La verdad es que el resultado electoral no nos ha sorprendido, han ganado los de siempre; han ganado los que tienen que mantener el sistema.
No pensemos que Podemos cambiará algo, al igual que el PSOE, ni que decir de Ciudadanos (un partido creado por las élites financieras para tener un sustituto al PP), de IU ya lo conocemos todo, son capaces de vender a Marx para seguir viviendo en el capitalismo; el resto, todos igual, títeres en un sistema que les permite el juego democrático capitalista para que entretengan al pueblo.
Cuando hablamos de pueblo queremos referirnos, sobre todo, a los que necesitan ganarse el pan trabajando, si se lo permiten los egoísmos de los capitalistas que siempre pretenden ganar dinero a costa de detraerlo del salario de los primeros.
No pensemos que cuando los partidos de esta izquierda plantean las candidaturas de Unidad Popular están fomentando la unión, ya que fomentan la separación de los trabajadores entre los que creen en la participación en el sistema y los que no; la única Unidad Popular es aquella que fomenta la solidaridad, el apoyo mutuo, la fraternidad y la igualdad entre todos y no la pretendida representación política a través de líderes que fomentan el verticalismo y la separación entre dirigentes y dirigidos.
Parece mentira que los que tenemos que trabajar, los que no somos propietarios de los medios de producción; los que no podemos encontrar trabajo, porque los capitalistas deciden deslocalizar las empresas; los que tenemos que vivir de un salario, estemos pendientes de depositar el voto en una urna para elegir unos representantes que no nos representan a nosotros y sí a ellos mismos, a los lobbies de poder que les sustentan y les mantienen en su estatus que han conseguido gracias a nuestra participación en un proceso electoral creado para mantenernos aborregados.
Si no es entendible que los trabajadores depositen el voto a favor de los partidos de la derecha, menos entendible es que los partidos de lo que se ha dado en llamar izquierda se dediquen a mendigar el voto de los trabajadores, para participar en unos parlamentos que están diseñados para mantener el poder y los beneficios de los capitalistas. Es vergonzoso que los partidos de la llamada izquierda y los sindicatos se estén dedicando a mendigar el voto, o a luchar por el poder dentro de sus propias organizaciones, en vez de estar agitando a los trabajadores, creando conciencia y luchando todos los días en la calle, preconizando la caída del sistema explotador capitalista y su sustitución por un sistema donde lo colectivo y la colectividad sean el referente social.
Cómo se puede estar pidiendo el voto a los parados y no plantear nadie la reducción de la jornada laboral, sin ningún tipo de disminución salarial, hasta conseguir que todo el mundo esté trabajando. No se puede entender que en una sociedad donde la tecnología ha avanzado tanto que ha sido capaz de sustituir el trabajo manual del hombre por el mecánico de la máquina y donde la informatización está sustituyendo el trabajo de las personas por la robótica o por el trabajo autónomo de las máquinas, sigamos creyéndonos lo que nos quieren vender los capitalistas y sus pregoneros, los políticos, que es necesario aumentar las horas de trabajo para ser más productivos. Esa es una de las mentiras más flagrantes con la que nos han machacado en los últimos tiempos y, solamente, porque los capitalistas quieren seguir acumulando dinero y poder, sin importarles que para ello tienen que morir o quedarse sin lo necesario para vivir una tercera parte de la población.
Desde un punto de vista humano, no podemos seguir tolerando que se sigan fomentando estas políticas, ni seguir manteniendo a políticos y sindicalistas que no son capaces de denunciar esto todos los días y de luchar contra ello hasta conseguir que lo podamos cambiar.
