El facherío patrio es muy, muy pesado con la cuestión de la supuesta leyenda negra del condenado imperio español. Para los profanos, explicaré que se trata de una teoría sostenida por alguna corriente historiográfica, según la cual existiría abundante propaganda antiespañola y, al parecer, también anticatólica. No hace falta tener excesivos conocimientos para llegar a la muy obvia conclusión que la historia de la humanidad, y la de sus imperios colonizadores, es la de la subyugación de unos pueblos poderosos sobre otros, que lo eran menos. El hecho de que haya algo de verdad en la exageración, por parte quizá de otras con inicuo afán dominador, no elimina de un plumazo los muchas desmanes cometidos por el imperio español, junto a ese horror denominado evangelización, ni convierte en rosa su leyenda, tal y como pretenden los reaccionarios más interesados (o descerebrados). Hoy por hoy, la insistencia en la susodicha leyenda negra solo puede ser sustentada por los que niegan la posibilidad de una horizonte mejor para la humanidad en nombre de ese concepto tan bello que es la fraternidad universal; si queremos aprender un poquito de la historia, contextualizando los hechos, es precisamente para volver a dotar de sentido eso tan denostado llamado progreso moral, no para insistir en fastos celebratorios indignantes apoyados en descabelladas teorías conspiratorias para justificar lo injustificable.
No soy tampoco muy amigo de lo políticamente correcto y, incluso, a un nivel histórico puedo aceptar el término «descubrimiento» relativo al continente americano desde la perspectiva europea. Sin embargo, seguir usándolo a día de hoy de esa manera tan inicua y necia es establecer un hilo conductor con la ignominia de negar las grandes culturas llamadas indígenas. Ya hace décadas, y lamentable es que bien entrado el siglo XXI sigamos con estas lamentables polémicas, que determinadas personas reclamaban hablar mejor de «encuentro» entre dos mundos y que se reconocieran las atrocidades llevadas a cabo por el pueblo sojuzgador. También hay, sin negar los desmanes cometidos y teniendo en cuenta que no es posible jugar a la ucronía, quien señala aspectos positivos en la conquista hispana. Efectivamente, no es posible cambiar la historia, pero el problema lo constituyen todas esas fuerzas reaccionarias que les gustaría repetirla, con el dogma como bandera, y seguir sometiendo a otros pueblos en nombre de eso tan cuestionable llamado civilización.
La leyenda negra, no hace falta mucho recorrido intelectual para dilucidarlo, no es ninguna verdad absoluta; simplemente, fue alimentada por otras naciones que querían ocupar el lugar del poderoso imperio del momento, como fue el caso de Inglaterra, cuyas barbaridades rivalizarían tiempo después con las efectuadas por los españoles. Y podemos poner muchos otros ejemplos históricos, ya sean provenientes de alemanes, belgas u holandeses, ya que siguen siendo malos tiempos para insistir en lo moralmente obvio: todas las conquistas suponen ríos de sangre, son tremendamente cruentas y consustancialmente injustas. Además, la historia está plagada de falacias, en nombre de las cuales muy a menudo se construyen mitos para seguir sustentando ese horror llamado «identidad nacional». Frente a todas estas loas mistificadoras y patrioteras a los aspectos más negativos de la historia de la humanidad, que son los poderes centralizados y la dominación sobre los pueblos, hubo quien se esforzó en buscar los rasgos culturales más solidarios, libres e igualitarios. Así, el bueno de Kropotin insistía en observar una concepción histórica bifurcada en dos opciones: la imperialista, que sentó las bases para la creación moderna de los Estados, y la federalista o libertaria. Seguiremos trabajando por esta última, sustentada en los más nobles valores de la humanidad.
Juan C´áspar
Te opones a lo que paso y no se puede remediar , el mundo esta lleno de conquistas, solo por que odias el gobierno de ese tiempo Dios y amo , hay que evolucionar por que el anarquismo se quedo sin propuestas reales hoy en día, solo veo progresar a su primos lo tales anarco capitalistas, otros bellacos peores.