En Italia triunfa electoralmente una reaccionaria coalición de partidos reaccionarios, y la izquierda real, la que se une por el futuro, se tira de los pelos. No os digo de qué pelos se trata, pero son de los más dolorosos. Ya no es solamente Hungría, Polonia y una docena de países de Occidente en los que la ultraderecha o bien es potente, o bien gobierna. Ahora son hermanos latinos de aquí al lado los que se pasan al lado oscuro, bien es cierto que en medio de un fuerte abstencionismo.
Claro, echarle la culpa a la abstención ya incluso apesta, porque es como decir que la gente de izquierdas no vota a la izquierda. Hay intentos de echarle la culpa al posmodernismo y al lenguaje inclusivo, olvidando que el hundimiento de la URSS se produjo sin que mediara posmodernismo de ningún tipo, en medio de un prado lleno de ciencia marxista de la bien dura. Y de ello da fe también el resultado de la izquierda no posmoderna: obtiene un magro 1,2%, o sea 348.074 votos.
¿Entonces a qué se debe esta desafección de la población hacia la izquierda?
Pues ni idea. Yo solo digo que las explicaciones que me proporcionan gente de izquierdas, en medio de una crisis económica, sanitaria, climática, política, financiera, ecológica, identitaria y de otros tipos, son absurdas: que si la abstención, que si el posmodernismo, que si el feminismo, que si la inmigración, que si el miedo a China y a Rusia, que si la desunión… Son una cantidad de disparates que parece que esté uno en el comedor de la Comunidad Terapéutica a la hora del reparto de las pastillas.
Yo no sé por qué la gente vota a unos o a otros. Pero sí sé cuando los deberes no se hacen. Aquí en España, con gobiernos de izquierdas que van con un cuidado de la hostia para no molestar a los ricos, no se ha depurado a un montón de jueces de ultraderecha, ni se han modificado las leyes represivas –por ejemplo–. Si las leyes protegen al capital, y la policía machaca a los movimientos sociales, ¿qué información se le trasmite a la gente?
Esta es la realidad: Hace un par de días (1) se ha celebrado una manifestación de apoyo a seis mujeres que han sido condenadas a tres años y medio de prisión y al pago de 150.000 euros por participar en la campaña de apoyo a una trabajadora de la pastelería La Suiza de Gijón. El caso indignante, no ha recibido eco de los grandes medios. Ni prensa, ni tele, ni ná. Y el Gobierno de Progreso afirma respetar las decisiones de los jueces reaccionarios. Es lo que hay. Hoy hablando con una amiga a la que le comentaba el caso, me decía que no me creía, que esas cosas aquí no podían pasar… ¿Cómo va a enterarse esa criatura de lo que pasa, cuando los medios lo ocultan, y los que disponen de algún medio para difundir esas barbaridades, están dedicados a lo suyo? Que es ver cómo sacan mejores resultados en la próxima cita, y quién se pone primero en la lista.
Me dicen también que los anarquistas tampoco es que brillemos mucho por nuestra presencia y que somos un fracaso. Es verdad, sólo echamos una mano en los movimientos sociales: obrero, feminista, ecologías, pacifista… Y al menos, no nos presentamos a las elecciones. Que para perder elecciones, ya tenemos a la izquierda.
(1) Apoyo masivo a las seis encausadas de Gijón
Mientras ‘las derechas’ han ido actualizándose durante todo el siglo XX, adaptándose a la evolución, o involución, sociocultural del momento, ello no ha sido así por parte de ‘las izquierdas’, hasta el punto de que muchas de estas derechas provienen de izquierdas que no encontraron en su nicho razones y argumentos convenientes a un zurdo perseverar. La izquierda, todas a ella sometidas, sigue esperando una y otra vez que se repita la inverosímil carambola que creó la pesadilla soviética. Se aferra a un pasado útil al teatrillo partitocrático, entertainement de inmediatez que no es sino que impide ‘la política’…