ANARQUISMO A CIRCULADA

Sobre derivas autoritarias y autoritarismo

Ese concepto, el de «deriva autoritaria», gusta mucho a opinadores políticos de toda índole, de esos que proliferan como las setas en otoño. Así, a diestra y siniestra, según sean las simpatías del sujeto en cuestión, se aplica a uno u otro gobierno, mientras que uno, más bien sobrado de lucidez, se pregunta si en realidad el autoritarismo no es sencillamente inherente a todos aquellos que conquistan el poder manteniendo un Estado cada vez más fuerte. Cierto es que algunos gobiernos parecen respetar, al menos, un mínimo de libertades formales e, incluso, si no vociferas demasiado, toleran que uno se queje del sistema y el poder instituido. Se establece aquí una maldita paradoja y es que, principalmente, los anarquistas que somos los que estamos ahítos de tanta injusticia y estupidez, principalmente podemos crecer y desarrollarnos en esas sociedades donde el poder, seguramente por interés y de manera coyuntural, afloja y tolera ciertas críticas. Seguramente, conceptos como «democracia constitucional» o «Estado de derecho» son meras concesiones liberales de las élites políticas y económicas, por lo que lo dejaré claro. No estoy defendiendo sistema instituido alguno, lo que mantengo es que son necesarias al menos ciertas libertades, algo que la historia nos ha enseñado a poco que uno se esfuerce en mirarla bien, partir de ello para tratar de ir conquistando un mayor horizonte de una libertad inequívocamente unida a la solidaridad (es decir, a la de todos).

Pero, volvamos con esa «deriva autoritaria» de ciertos gobiernos para tratar de concretar un poco sobre este mundo que sufrimos. Hay quien dice, con evidente tono justificatorio de ciertos regímenes supuestamente socialistas, que no hay mayor autoritarismo que el del capitalismo. Lo que ocurre, en primer lugar, es que no observo ni un solo Estado en el mundo que no sea auténticamente capitalista, quizá con unos u otros actores económicos en juego, pero todos y cada uno de ellos adoptan la lógica del capital. Habrá, a estas alturas, quien sostenga sin rubor alguno el argumento marxista de que hay que que tolerar cierta fase estatal donde convivan propiedad privada y colectiva para, en un futuro remoto, conquistar el paraíso comunista, pero muchos, miopes perdidos, no hemos visto indicio alguno ni siquiera de esa etapa intermedia. Pero, no pongamos el foco aquí, que luego me acusan de pertinaz anticomunista y, por supuesto, nada más lejos de mi intención. De hecho, hay ultraliberales (sí, los pseudolibertarios), desconocemos si por mezquindad o cinismo, que llaman socialismo (autoritarismo, para ellos) a cualquier forma de Estado, mientras que el capitalismo sería sinónimo de libertad. Estado y capitalismo, los anatemas de los verdaderos libertarios, y no hacen falta más palabras para el buen entendedor.

El autoritarismo ha sido, y es, inherente a muchos regímenes de uno u otro tipo, todos estatales e insistiremos, todos, de una u otra forma, parte del capital. Lo que llaman deriva autoritaria se ha producido a izquierda y derecha en todos y cada uno de ellos, incluso en aquellos que pretendían presentarse como un proyecto social alternativo al devastador capitalismo. Tenemos claro lo que es el Estado, instituciones coactivas (incluso, en su versión más amable, tolerante con ciertas libertades), entre las que se encuentra el gobierno de unos pocos, para imponer un proyecto político y económico. Cabe preguntarse también qué diablos entendemos por capitalismo y a mí me gusta concretar en acaparación de los medios de producción para explotar el trabajo ajeno. Cabe interrogarse, igualmente, acerca de la posibilidad de alguna forma de socialismo libre y libertaria; es un concepto tan demonizado, casi tanto como el de comunismo, que uno no puede más que indagar en alguna forma de economía que cubra las necesidades mínimas de todo quisque sin necesidad de convertirse en esclavo de la voluntad de otros. Se nos dirá que eso pasa por la socialización de los medios de producción en manos de los trabajadores, que es otra forma de llamar a la bendita autogestión a la que jamás ha tendido ningún Estado. Se nos dirá qué ocurre con aquellas personas, que las habrá, que no quieran participar de este proyecto socializante, a lo que cabe responder que todo el mundo tiene derecho a llevar su proyecto de vida con los medios disponibles para llevarlos a cabo sin que se convierta en dueño de la voluntad de otro. Nadie dijo que fuera fácil, pero lo que parece claro es que el autoritarismo no es el camino y la deriva autoritaria solo forma parte de aquellos que preconizan la conquista del poder. Dicho queda.

Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2024/08/21/sobre-derivas-autoritarias-y-autoritarismo/

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