Si en vez de reducir la jornada laboral lo que hacemos es aumentarla, como han hecho los políticos al dictado del Banco Central Europeo, el FMI y el Banco Mundial, lo que estamos fomentando es que a los parados les sea mucho más difícil conseguir un trabajo. Todo ello lleva a que las empresas empiecen a ofrecer trabajos peor pagados y los que no lo tienen lo cojan porque se han quedado sin ningún tipo de ayuda para poder seguir viviendo y ello aumenta los beneficios de los capitalistas. ¡Ojo! que hoy no les llaman beneficios, lo califican como que las empresas son competitivas y aumentan su productividad.
Por si esto no fuera suficiente, aumenta la edad de jubilación y los años cotizados necesarios para poder tener derecho al cobro de la pensión; además bajan las contribuciones empresariales a la Seguridad Social, todo esto unido a que hay más de cinco millones de personas paradas que no contribuyen al mantenimiento de la Seguridad Social, ni al Fondo de las Pensiones, hace quebrar todo el sistema de pensiones y se fomenta un futuro de miseria para todos los que hemos estado trabajando durante toda la vida y esperamos poder jubilarnos teniendo una pensión digna.
Las consecuencias de todo esto
El hacer todas estas reformas supone que los jóvenes cada vez lo tengan más difícil para entrar a trabajar ya que si los que tienen la edad de jubilación no lo pueden hacer, nunca dejarán su lugar a gente nueva que pueda acceder a un puesto de trabajo. Esto supondrá que esta gente joven nunca podrá alcanzar los años suficientes cotizados para poder acceder a una jubilación en el futuro y esto significará que, al final, se decrete la quiebra del Fondo de Pensiones estatal, o lo que sería lo mismo, la hucha común de los trabajadores de este país. Una vez conseguido esto los empresarios dejarán de pagar la Seguridad Social, que es lo que pretenden, y conseguirán vivir en una sociedad donde ellos dejen de pagar impuestos y que si alguien los pague sean los empleados y los trabajadores.
Se habla continuamente del problema del paro juvenil y la verdad es que es un problema, pero es igual de malo el paro que se produce entre las personas mayores de 45 años, ya que con toda probabilidad ya no van a poder encontrar un trabajo digno que les permita llegar a la edad de jubilación.
Es el colmo de los colmos que los capitalistas, que las grandes corporaciones financieras, que las grandes multinacionales estén preconizando y exigiendo el aumento de la edad de jubilación y, al mismo tiempo, se estén deshaciendo de sus plantillas de trabajadores mayores de 45 años porque les resultan demasiado caros.
La discriminación salarial y laboral de la mujer es otra consecuencia de todo esto.
Buscando soluciones
La solución no es parchear dando trabajos mal pagados a los jóvenes, fomentando su contratación pagando la Seguridad Social a las empresas, etc., tampoco es fomentar el empleo de mayores de 45, o de las mujeres. La solución es rebajar las jornadas de trabajo, manteniendo (como mínimo) los salarios para que todo el mundo pueda tener un trabajo que le permita poder ganar el dinero suficiente para poder vivir en esta sociedad, en la que solo se nos ha dejado la propiedad sobre nuestros cuerpos para poder ganarnos el sustento o el dinero que nos permita obtener ese sustento.
La lucha por conseguir esto es una lucha común de todos los asalariados, seamos jóvenes, mayores, de mediana edad, seamos hombres o mujeres, seamos blancos, negros, mestizos, amarillos o incoloros; parcializar la lucha en alguno de estos segmentos es provocar nuestra desunión y facilitar que los capitalistas y los poderosos nos sigan teniendo bajo el yugo de sus leyes y sus cadenas mentales. Tenemos que ser capaces de tomar conciencia de ello y fomentar la unión igualitaria de todos los seres humanos en la lucha contra el depredador del mundo y las personas, en contra del capitalismo que solo mira por los intereses egoístas de quienes detentan el poder económico y, a la vez, político del mundo y de la sociedad. Somos la inmensa mayoría de la población y es una contradicción, completamente irracional, que nos mantengamos sumisos a las desigualdades sociales.
