Ahora que ya tenemos en España un gobierno de progreso, coalición de la casta socialista con un partido supuestamente transformador en minoría, convendría lanzar unas cuantas reflexiones. Sin que sirva de precedente, y sin la más mínima sospecha de objetividad imparcial, vade retro, trataré de no hacerlo en forma de exabruptos. Hay que recordar, dado que la memoria histórica no es el fuerte de este país, que ya se han dado un buen puñado de legislaturas socialistas en las últimas décadas tras la muerte del dictador. De hecho, en las catorce últimas legislaturas la mayoría han sido del partido todavía llamado socialista y obrero, que ha gobernado España, si contamos la recién investida a Pedro Sánchez, hasta en ocho ocasiones. Insisto, no hay excesiva retentiva en la sociedad patria, pero todavía me sorprenden las loas a uno de los personajes más siniestros de la España reciente: Felipe González.
A mi nada modesto modo de entender las cosas, González y el Partido Socialista son tan culpables como la derecha oficial en la situación actual del país: saqueo constante, explotación laboral, estupidez mediática y cultural hasta el hastío, alienación colectiva en forma de esperpento nacional… Habrá quien me diga que soy excesivamente apocalíptico, pero yo creo que me quedo corto, miren ustedes. Tratemos, por favor, de contemplar la realidad de frente y no a través de un colorido velo de estulticia. Hay que aceptar también que el género humano, no importa si la realidad es que le estén puteando de manera sistemática, posee esa irritante tendencia a dejarse manipular no sé bien si en aras de una vacua tranquilidad existencial. Sea como fuere, gran parte del personal se ilusiona una y otra vez con gobiernos denominados «de progreso». En mi opinión, perdón por la pedantería, el oxímoron resulta ya ofensivo.
Hay que ser también honesto y recordar que González encabezó ya una generación de tecnócratas, desterrado definitivamente el marxismo, sin ideología ni ética alguna. Es ahora, en 2020, cuando de verdad va a haber comunistas en un gobierno en la España reciente. Es cierto que reducidos a la mínimo expresión por el nada estólido Sánchez, pero veremos qué ocurre, aunque solo sea por curiosidad. Las excusas mil por no haber podido hacer gran cosa en un sistema gobernado en realidad por el Capital ya las tenemos. De momento, no puedo evitar hacer propaganda libertaria, recordemos que dando poder una y otra vez a los políticos, engordando el Estado y a toda la estructura jerárquica, ya sabemos que no ha llegado una verdadero cambio social. Más bien, tremenda paradoja, se ha terminado por apuntalar una sociedad capitalista e insolidaria. Frente al poder político solo hay un antagonista, la sociedad civil y todos los que la forman. Si uno se incrementa, la otra disminuye, tan sencillo como eso. Los de abajo, la gente normal que somos la mayoría, organizándose de modo horizontal, en base al principio de solidaridad. Y, claro está, enfrentados constantemente al poder, sea rojo, azul, verde o naranja. Nadie dijo que el camino sea fácil. Claro está, si uno no está dispuesto a recorrer el que requiere menos esfuerzo de enajenarse.