Me dicen que yo presumo de anti-intelectualismo. Hombre, vamos a ver si no confundimos las cosas. Yo me he leído millones de libros de política, filosofía y economía, algunos de ellos horriblemente indigestos. ¿Qué culpa tengo yo, si cuando los termino, me parecen una mierda pinchá en un palo? Es que, joder, no vale tanto análisis pa ná. Pa ná bueno me refiero ¿De qué ha valido que Podemos se abriese a la participación, si al final montan un partido político al uso, con sus comisarios y sus cuotas de joder. Pensad por un momento, a que dedican la mayor parte de su tiempo, toda esa banda que dicen representarnos. ¿A defendernos? Por favor.
Y es que no hay análisis así se lean mil veces a un tío que se llamó Gramcsi. Lo que se difunde en los medios de comunicación, son consignas políticas. Se repiten y se repiten hasta que alguien se las cree, y ahí termina todo raciocinio.
Por ejemplo, en estos meses se habla de continuo en prensa de que los sistemas de pensiones no son sostenibles, y que por el envejecimiento de la población se irán al diablo en… Y te dan una fecha en la que yo me habré muerto con un poco de suerte.
Y la realidad es esta: los sistemas de pensiones y la seguridad social serán sostenibles, mientras se les dedique el dinero necesario. No hay ningún problema. Porque dinero hay a montones. ¿Que no? La productividad desde el siglo XIX se ha incrementado anualmente por el desarrollo tecnológico y nuevas formas de organización del trabajo. Hay más producción y más dinero que nunca. Y resulta que en lugar de provocar esa creación de riqueza un descenso brutal de la jornada laboral, se han creado millones de puestos de trabajo de administración, burocracia, publicidad y otras industrias de dudosa utilidad. Y hay millones de personas sin trabajo. Y además, se oculta una millonada en paraísos fiscales y en bancos. O sea: hay superávit. Cualquier tratante de cabras lo sabe.
Solo hay un problema para derivar ese pastizal a investigación, educación, servicios sanitarios, y pensiones dignas: la resistencia de los ricos, que es feroz, despiadada, inmisericorde. A los ricos no les conmueve nada de lo que te pase. Ellos y su dinero, están a salvo.
¿En qué consiste la campaña de los ricos contra nosotros? La fórmula es clásica: primero extender el miedo atacando a los disidentes; segundo provocar la desunión creando multitud de intereses opuestos; tercero difundir rumores a través de sus expertos a sueldo; cuarto comprar a los sujetos que ven aprovechables metiéndolos en las instituciones estatales y empresariales; quinto se me ha olvidado mientras pelaba patatas. Todo ello de cara a provocarte una sensación de hastío, fatalidad e impotencia.
¿Cómo derrotarles? A través del activismo. Allí donde está el o la militante: identifica los problemas escuchando a la gente y apreciando sus ideas; define cuáles son los problemas importantes y les presta atención; busca aliados estableciendo una red de ayuda mutua; elabora un plan para vencer dificultades y amenazas; establece intereses comunes mitigando las divisiones y creando igualdad ; desarma el discurso de los poderosos ofreciendo otra interpretación de los hechos; se muestra incorruptible a las ofertas de los ricos y plutócratas; marcha con sus compañeros y compañeras a la victoria a través de la organización.
Y no hay más misterio. Para cambiar el mundo, no hay más que seguir esos sencillos pasos que proporcionan unión, solidaridad, dinamismo, símbolos, imágenes, ideas, valor y fuerza. Tú, militando, eres un o una intelectual. El militante es el o la verdadero/a intelectual, es el que a través del pensamiento convertido en acción, canaliza el descontento, la ansiedad y el odio… Y socava el muro, de manera que cuando se abre una minúscula grietecita en el embalse, el agua sale por ella incontenible, furiosa, destructiva, agranda el hueco, iguala el río, y acaba desmoronando la presa que nos detiene.