Tenemos que ser capaces de unirnos en agrupaciones que fomenten la solidaridad de la comunidad en contra del individualismo que nos inculcan, desde que somos pequeños, en la escuela, y que continúa siendo la pieza fundamental de la educación durante toda la etapa formativa de los seres humanos. Tenemos que formar uniones de apoyo mutuo que nos sirvan para crear una red alternativa al sistema social impuesto, y que con prácticas de propiedad colectiva en contra de la propiedad privada, germen del egoísmo, nos faciliten conseguir un mundo nuevo en el que quede erradicado el capitalismo y sus prácticas contra la humanidad y la naturaleza.
¿Qué democracia?
Seguir creyendo que la democracia capitalista, que la democracia representativa va a ser la solución a los problemas que genera el sistema económico capitalista neoliberal, es como estar esperando que un olmo nos dé peras para comer. La democracia actual viene de la tradición liberal que la creó para que fuera el sistema de representación de los que tenían propiedades, en el siglo XIX solo podían votar aquellos que tenían dinero. Con el paso de los años quienes pretendían acceder al poder fueron arrancando mayores cuotas de participación pero, cuando consiguieron estas dádivas, era por miedo a que las fuerzas revolucionarias que pretendían destruir el sistema fueran capaces de conseguirlo; fue entonces cuando los capitalistas buscaron fórmulas para conseguir integrar a las masas descontentas y poderlas controlar dentro de una sociedad que, a ellos, les permitiese seguir con sus negocios y su enriquecimiento egoísta.
La única democracia que puede servir a los intereses de la comunidad es la directa, aquella que integra a todos en la fase de decisión de las cuestiones que nos afectan a todos; de todo esto se habló en las plazas del 15M y les asustó de tal manera que tenían que pararlo y desvirtuarlo. En esa cuestión colaboraron aquellos que estando bien asentados en el sistema capitalista, muchos de ellos profesores de universidad, se prestaron a crear un partido que se apropiara de la revolución popular de las plazas y convirtiese esa revolución latente en una acción que se encauzase para que no pusiese en jaque todas las estructuras del sistema capitalista y de representación, integrándose en el engranaje sistémico que mantuviera dócil a la población a través de las promesas electorales y de poder popular, que se olvidan de las verdaderas ideas de fondo de las plazas españolas. Pensar que Podemos es la voz de las plazas es como creer que hay un Dios que salvará a la humanidad de la injusticia.
¿Dónde están las ideas de representación directa y de no delegar el poder de decisión que eran el espíritu esencial de las asambleas populares de las plazas españolas? ¿Nadie se ha dado cuenta de que esos partidos y agrupaciones electorales que se han creado apropiándose del espíritu del 15M, están replicando las mismas estructuras de poder y de representación a las que se decía continuamente, “que no, que no, que no nos representan”? ¿Nadie ha visto que estos partidos fomentan el culto al líder y no a la discusión horizontal asamblearia? Mientras no seamos capaces de acabar con el culto al mejor, con el culto al más mediático, con la representación delegada permanente, estamos condenados a seguir viviendo en una sociedad de amos y esclavos como la actual.
La gente se ilusiona con que en Grecia gane la elecciones Syriza y que en España Podemos haga igual, pero no nos damos cuenta que Syriza no ha sido capaz de romper con la Unión Europea que es la que está fomentando y perfilando el sistema de economía neoliberal para el capitalismo depredador, ¿de verdad somos tan imbéciles que Podemos lo hará? Cuando un partido, una fuerza política o una ideología es fomentada, diariamente, por los portavoces del sistema imperante (medios de comunicación de masas: TV, radio, etc.) es que no es un peligro para los que controlan el poder y la economía; es que están engranados en el sistema, es que son el relevo a las viejas élites políticas para conseguir que todo siga igual, para que nada cambie de forma sustancial, en definitiva para que sean la capa de pintura que tape la pintura anterior que teníamos en la pared.
