Por otro lado, está el flanco amigo. Esas personas cercanas que piensan que su deber es desanimarte. Esos seres de buenas intenciones que tratan de convencerte que tus sacrificios son en vano. “ Es peligroso”. “ Nadie te lo agradecerá”. “Es imposible”. “No se puede”. “ Deja eso así”. “ Lo mejor es irse”. “ Piensa en ti”. “ Deja que otro lo haga” .
De estas dos oposiciones, la más brutal es por supuesto la del flanco amigo, la de los propios , los amigos, los familiares y los conocidos que profesan querer tu bien. Esa gente que quiere lo mismo que tú, pero que por alguna misteriosa razón hace todo lo posible para que ese mundo mejor que todos soñamos nunca se construya. Gente que está tan abatida y frustrada por las dificultades que se ofenden cuando alguien lucha por tiempos mejores. Esas personas se reconocen fácilmente porque son las que más se quejan durante una crisis. No son gente mala. Es solo que ante la adversidad se vuelven pequeñas y su visión del todo se torna demasiado gris. Buscan protegerse y se esconden en la desesperanza. Y de pronto, sin estar consciente de ello, son los primeros defensores del cinismo y los enemigos declarados de todas las utopías. Esa es la verdadera crisis: Cuando el mal logra romper el espíritu de los buenos.
Las batallas se ganan con actitud y voluntad. Bajar la cabeza nunca es una estrategia acertada. Los que se sientan a llorar son los primeros en caer. Nos guste o no. Hasta en la peor de las tragedias, el mundo sigue girando. Hasta en los momentos más duros, hay personas que todavía sonríen, que todavía se enamoran locamente y que siempre realizan, de la manera más inesperada, sencillos actos de bondad. Siempre hay lugar para la alegría, para la felicidad, para el amor. Siempre existen personas que logran mantenerse humanas, a pesar de los problemas. En tiempos de tristeza, de dolor y de sufrimiento, el poseer un espíritu inquebrantable es la mejor de las armas.
Gustavo Godoy
Tomado de: http://periodicoellibertario.blogspot.com.es/2017/03/los-tiempos-dificiles.html