante, entonces no son el mal, y sí un vehículo hacia la mejoría de las condiciones de vida de muchos jóvenes de nuestros barrios. Quien entiende que son resistencia sin sentido ideológico o reivindicativo en términos revolucionarios, a la marginación, pone los medios para protegerlos/nos, no para señalarles.
A medio plazo, es importante que los movimientos sociales auto organizados de barrio denuncien y señalen responsables del empobrecimiento de nuestra existencia, hay que hacer macropolítica, pero también hay que hacer “micro-política”, hay que generar iniciativas inclusivas para sectores juveniles y adolescentes, no es suficiente con decir “por unos barrios multiculturales”, hay que poner en marcha iniciativas que conviertan nuestros barrios en espacios de acogida; superar el edadismo (discriminación por la edad) en nuestros centros sociales y en las iniciativas. Rescatando, en este caso las cualidades positivas de las pandillas para participar en nuestros barrios como una comunidad legítima, donde los jóvenes encontrarían espacios de desarrollo social y no espacios de explosión mortífera.

La problemática adolescente es el sector poblacional, excluido por la administración y la mayoría de las veces por los movimientos sociales.
Generar los factores de protección que el sistema nos quita, recuperar las redes sociales rotas, abordar lo cultural, lo comunitario, lo laboral desde una perspectiva autogestionada y transformadora para compensar ese empuje hacia la exclusión de oportunidades, de desarrollo económico y social.
Es importante siempre trabajar en red, analizar la realidad y abordarla, acción-reflexión-acción.
Si este fenómeno juvenil surge como fuerza defensiva en un medio ambiente hostil, donde el componente racial permitió el establecimiento de redes de solidaridad y, a la postre, pandillas en el sentido más básico del término, no combatamos el fenómeno, recuperemos sus virtudes para la transformación social.
“Hay que oponerse a la violencia del estado trabajando para disminuir o paliar los efectos de esa violencia estructural”. Lo demás es señalar la luna y mirar al dedo.

José María Fernández Pérez
Trabajador Social, educador y mediador
Militante de movimientos sociales de base

Tomado de: http://www.todoporhacer.org/bandas-latinas

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