Hazlo tú mismo, hazlo con otros. Filosofía del fanzine

Os ofrecemos un texto de Rafael Uzcátegui en el que nos explica que es un fanzine, su porqué y, sobre todo, nos invita a que volvamos a llenar las calles, sus locales, sus paredes, de fanzines. Anímate: hazlo tú mismo, hazlo con otros. Cuenta, disfruta y comparte.

Índice
Introducción
El regreso al papel
Del papel al píxel: el fanzine como ADN del internet libre
La vuelta, no como nostalgia, sino como recomienzo
Mi lugar de enunciación
Historia del fanzine: del fan al fuego
La resaca digital trae de vuelta los formatos físicos
Objetos físicos en un mundo digital
Un dispositivo portátil de memoria
Auge y declive del periodismo “alternativo”
Sin precio ni permiso: el fanzine como economía de la libertad
La belleza que nos debemos
El “éxito” dentro de los movimientos sociales
Hacer que suceda: el deseo como motor editorial –y vital-
Epilogo

Introducción

¿Nunca hiciste un fanzine? Mejor.

Este texto habla sobre fanzines. Pero también habla de otras cosas: del deseo de decir algo, del derecho a crear sin pedir permiso, de cómo vincularse con otras personas más allá de los algoritmos y los likes, de lo que no ha funcionado en el activismo tradicional. Es un texto para quienes hacen fanzines, sí. Pero también es para quienes todavía no han hecho uno.

Tal vez nunca has visto un fanzine. Tal vez solo escuchaste la palabra en una feria o en un post de instagram. Tal vez crees que eso es “cosa de gente rara”, algo que leyó alguna vez tu hermano mayor o una expresión artística. Tal vez piensas: “yo no sé dibujar, ni escribir, ni hacer diseño gráfico”. Buenas noticias: eso no importa.

¿Qué es un fanzine?

Un fanzine (de fan + magazine) es una publicación hecha por personas comunes —como tú o como yo— que quieren compartir algo: una idea, una emoción, una historia, una opinión, un chiste, un dibujo, una herida, una alegría, una propuesta.

Puede ser en papel o en digital, hecho con tijeras y fotocopias o con una app de diseño. No tiene formato fijo, no hay reglas. Lo importante es que no necesita aprobación de nadie. Ni likes. Ni dinero. Ni una editorial. Ni un título universitario. Solo ganas de decir algo y de conectar con alguien más, que tenga tus mismos gustos, búsquedas y deseos.

Un fanzine puede tener una sola copia o cien. Hacerlos puede durar diez minutos o, como en mi caso, treinta años. Puede hablar de política o de música, de salud mental, de sexo, de libros, de memes, de maternidad, de migración, de cualquier cosa que te queme dentro del pecho y quieras compartir.


¿Y por qué importa?

Porque vivimos en un mundo donde casi todo lo que publicamos se mide en números: vistas, seguidores, algoritmos, “engagement”. Donde lo que no genera rendimiento parece no valer la pena. Y donde cada vez más, decir lo que realmente sentimos parece un lujo o una pérdida de tiempo.

Frente a eso, hacer un fanzine es un acto de libertad. Es decir: esto me importa. Esto quiero que exista. Esto quiero compartirlo sin esperar que sea viral, perfecto o rentable. Ha ocurrido en los últimos años, aunque no lo sepas hasta ahora. Y creemos que seguirá existiendo por mucho tiempo.

También es una forma de cuidarnos. Porque no todo lo urgente se puede contar en un tuit. Porque necesitamos decir cosas que no caben en una story. Porque hay dolores, alegrías y preguntas que merecen otro tiempo. Otro espacio.

No se trata solo de hacerlo tú.

Este texto se llama Hazlo tú mismo, hazlo con otros. Porque, aunque la chispa sea personal, el sentido aparece en el encuentro, en las conexiones. Hacer un fanzine también es armar comunidad. Aunque sea pequeña. Aunque sea invisible al principio.

Un fanzine no se hace para tener éxito, nadie en su sano juicio ha pretendido vivir de esto. Se hace para crear un mundo nuevo en miniatura. Uno donde lo que tú piensas, sientes o inventas tenga un lugar. Exista.

Así que si nunca hiciste un fanzine… Perfecto. Este texto quiere invitarte a que lo intentes. No necesitas nada más que una necesidad, una hoja, una idea y algún tipo de deseo. Y si lo haces, ojalá nuestras palabras te acompañen.

Y si ya hiciste un fanzine o has leído varios de otros, aquí comparto mis propios aprendizajes sobre el proceso de crearlos, que espero dialoguen con tus propias opiniones al respecto.

Cuando estoy a punto de cumplir 52 años, este texto es un abrazo a ese Rafael que, a sus 16 primaveras con sus propios miedos y complejos, decidió hacer su primer fanzine. Y no ha parado desde entonces. A partir del fenómeno de la autoedición, digo cosas que no había tenido la oportunidad de decir en otro lado. Un fanzine que habla sobre fanzines, no se me hubiera ocurrido una mejor celebración a lo que ha sido mi propia vida que eso.

Empecemos.

Sigue leyendo el texto en el pdf que adjuntamos

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