Mientras algunos malnacidos siguen pidiendo mano dura contra la inmigración, muertes que podrían evitarse siguen sucediéndose. Las más llamativas, las ocurridas recientemente en el mar Jónico sin que se sepa exactamente el número de fallecidos en un barco que transportaba a cientos de personas. El deseo de las autoridades europeas de evitar que los migrantes lleguen a sus costas ha sido más fuerte que cualquier intención de asistencia humanitaria. Nada sorprendente, ya que es lo que ocurre por activa o por pasiva de modo permanente, pero esta vez la catástrofe ha tenido ciertas proporciones y ha invadido los medios generalistas. Esta más que claro que la vieja y mezquina Europea, con su maldita unión de poderes políticos y privilegios económicos, no desea en absoluto poner los medios para que las personas que migran viajen y soliciten asilo en condiciones dignas. Sí, es cierto que no todos los gobiernos parecen a priori de la misma calaña, que los más conservadores son los que abiertamente mantienen un discurso de rechazo a la inmigración; en la práctica, la Unión Europea en su conjunto hace poco o nada cuando los derechos humanos más elementales son transgredidos, un reparto de roles entre gobiernos que recuerda aquel de poli bueno y poli malo para al final llevar a cabo el mismo objetivo.
Seguir leyendo Naufragios morales