Florentino y el poder del palco

En el brillante texto previo de este magnífico blog, dedicado a la manipulación en los medios, ya mencioné de pasada al todopoderoso Florentino Pérez, con un desmedido poder en este inefable país. Ahora, una vez leído en toda su amplitud el libro El poder del palco, de Fonsi Loaiza, merece la pena realizar unas no menos lúcidas reflexiones al respecto. Y esto es, principalmente, porque la historia de este inicuo personaje va paralela a la de esa farsa llamada Transición a la democracia; Pérez aparece jovencito en el tardofranquismo como burócrata, arropado por el franquista Arespacochaga, intenta meterse en política ya muerto el genocida dictador, para terminar comprendiendo, una vez convertido en gran empresario, que donde más poder va a conseguir es como presidente de un inmenso club de fútbol como el Real Madrid. Conviene recordar que para lograr esa posición fue fundamental su extrecha relación con el repulsivo expresidente del gobierno José María Aznar, ya que la Fundación ACS, del propio Florentino, financió la Fundación FAES, ese ignominioso think tank de la insufrible derecha española; de las privatizaciones llevadas a cabo por Aznar o Esperanza Aguirre, Florentino sacó un suculento beneficio, por no hablar de su apoyo a la invasión de Irak, de la que sacó algún que otro contrato de reconstrucción del país. Connivencia criminal entre el poder político y el económico, nada nuevo por otra parte.

Todos sabemos que el alienante universo balompédico ha albergado a toda suerte de canallas corruptos dispuestos a enriquecerse por cualquier medio, pero lo que ocurre en la presidencia del club blanco creo que sobrepasa ya todos los relatos de ficción. Es más, se dice que el papel que cumplían las cacerías durante la dictadura franquista, con toda suerte de tejemanajes del poder, lo adopta ahora el palco del Bernabeu al que acuden los principales personajes del mundo económico, político y mediático; es una lástima que no tengamos ya el talento de Azcona y Berlanga para realizar una estupenda sátira cinematográfica. Para ilustrar lo del palco, nada mejor que un ejemplo de lo más significativo, la última aparición pública del corrupto emérito, antes de su huída a Abu Dabi a principios de 2020, ya podéis adivinar en qué lugar se produjo. El control de Florentino Pérez es tal que no parece importar que se hayan hecho públicos audios, provenientes de las cloacas del Estado, en los que se deja claro el poder mediático de este fulano. La verdad esta ahí, pero claro, para quien quiera verla y no prefiera seguir sumido en el territorio del papanatismo y la alienación.

Florentino empezó en política, en un partido llamado Partido Reformista Democrático, un engendro similar a lo que sería Ciudadanos hoy en día, pero paralalemante fue construyendo su imperio empresarial. Su objetivo era estar en contacto con las grandes familias económicas del franquismo, como es el caso de los Alberto o los March, financiadores estos del criminal golpe de 1936; entra en política para poder convertirse en el correveidile de estos poderes franquistas, que una vez muerto el dictador permanecieron intactos. Como el fulano es tan inicuo como astuto, también de forma paralela va adquiriendo medios de comunicación, otra evidente obsesión para poder manejar bien los hilos; fue el punto de partida para un control mediático casi absoluto, que aparta a todo aquel que no asume que los que mandan son intocables. Púnica, Lezo, Castor, 3%, la construcción de un río en Guatemala donde un activista opositor está encarcelado…; las empresas de Florentino están relacionadas con innumerables episodios de corrupción, pero al igual que pasa con figuras principales de la política, la de Florentino parece blindada. Todo individuo poderoso va creando un repugnante séquito a su alrededor, que le recuerda que es un «ser superior», como aseguró uno de sus principales palmeros, ese ser viscoso llamado Butragueño; uno de estos hombres de confianza a nivel mediático es un periodista que pasa por trabajar en una canal televisivo progre, García Ferreras. Y, precisamente, si a algo deberían temer oligarcas perversos todopoderosos, como Florentino Pérez, es al periodismo verdaderamente independiente; una rara avis en este inenarrable país, pero haberlo haylo.

Juan Cáspar

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