REDES LIBERTARIAS ANARQUISMO

Editorial «Redes Libertarias» nº 4

Redes Libertarias núm.4 (descarga el PDF gratuitamente o compra un ejemplar en papel)

Han pasado 6 meses desde nuestro último número en papel. ¿Cómo se os ha hecho de largo este lapso de tiempo? ¿Muy largo? ¿Corto? ¿Un suspiro? Y, más allá de la percepción personal, también nos preguntamos cómo lo habrán percibido las personas inmersas en un conflicto bélico de los que asolan el mundo: Sudán, Yemen, Ucrania, Gaza, Líbano, Myanmar, República del Congo, República Saharaui, entre otras. No queremos dejar de hablar de Gaza, del genocidio perpetrado por Netanyahu y sus mortíferas Israel Defense Forces (I.D.F.), pero tampoco podemos olvidar que ahora mismo hay 50 guerras más, el número más alto desde la II Guerra Mundial y, quizás por eso, Trump ha cambiado el nombre del Secretario de Defensa por el de Secretario de la Guerra.

En este número nos interrogamos sobre la distinta velocidad del tiempo porque, evidentemente, no son lo mismo los tiempos del poder marcados por la producción y el consumo, que los tiempos de las personas (si logran escapar del tiempo mecánico y vacío que marca el capitalismo) y esa diferencia fundamental se acentúa porque creemos que muchos y muchas somos conscientes de vivir el fin de una era. Al acercarnos «al final», la sensación del paso del tiempo se acelera y las presiones del poder para imponer «su agenda» aumentan.

Como comentábamos al principio, han sido la situación de pueblo palestino y la guerra de Ucrania factores determinantes para que el «Doomsday Clock», el reloj ficticio desarrollado por los físicos del Proyecto Manhattan, cuyo comité publica anualmente una evaluación de los riesgos que comprometen la supervivencia de la humanidad y que, de alguna forma, alerta del tiempo que le queda a nuestro planeta, esté ahora mismo marcando las 23:58:31.

A ese tic tac inexorable podemos sumar el sonido constante de los tambores de guerra y el ruido mediático que producen auténticos autócratas (como Trump, Putin, Milei, Orban, Bukele, entre otros,) en muchas autodenominadas democracias occidentales. Todas estas circunstancias han sido utilizadas por el poder para avanzar en su estrategia de militarización de la sociedad y, más allá de eso, de nuestras mentes. Nos bombardean (nunca mejor dicho) con su constante propaganda de rearme y desvían gran cantidad de dinero público al negocio de las armas: SU negocio.

Coincide, además en este nuestro tiempo presente, el despegue y generalización de uso de la Inteligencia Artificial (I.A., en adelante) desarrolladas por las grandes corporaciones tecnológicas a un ritmo tan acelerado que no nos permite pensar, reflexionar y rectificar sus posibles efectos nocivos ni conocer realmente hasta donde van a seguir recopilando datos de nuestras vidas, de nuestros deseos y de nuestros miedos…

Reinterpretación de Yolanda Pizones para CGT Alicante de un cartel original de Aleix Hinsberger para CNT‐FAI

Por otro lado, la aceleración exponencial de los efectos del cambio climático, la reciente ola de incendios devastadores que hemos padecido en nuestro país (y en muchos más de nuestro entorno, Portugal, Grecia, Francia, a modo de ejemplo), la nefasta gestión de los mismos y la sensación generalizada de que ningún dirigente político se toma en serio las advertencias de científicas y activistas ecologistas, refuerza la sensación de que estamos al límite y de que cada vez será más complicado revertir esta situación.

No somos en Redes Libertarias muy partidarios de las teorías apocalípticas ni del «sálvese quien pueda» que las clases dominantes parecen haber adoptado, pero es fácil constatar que frente a las evidencias científicas que nos advierten de la emergencia climática y de la necesidad de tomar medidas al respecto para desacelerar su efecto devastador, lo que vemos en nuestro entorno (la U.E. o «el mundo occidental») es una reacción de derecha extrema o ultraderecha. Y eso es aún más desalentador. Pero desde el anarquismo no podemos tirar la toalla. Nuestra genealogía y nuestra historia nos enseñan que resistir ya es un paso y que somos capaces de construir formas de vida y relaciones basadas en parámetros radicalmente opuestos a los capitalistas.

Frente a la imagen de ir por un río y acercarnos a una catarata (y despeñarnos…) ¿qué podemos hacer desde el movimiento libertario para organizar la resistencia, remar contra la corriente y llegar a alguna orilla? No lo sabemos.

Pero sí que sabemos que debemos organizarnos, debemos apoyarnos mutuamente y confiar en la libertad como faro que nos guíe. Una libertad, quizás ya no entendida como autonomía, independencia y sometimiento de lo ajeno, sino una libertad entendida más bien como potencia para el vínculo, construyendo una subjetividad relacional y abierta a las otras personas, algo fundamental para luchar contra este neofascismo que se extiende con rapidez por el mundo. Este fascismo de nuevo traje, pero iguales intenciones, con propuestas disruptivas ante la pasividad o ensimismamiento de la denominada «izquierda» que ha perdido un horizonte de liberación y protagonismo colectivo. Nuestra apuesta por la acción directa, sin intermediarios que digan o prometan representarnos, por la respuesta a

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