Religion-Estado-Muerte-Acracia

El Efecto Estado y la destrucción del Anillo Único

Los Estados vuelven a estar de moda, y quiero explicar qué es el «Efecto Estado». Pero antes un recordatorio. Este es el programa de la Izquierda ya sea electoral, ya sea revolucionaria: La izquierda pretende fundar un modelo de sociedad en el que todos sus miembros puedan tener un papel activo y constante en la toma de decisiones. En esta sociedad la población decidiría en igualdad de condiciones, no solo en el ámbito político, sino que dispondría de mecanismos de participación en el conjunto de aspectos de la vida social, garantizando derechos, eliminando desigualdades, incluyendo a sectores históricamente marginados, sin distinción de edad, raza, género o nacionalidad. Diríase que la izquierda concibe la democracia como un proceso colectivo, solidario y en permanente construcción, que camina hacia una sociedad sin clases sociales, sin dominación, y en último término, posiblemente sin Estado.

Y, sin embargo, sin necesidad de irnos a revoluciones lejanas que acabaron malamente, tenemos ejemplos recientes de movimientos políticos, que resulta que dicen que van a fomentar la participación y la democracia interna, permitiendo que cualquiera tenga capacidad de decisión…, y acaban montando clubs electorales que pretenden la conquista del Estado. Y cabizbajos y meditabundos, vemos que se disuelve la buena voluntad participativa como un azucarillo, quedando en el ambiente una mala hostia que te cagas.

Y esto se produce por el «Efecto Estado». Os lo explico: los y las anarquistas llamamos «Efecto Estado» a la tendencia de cualquier movimiento revolucionario o emancipador que aspira dirigir el Estado, a transformarse en algo distinto de lo que proclamaba incluso antes de conquistarlo.

Parece que el Estado y el camino que lleva a él posee una naturaleza estructural que favorece la centralización y la reproducción del poder. Más que una «esencia fija e inmutable», el Estado funciona como un conjunto de estructuras y maquinarias que producen un efecto constante sobre quienes intentan gobernar desde dentro de él.

Este Efecto puede entenderse como la tendencia estructural a la centralización, burocratización y reproducción de relaciones de poder, incluso cuando lo ocupan fuerzas que buscaban abolirlo. Y eso explica por qué revoluciones, o las tomas de poder mediante elecciones, hechas «en nombre del pueblo» terminan en Estados alejados de ese mismo pueblo… A no ser que Corea del Norte, o los propios Estados Unidos, sean considerados modelos de Estados Populares. Si es así, no sigas leyendo.

Esta naturaleza estructural del Estado explicaría por qué los movimientos participativos que se presentan a las elecciones, se endurecen y acaban siendo partidos: porque al intentar conquistar el Estado, tienden a transformarse en estructuras jerárquicas, incluso sin intención inicial de hacerlo. Y si van los cabecillas con esas intenciones, ya ni te cuento.

Así que en resumen se denomina «Efecto Estado» a la tendencia estructural por la cual un aparato estatal, incluso cuando es conquistado por fuerzas revolucionarias o emancipadoras, impone sus propias lógicas de centralización, burocratización y monopolio del poder, transformando a los actores que lo dirigen más de lo que estos logran transformarlo a él. Este efecto se manifiesta en: la reproducción de jerarquías en torno a estructuras verticales y disciplinarias; en la creación de una burocracia que gestiona recursos y poblaciones desplaza los objetivos iniciales de emancipación hacia la administración; en el distanciamiento social de las élites revolucionarias, que se convierten en una nueva clase gobernante, separada de las bases sociales que las impulsaron; en la inercia institucional con continuidad de prácticas estatales (represión, control territorial, monopolio de la violencia) que prevalece sobre los ideales originales; y en la aparición de los apparatchiks, miembros del partido que están más interesados en mantener –a toda costa– su modo de vida, que en las finalidades del invento.

En síntesis, el «Efecto Estado» muestra que el Estado, más que ser un instrumento neutro al servicio de una clase, actúa como un conjunto de estructuras con capacidad de moldear a quienes pretenden usarlo para fines de transformación social. Y ello no depende de ideología ni de líderes. El Efecto surge de la propia estructura y funciones del Estado. En realidad podemos ver que no hace falta ni tomarlo. Basta –insisto– con intentarlo para empezar a formar parte de él.

En fin, para los amantes de los videojuegos1 y del «Efecto de Estado»: El Anillo de Sauron es al poder político, lo que el Estado es a la sociedad. La única forma de escapar a la corrupción que conlleva, es destruirlo. El Anillo Único –recordadlo– fue finalmente aniquilado dentro del Monte del Destino, en la Grieta del Destino, en el mismo volcán donde Sauron lo forjó. Pero incluso ahí la destrucción no fue voluntaria. Gollum, –recordad la escena2– cegado por su obsesión por el poder, arrebató el Anillo a Frodo y se empoderó poniéndoselo. Gollum mostró una resiliencia formidable a lo largo de toda la obra. En su éxtasis final, tropieza y cae con él a la lava fundida…¡glu glu glu! 

Así es: el poder absoluto se destruye por la dinámica letal de su propia corrupción. No por la fuerza de voluntad de los héroes. Eso sí, mientras muere y no muere, no quea ni el apuntaó.

El que se pone el Anillo, la caga. El verdadero heroísmo, está en la destrucción del Estado.

  1. No confundir el Efecto Estado con un efecto de estado, que en videojuegos es un efecto adicional que puede ser activado para producir daño al enemigo o protección al jugador. O a veces debilitar o dañar al jugador. ↩︎
  2. El pasaje del Señor de los Anillos, de autoría de Tolkien, a que me refiero:
    “La luz volvió a saltar, y allí, al borde del abismo de pie delante de la Grieta del Destino, vio a Frodo, negro contra el resplandor, tenso, erguido pero inmóvil, como si fuera de piedra.
    —¡Amo! —gritó Sam.
    Entonces Frodo pareció despertar, y habló con una voz clara, una voz límpida y potente que Sam no le conocía, y que se alzó sobre el tumulto y los golpes del Monte del Destino, y retumbó en el techo y las paredes de la caverna.
    “—He llegado —dijo—. Pero ahora he decidido no hacer lo que he venido a hacer. No lo haré. ¡El Anillo es mío! Y de pronto se lo puso en el dedo, y desapareció de la vista de Sam. Sam abrió la boca y jadeó, pero no llegó a gritar, porque en aquel instante ocurrieron muchas cosas.”[…]
    Nos saltamos muchas cosas. A continuación Frodo, que se ha puesto el anillo, es atacado por Gollum y se lo arrebata…
    “Frodo lanzó un grito, y apareció, de rodillas en el borde del abismo. Pero Gollum bailaba desenfrenado, y levantaba en alto el Anillo, con un dedo todavía ensartado en el aro. Y ahora brillaba como si en verdad lo hubiesen forjado en fuego vivo.
    —¡Tesssoro, tesssoro, tesssoro! —gritaba Gollum—. ¡Mi tesssoro! ¡Oh mi Tesssoro! —Y entonces, mientras alzaba los ojos para deleitarse en el botín, dio un paso de más, se tambaleó un instante en el borde, y luego, con un alarido, se precipitó en el vacío. Desde los abismos llegó su último lamento ¡Tesssoro! y desapareció para siempre.”
    Luego se lía parda y ganan los buenos. Pero eso es sólo en los cuentos. En la realidad, el poder corrompe. Quien lo toma, luego no puede soltarlo.  ↩︎

Deja un comentario