2023 ha sido uno de los años más mortíferos en cuanto a la migración se refiere, 18 muertes diarias. La ruta Atlántica, en dirección a las Islas Canarias, y partiendo de lugares tan lejanos como Mauritania, Senegal o Gambia, se ha convertido en la más letal del mundo. Se ha denunciado que una de las causas de tan tremenda mortalidad es el control migratorio en el que los Estados ponen el foco, por encima de cualquier otra motivación humanitaria. Los medios de búsqueda y rescate, o no se activan, o se hacen ya demasiado tarde provocando la tragedia. Los migrantes se convierten así en mera piezas sacrificables sobre el tablero, según los intereses de los poderes establecidos. Y es que, como en tantas otras cuestiones, las instituciones que deberían ser garantes de derechos se convierten en todo lo contrario en la práctica. La Convención de eso que sirve para tan poco, que son las Naciones Unidas, establece que los países deben colaborar para proteger las vidas de las personas. Se dirá que ciertos gobiernos del tercer mundo se desentienden de sus poblaciones migrantes, lo cual no deja de ser cierto, pero es que se ha señalado también al Estado español, que usualmente presiona para que los rescates los efectúen otros países, aunque no tengan ni los medios ni la voluntad de hacerlo.
Organizaciones independientes, de defensa de los derechos humanos, han investigado y denunciado que las autoridades no priman la defensa de esos derechos, sino la política de control migratorio, según la cual las personas migrantes son moneda de cambio en los intereses de los Estados. La mencionada ruta Atlántica ha sido la más afectada en 2023 por esa fluctuación de relaciones entre el Estado español y los de Marruecos, Senegal y Mauritania. Se pone por encima el control fronterizo, invirtiendo y promoviendo medios represivos, mientras que se reducen los medios para salvar vidas y la arbitrariedad para la activación de rescates está servida. Otra ruta extensa y peligrosa, que se ha activado durante el pasado año con un feroz aumento del control migratorio en las costas de Senegal y Mauritania, ha sido la que tiene como destino la isla de El Hierro. La más mortífera ha sido la conocida como «Ruta de los cayucos», que parte desde Senegal, un país con una gran inestabilidad social y política, con un aumento de la represión gubernamental, que lógicamente ha provocado el éxodo poblaciones y con ello las muertes. También, se ha señalado el empobrecimiento de Senegal por estar la actividad pesquera cada vez más acaparada por las multinacionales francesas y los barcos atuneros españoles.
Una obviedad es que las personas que migran y cruzan las fronteras lo hacen en unas condiciones de trágica vulnerabilidad y abierta indefensión, la búsqueda de una vida mejor les fuerza a aceptar viajes en condiciones lamentables, por lo que se produce así una mayor mortalidad. Sí, esto es cierto, pero como en tantos otros ámbitos en los que las personas sufren necesidad, tenemos los suficientes medios hoy en días para paliar todos los males, pero prevalecen los intereses de los poderosos. Por no hablar de cómo los Estados desarrollados y las grandes empresas esquilman los recursos de estos países pobres en los que regímenes autoritarios hacen tratos con ellos sin reparos de ninguna de las partes. No es demagogia, es una realidad en la que hay que insistir para denunciar la hipocresía de este sistema globalizado, y no solo de perversos Estados de lugares remotos. Una vez más, los inicuos medios generalistas mostrarán la tragedia, como si ocurriera de una manera abstracta o buscando solo culpables en el crimen organizado, para que la gente tuerza el gesto o suelte unas lagrimitas momentáneas. Y poco más, como en tantas otras cuestiones, se olvidará al rato y todo seguirá igual en esta mezquina y cruenta realidad que sufrimos hasta que digamos basta.
Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2024/03/19/siniestras-fronteras-inicuos-estados/