El otoño de Kropotkin. Entre guerras y revoluciones (1905-1921) es un libro de Jordi Maíz Chacón, con prólogos de Carlos Taibo y Frank Mintz, que recoge los últimos años del gran pensador anarquista; no publicado todavía, se ha incluido en una campaña de crowdfunding.
Muy a menudo, observamos a la figura de Kropotkin, y parte de su legado, de una manera algo simplista e incluso con cierta actitud condescendiente. A ello contribuyó, sin duda, su talante bondadoso, su carácter entrañable, junto a un tono cercano y amable en su obra intelectual para ser comprendido por todo el mundo. Estoy lejos de cultivar la adoración a ningún pensador o militante anarquista, algo por otra parte bastante alejado de la condición libertaria; muy al contrario, creo que siempre hay que mostrarse crítico con todo aquello que recibimos, por supuesto incluido el pasado anarquista y sus (muy interesantes) personalidades. De hecho, resulta llamativo que aquellos que suelen mostrarse más bien entusiastas con el legado intelectual kropotkiniano (léase, entre muchas otras cuestiones, el comunismo libertario o la supuesta concepción “científica” de la anarquía, algo que ya fue objeto de crítico por anarquistas de la siguiente generación), solo observan una mácula en su historial: su posicionamiento, aliadófilo, en la Primera Guerra Mundial.
Es así hasta el punto de que suele decirse, o insinuarse, que el bueno de Kropotkin debió enloquecer para adoptar dicho compromiso béico, sin duda minoritario en el mundo libertario, aunque adoptado también por alguna otra personalidad anarquista. Por el contrario, ese pacifismo, o mejor antibelicismo, algo dogmático, se le niega ya al segundo gran conflicto, ya que en ese caso la lucha era abiertamente contra el fascismo. No tengo yo tan claro que exista una diferencia tan abismal entre esos terribles aconecimientos, que fueron las dos grandes conflagraciones mundiales, y para no caer en semejantes simplificaciones habría que situarse en cada momento histórico para saber cómo hubiéramos actuado (el dogmatismo es, con seguridad, siempre rechazable, pero aún más cuando se produce «a distancia»). De hecho, hubo militantes anarquistas, sin duda también minoritarios en este caso inverso, que también adoptaron ese encomiable antibelicismo en la Segunda Guerra Mundial. Coger las armas es tal vez a veces inevitable en un mundo regido por la dominación y el enfrentamiento, pero entrar en la lógica militar, no importa el conflicto del que hablemos, es siempre una desgracia.
Dicho esto, que yo no me considero quién para tildar alegremente de equivocado a nuestro gran autor, y al mismo tiempo trato de comprender de manera crítica y analítica sus puntos de vista, hablamos de una personalidad de extrema importancia, y no solo para el mundo anarquista. Como ya señaló Philippe Pelletier en el prólogo de la reciente edición de La ciencia moderna y la anarquía, haríamos bien en dejarnos de tanto juicio simplista a Kropotkin y leer su obra con una mayor profundidad. Creo que fue el propio autor de El apoyo mutuo el que señaló, ya en la era bolchevique en Rusia, que esa gente iba a conseguir con sus acciones monstruosamente autoritarias que gran parte de la gente detestara la palabra “comunismo”. Para mí, una vez más, se demuestra como ciertos análisis libertarios fueron increíblemente lúcidos y premonitorios.
A pesar de ello, de que la concepción comunista se vincula hoy exclusivamente al totalitarismo de Estado tan experimentado y sufrido en diversos países, tal vez nos merezca la pena seguir difundiendo la valiosa aportación kropotkiniana al comunismo libertario (o, si se quiere, anarcocomunismo). Para Carlos Taibo, dicha concepción comunista, racional y libertaria, supone una de las más valiosas alternativas a la locura capitalista actual, violenta contra las personas y agresiva contra el medio ambiente. Sin duda, la historia y el pensamiento, a pesar de los tiempos que corren (o, más bien, debido a ellos), merecen la pena ser comprendidos y reivindicados en su justa medida. Valga como ejemplo, también de actualidad del pensamiento kropotkiniano, que no sucumbió este autor al desarrollo industrializador de la Modernidad buscando un horizonte emancipador en todo tipo de comunidad, como las rurales, respetuosas con el entorno. Desgraciadamente, nuestro nivel de distorsión es tal que habría quien observe esta reivindicación como obsoleta; se trata, al menos deberían reconocerlo las mentes más obtusas, de todo un debate.
El otoño de Kropotkin. Entre guerras y revoluciones (1905-1921) recoge los últimos años del gran pensador anarquista, periodo en el que pueden derrumbarse las mencionadas visiones simplistas sobre su pensamiento al observar el anarquista ruso el cariz convulso que iba adoptando el nuevo siglo. Tras el triunfo de la Revolución rusa, el escenario sería muy diferente para un Kropotkin que regresaba a su país y que nunca abandonaría su actividad intelectual. Jordi Maíz Chacón, autor del libro que nos ocupa, tras un repaso breve a los hechos de su vida anterior, nos sumerge en esos últimos años de Kroptkin, y lo hace de un modo detallado y crítico, imprescindible para conocer de verdad la lúcida aportación de nuestro gran autor a la humanidad. El libro, para el que se muestre interesado, no está todavía editado, se ha incluido en una campaña de crowdfunding. Todos los detalles en el vídeo reproducido más abajo y también en este enlace.