El 30 de mayo de 2022 se cumplían 40 años de la entrada del Estado español en la OTAN. El movimiento en contra de esta entrada había llegado a movilizar en aquellos años a cientos de miles de personas, que vieron cómo en el momento de llegar al poder, el PSOE cambiaba radicalmente de postura (como tantas otras veces ha vuelto a hacer en estas cuatro décadas) y pasó del «OTAN, de entrada, no» a defender por todos los medios la permanencia en la Organización.
Desde entonces, la participación española en la OTAN ha sido cada vez más estrecha, desde su incorporación en 1997 a la estructura militar hasta haberse convertido hoy en día en un socio estratégico clave que aporta el 6% del presupuesto anual de la Organización, es sede de la principal base del Africom (cuerpo estadounidense para la intervención en África, en Morón), uno de los enclaves del Escudo Antimisiles (base naval de Rota) y ha contribuido con medios y efectivos a sus principales misiones y operaciones, entre otras: Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Libia, Afganistán, la Operation Ocean Shield contra la piratería en el golfo de Adén y el Cuerno de África, o a la Operación naval Active Endeavour (OAE) contra el terrorismo en el Mediterráneo.
En los 40 años que el Estado español lleva en la OTAN, ésta ha participado en 22 misiones, con la intervención de más de 125.000 militares, en las que han muerto 119 soldados. Actualmente son casi 1.400 los soldados españoles desplegados además de medios materiales como aviones, buques, helicópteros y carros de combate.
La próxima cumbre de la OTAN se realizará en Madrid con un coste que superará las 37 millones de euros y frente a ella se ha organizado la ‘Plataforma Estatal por la Paz, OTAN No’, cuyo manifiesto reproducimos:
Manifiesto por la Paz, contra la cumbre de la OTAN
La reciente pandemia ha desmontado la falacia de que necesitamos un sistema de seguridad militarizado. La Seguridad Humana tiene que ver con la necesidad de vivienda, comida, trabajo digno, agua potable, y sistemas de protección social que garanticen servicios públicos de calidad, un sistema de cuidados público, y con la exigencia de afrontar la emergencia climática, acabar con las desigualdades y con el desarrollo efectivo de los derechos humanos.
El Informe Social Mundial 2020 de las Naciones Unidas advierte de la creciente desigualdad, tanto en los países del Sur como en los del Norte Global, donde se exacerban las divisiones sociales. Más de dos tercios de la población mundial vive en países donde la desigualdad ha crecido. El 1% de la población más enriquecida tiene cada vez más recursos, mientras que el 40% de la más empobrecida obtiene menos de un 25% de ingresos.
Según las Naciones Unidas, con datos de 2019, más de 820 millones de personas pasan hambre y 2.000 millones sufren su amenaza, de ellas, el 70% son mujeres. El 26,4% de la población mundial no tiene asegurado un plato de comida al día y 80 millones de personas se han convertido en refugiadas al huir de las guerras, el 50% son mujeres y niñas susceptibles de sufrir violencia sexual o de caer en manos de las redes de trata. Por otro lado, como estructura militar que es, la OTAN es un ejemplo palmario de discriminación hacia poblaciones históricamente oprimidas (mujeres, comunidades del Sur global, colectivos LGBTIQ+, etc.), un freno a los intentos de poner la vida en el centro, como viene reclamando el feminismo desde hace años.
La institución y la militarización de la seguridad
La OTAN es un sistema de seguridad multinacional que actúa en el escenario internacional infringiendo el mandato explícito de la Carta de las Naciones Unidas. Ello la convierte en una amenaza para la paz, como han demostrado sus actuaciones en Yugoslavia, Irak, Libia o Afganistán, que han generado desestabilización, destrucción y retrocesos en el pleno ejercicio de los derechos sociales y humanos de las personas en las zonas intervenidas.
Esa continua amenaza a la Paz se ha producido también en territorio europeo al atacar la Federación Rusa a Ucrania en contra de la Carta de las Naciones Unidas, ataque inaceptable que impide avanzar hacia un Sistema de Seguridad Compartida e incentiva el rearme y la militarización de la seguridad. Exigimos que el Gobierno del Estado y la Unión Europea se centren en la vía diplomática que ponga fin a la guerra y a la invasión rusa en Ucrania; rechazamos el envío de armas por parte del gobierno español a Ucrania, y demandamos un compromiso de reducción del gasto militar.
El No a la Guerra sigue siendo necesario más que nunca.
Carrera armamentística
La OTAN es uno de los mayores impulsores de la carrera armamentística mundial. Es inaceptable que el gasto mundial en armamento en 2019 se estimase en 1,63 billones de euros, el 2,2% del PIB mundial (la cifra más alta desde la Guerra Fría). Debido a la estrecha colaboración de la Unión Europea con la OTAN, la Comisión Europea presentó en 2018 un presupuesto de 13.000 millones de euros para defensa durante el período 2021-2027.
