En estos días tenemos que comentar dos grandes acontecimientos, uno el de las movilizaciones de mujeres para el 8 de marzo, con huelga y todo, y otro es el que no voy a comentar, para no distraeros del primero. Eso es. Ojalá este ocho de marzo la huelga que plantean sea un éxito planetario. Pues la cuestión que me sugiere es la siguiente.
Las mujeres están consiguiendo meter en la agenda pública, o sea, en lo que habla la gente, sus reivindicaciones. El tema está en el aire, y eso es importante. Y lo hacen sin depender de los parlamentos, y sin necesidad de presentar candidaturas electorales. Simplemente, avanzan como movimiento social, sin líderes famosos, con una multitud de grupos e iniciativas, que desbrozan el camino de la conquista de sus derechos. Sensibilizan, condicionan, consiguen cosas a pesar de la situación de desventaja que padecen, allí donde otros fracasan estrepitosamente.
Resulta que en este país estamos viviendo una crisis enorme desde toda la vida. Unas veces de una manera, otras de otra, estamos siempre en con el agua al cuello. El 15M parecía iniciar un ciclo de esperanzadoras protestas al margen de los parlamentos y alcaldías. Los políticos, unos por ineptos, otros por corruptos, y otros por impotentes, nos han dejado en pelotas, y que cada cual se mire los bolsillos y su entorno: esto es fruto de la política de estos cuarenta años, de la que se han beneficiado y se benefician, todos los partidos parlamentarios, nacionales, autonómicos y locales.
Tras reprimir el Estado brutalmente el 15M, hubo un segundo intento: Podemos y la movida de independencia en Cataluña. Emplearon, recordémoslo, una serie de premisas para comerle el coco al personal. Iban a hacer una política de base, participativa, democrática, honesta, de defensa de derechos sociales. Y con esa esperanza, absorbieron para la política de siempre, a una nueva hornada de militantes, que ahora andan en cargos, o intentando pillar cacho en ayuntamientos, diputaciones, parlamentos, fundaciones, iglesias y ONGs. ¿Qué han conseguido en los últimos cinco años? Lo más grande, ha sido desplazar a Esperanza Aguirre, a Teófila Martínez, a Artur Mas y a algún otro mamarracho de gobiernos autonómicos. Pero nada más. Podrán decir que es mucho.
Pero al que le rugen las tripas, tiembla de frío, padece por sus hijos o emigra a Alemania… ¿De qué le vale, cuando resulta que las libertades se cercenan, los sueldos bajan en picado, las pensiones se deterioran, la sumisión se incrementa, y los dueños del parné gobiernan a golpe de teléfono y talonario?
Nos dirán los políticos que se hace lo que se puede. Pero yo no dejo de observar, que las mujeres sin tanta alharaca, sin primarias ni congresos, sin presentar programa de Gobierno…, arrastran a todo el mundo, avanzan, son admirables, y dignas de imitar. Verdaderamente, me da sana envidia el movimiento feminista: amplio, potente, diverso, acéfalo, y que con sus más y sus menos, ha puesto en la agenda pública, en las noticias, en las cosas de las que se habla, y en el momento del cambio hacia la igualdad, el nombre de la mujer.
El ocho de marzo, huelga.