Tomemos el control de nuestras vidas
La solución está en nuestras manos, en nuestras mentes; sabemos qué hay que hacer para que la humanidad viva libre y unida; sabemos qué hay que hacer para acabar con la desigualdad, sabemos quiénes son los que roban a manos llenas; sabemos que la justicia democrática del capitalismo aplica las leyes aprobadas en sus parlamentos y deja libres a todos los que se han llevado el dinero de todos nosotros; sabemos que si en vez de dar dinero a los bancos para que cubriesen sus deudas se hubiese dado el dinero a las personas nadie hubiese sido desahuciado de su vivienda; sabemos que si todo el mundo tuviese un dinero o un trabajo asegurado para poder vivir nadie estaría en la indigencia; sabemos que menos del uno por cien de la población mundial acumula las riquezas suficientes para que toda la humanidad pudiese vivir sin problemas; sabemos que las fuerzas de seguridad del Estado sirven para acabar con la protesta pero no para acabar con la injusticia; sabemos que los políticos después de dejar sus cargos son compensados por las grandes corporaciones financieras e industriales por los servicios prestados; sabemos que los ejércitos y las guerras son creadas y usados para esquilmar las riquezas naturales necesarias para la producción capitalista sin que les cueste dinero; sabemos que la religión bendice y predica para que el sistema no se desestabilice; sabemos que el sistema es una gran mentira que se ha adueñado de la mente de las personas; sabemos que tenemos que acabar con esas prácticas que someten a las personas y las destruyen; sabemos que si no actuamos con rapidez la humanidad y el planeta están condenados a la desaparición. Si sabemos todo esto ¿a qué estamos esperando? ¿Por qué seguimos votando a los títeres del sistema? ¿Por qué seguimos esperando que venga un mesías, un líder, a liberarnos? ¿Por qué no tomamos el control en nuestras manos y creamos el mundo nuevo que todos queremos?
La única alternativa que tenemos a la destrucción es tomar en nuestras manos el control de nuestras vidas y, entre todos, cambiando pareceres y opiniones, de forma directa, buscar la solución a los problemas que tenemos y crear un sistema de vida humano que no esquilme la riqueza del planeta y que no destruya el medio ambiente, con una economía más local que sirva para fomentar una igualdad global, sin ricos y pobres, sin amos y esclavos, sin dirigentes y dirigidos, sin fronteras y alambradas, sin muerte y destrucción.
Solo acabando con los sistemas de representación que nos propone el sistema capitalista seremos capaces de librarnos de él; solo fomentando la democracia directa en la toma de decisiones seremos capaces de tener el control de la situación; solo acabando con las estructuras de poder seremos capaces de conseguir la liberación de todos los seres vivos del planeta; solo con…
Volvamos a la calle, tomemos las plazas, hablemos como iguales, fomentemos la anarquía como la más alta expresión del orden humano, sin gobiernos, sin gobernantes y sin gobernados, sin ricos, sin pobres, sin líderes, sin mesías, sin dioses; sin fronteras, sin diferencias de razas, sin desigualdades de género, sin egoísmos, sin propiedad privada, sin todo lo que hace diferentes a los seres humanos. Si todos somos humanos, todos somos hermanos, si somos hermanos practiquemos la fraternidad y excluyamos a aquellos que fomentan lo contrario, hay que hacer una revolución integral que nos ayude a liberarnos de todos los tabúes y costumbres que nada tienen que ver con la naturaleza, ni con la humanidad. Fomentemos lo común, lo comunal, compartamos, vivamos, seamos felices, seamos libres, fomentemos la libertad y dejemos que el planeta y los que vivimos en él podamos seguir haciéndolo.
Pensemos, hablemos, compartamos y no deleguemos nuestro pensamiento, nuestra voz y nuestra riqueza natural. Por la anarquía.
Manuel Vicent
Publicado en el periódico Tierra y libertad núm.323 (junio 2015).