La OTAN, al no descartar el uso de armas nucleares, es un obstáculo para impulsar un Tratado Internacional para prohibir y destruir de forma controlada todo el arsenal mundial de armas de destrucción masiva (ABQ). La retirada de los EEUU, socio preferente de la OTAN, del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), abre de nuevo la posibilidad de un rearme incontrolado de armas nucleares tácticas. España, además de no haber firmado todavía el TPAN, es el séptimo país productor de armas a escala mundial, por lo cual esta carrera armamentística de la OTAN le beneficia económicamente. Necesitamos impulsar todas las iniciativas para hacer vinculantes tratados internacionales multilaterales que fomenten la prohibición de armas nucleares por parte de todos los países. También necesitamos hacer cumplir la legislación que prohíbe vender armas en caso de graves violaciones de DDHH.
Consecuencias ecológicas
Los ejércitos provocan daño medioambiental principalmente en tres niveles: las emisiones de CO2 por los combustibles fósiles que utilizan, los restos tóxicos de las guerras que destruyen ecosistemas y biodiversidad, y el daño directo a entornos naturales como campos de entrenamiento, que permanecen durante muchos años sin capacidad de regeneración. Las industrias militares de los países de la OTAN operan como salvaguarda de los intereses de las mayores corporaciones multinacionales contaminantes de carbono. En ese sentido, consideramos inadmisible que los EEUU, así como gran parte de los estados parte de la coalición, excluyan las emisiones militares de los inventarios nacionales de emisiones. La Unión Europea no se queda atrás. No existe un informe público sobre las emisiones de gases de efecto invernadero de los ejércitos nacionales de la UE y no se ha fijado un objetivo de reducción de emisiones. Más allá de esto, cualquier plan de lavador de cara (greenwashing) de las fuerzas armadas solo responde a la vulnerabilidad que les genera la dependencia de unos combustibles fósiles que se agotan. En palabras del exsecretario de la Armada de EEUU: «Avanzamos hacia los combustibles alternativos (…) para hacernos mejores combatientes».
La cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN a celebrar los días 29 y 30 de junio parece pretender reeditar una nueva estrategia de “Guerra Fría”. En 2021 la OTAN aprobó su Plan de acción para la seguridad y el cambio climático para preparar una nueva refundación en Madrid. Los países de la OTAN, conscientes del reto que supone la crisis climática, se preparan para apropiarse de las últimas fuentes de petróleo y de gas, y de los recursos necesarios para afrontar el colapso energético y dar una respuesta militarizada a las migraciones climáticas convirtiendo el norte en una fortaleza, mediante agencias como la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex). La transición ecológica que plantean los gobiernos del norte es colonial e irrealizable en términos de límites naturales del planeta. La OTAN, por tanto, representa la respuesta militarista y colonialista. Nosotras optamos por una alternativa justa y solidaria.
El futuro
Necesitamos avanzar hacia el fin del intervencionismo militar, hacia modelos de justicia social, hacia la justicia climática y hacia un sistema de seguridad desmilitarizado, basado en la prevención diplomática de los conflictos, la multilateralidad y el cumplimiento de la Carta de las Naciones Unidas. La propuesta de militarización de la OTAN va acompañada de un despliegue militar de EEUU por todo el mundo que rechazamos, incluidas las bases en nuestro país de Rota y Morón.
La situación actual en Ucrania, provocada, entre otros actores, por la Federación Rusa y la actitud de la OTAN, evidencia hasta qué punto la Paz no podemos dejarla en manos de militares.
Nuestra posición
Por todas estas consideraciones, rechazamos la invitación realizada por el presidente del Gobierno Pedro Sánchez para realizar la cumbre de la OTAN en Madrid, abogamos por el desmantelamiento y reconversión de toda la industria militar española, así como -igualmente- exigimos al Gobierno que cancele cualquier licencia de exportación de armas vigente a países en conflicto o que vulneran los derechos humanos.
La ciudadanía del Estado español ha demostrado ser pacifista, contraria a la guerra y a la carrera armamentista. Desde la desobediencia civil de los objetores de conciencia frente al servicio militar obligatorio hasta las grandes manifestaciones contra la guerra, nos hemos posicionado con métodos y objetivos en las antípodas de los que defiende y se arroga la OTAN.
Necesitamos un sistema de seguridad desmilitarizado, sin armas de destrucción masiva, sin bases militares desplegadas en terceros países, que se acompañe de una reducción drástica del gasto en armamento y de la creación de una cultura de paz a la que se dediquen los recursos y los medios que hoy se destinan a la guerra. Estos principios deben guiar las acciones para cualquier acción política propia no basada en los intereses de otros países o grandes potencias. Necesitamos un mundo libre de guerras y destrucción. Por esa razón, rechazamos el militarismo, venga de donde venga.
Disponemos de múltiples ejemplos de organizaciones, colectivos, y personas que diariamente trabajan por nuestra seguridad, sin recurrir a la amenaza de la violencia, yendo a la raíz de los problemas que provocan tal inseguridad. El ingente gasto militar es una de tales amenazas.
Por todas estas consideraciones, rechazamos la invitación realizada por el presidente del Gobierno Pedro Sánchez para realizar la cumbre de la OTAN en Madrid. En consecuencia, las organizaciones políticas, sociales y personalidades de la academia y de la cultura que suscribimos este Manifiesto, consideramos necesario impulsar una alternativa para la Paz y el desarme.