El que la gente siga creyendo en cosas sin sentido es un poco para volverse loco. No hablo necesariamente de cuestiones místicas y/o abstrusas, sino de evidencias puestas delante de las narices, pero que en lugar de hacer tambalearse las creencias provocan que la gente se enroque aún más en ellas. Existe un proceso psicológico que puede ayudarnos a comprender esta peculiar actitud. La Seguir leyendo Disonamos, luego existimos