Uno de los paradigmas más firmes que los anarquistas han querido siempre asentar en la sociedad es el de la solidaridad. Recuerdo que lo que más me atrajo de las ideas libertarias fue su confianza en cada individualidad, pero a diferencia del mero liberalismo, fortalecida con la cooperación, el apoyo mutuo, la solidaridad… Me adelanto a las réplicas de los que solo aceptan el mundo que ponen ante sus ojos y aclaro que no se trata de un idealismo ingenuo desapegado de la realidad. Soy consciente de que el ser humano puede ser terriblemente mezquino y papanatas, y desgraciadamente se observa a diario en nuestra precaria sociedad basada en la ignorancia, en la atomización y en el sálvese el que pueda. Los anarquistas, tal vez, fueron conscientes de que para las personas el concepto de solidaridad, que no por casualidad tiene su etimología en «sólido», no deja de ser un reflejo de la sociedad en la que cohabitan. Si la misma es jerarquizada, en lugar de una comunidad de libres e iguales, las dificultades para reconocer al prójimo, para ser solidario, no tienen fin. Sí, tanta gente se deja llevar por la corriente, pero si esta al menos lleva en su seno los paradigmas de la cooperación y el apoyo mutuo, la coacción moral que dijo el clásico ácrata, en lugar de la confrontación de todo tipo debido a las fracturas sociales e identitatarias, seguro que pueden cambiar las cosas.
Tras esta bonito perorata, me explico sobre la solidaridad. Numerosos organizaciones anarquistas han llevado, y llevan, este bello término en su nombre. De hecho, antes de que naciera la Confederación Nacional del trabajo, el sindicato precursor fue precisamente Solidaridad Obrera. Por cierto, la elección final de la palabra «nacional», que puede parecer paradójica para la que sería una poderosa organización confederal, fue meramente coyuntural, ya que no pudieron llamarla Confederación General del Trabajo como la ya existente en Francia, que obedecía a similares principios de sindicalismo revolucionario. Tampoco le dieron demasiado importancia al asunto a pesar de que, obviamente, toda organización libertaria es internacionalista. Una curiosa paradoja del pasado, pero volvamos a la cuestión de la solidaridad. Aquella Solidaridad Obrera creo también un periódico homónimo, que se mantuvo posteriormente como vocero de la CNT y que sería revitalizado tras la muerte del dictador. Recuerdo que, siendo yo muy joven, un escalofrío recorrío mi cuerpo al enterarme de que los fascistas, tras su victoria en la contienda civil, incautaron las infraestructuras de aquel periódico y lo conviertieron en algo llamado Solidaridad Nacional, prensa del repulsivo y criminal movimiento del régimen. Una indignante apropiación de la historia, que llega hasta la actualidad en forma de esa farsa que fue la llamada Transición y que, por mucho que nos quieran vender, sigue pesando en la actualidad.
Hoy, los herederos del fascismo del pasado, en su versión hispana, en una nueva maniobra de neolengua orwelliana han creado un sindicato denominado Solidaridad. Aunque, oficialmente, este inicuo y fraudulento sindicato es independiente de los botarates ultraderechistas de Vox, la realidad es que ambas organizaciones se apoyan y se las puede ver juntas en determinados eventos. Un ejemplo, la patética aparición electoralista de Vox en Vallecas donde salieron escaldados tras las protestas vecinales. Este sindicato tiene, además, intención de manifestarse el próximo 1 de mayo, fecha que rememora el asesinato de cinco anarquistas por el Estado, en una farsa de juicio, que luchaban por la jornada laboral de ocho horas. La indignante apropiación de la historia, por lo que se ve, que no cesa. No es nada nuevo que el fascismo, adopte la forma que adopte, trate de captar a los trabajadores y a la gente más humilde. Máxime, en tiempos de crisis como la tan severa que sufrimos unida a un sistema económico inicuo y unos políticos ineptos más pendientes de la sociedad del espectáculo. En todas estas aguas revueltas es donde tratan de pescar los mayores hijos de perra con sus diversas máscaras. Esos que no conocen, ni por asomo, lo que significa la solidaridad más que para su terrible y repugnante camada.