Anarquismo y existencialismo

Reflexionamos sobre el pensamiento de algunos autores muy importantes para la historia del pensamiento, con el objetivo también de la transformación social, para buscar puntos de coincidencia entre el anarquismo y la filosofía existencialista; muy del gusto de las ideas anarquistas, la esencia no antecede a la existencia del ser humano, lo mismo que no existe una naturaleza que lo determine. Se dan así todas las posibilidades de un horizonte libertario.

Herbert Read consideraba que el existencialismo comienza con un agudo ataque de autoconciencia, de «interioridad» (en lenguaje que suele utilizar el propio filósofo existencialista). De esta manera, adquiere conciencia de su individualidad separada, solitaria, y la contrapone tanto al resto de la humanidad como al conjunto de los sucesos del universo según han sido revelados por la investigación científica. Puede decirse que se trata de la consciencia de ser una pizca insignificante y finita frente a la extensión infinita del universo (si es que podemos considerar al universo de tal manera, ya que en caso contrario se empeoran las cosas al entrar en juego la nada). El hombre está con la boca abierta ante el abismo y se muestra aterrorizado, por lo que se manifesta el llamado Angst (miedo o ansiedad), piedra fundamental de esta filosofía. Read considera que hay dos reacciones fundamentales frente al Angst: la comprensión de la insignificancia del hombre en el universo da lugar a una especie de desesperado desafío en la que el ser humano se afana en demostrar conciencia e independencia espiritual (aunque la vida carezca de sentido, el hombre quiere tener responsabilidad y puede probar que es una ley en sí mismo). No podemos estar seguros de que somos libres o de que somos responsables de nuestro propio destino, pero actuamos como si lo fuéramos (una especie de «pragmatismo» con mayor hondura y rectitud filosófica).

No obstante, el existencialismo parece objetar al mero pragmatismo, y a cualquier filosofía materialista, el tener que depender de las condiciones económicas o sociales y privar así al hombre de su libertad (la libertad se definiría así como el poder alzarse sobre el ambiente material). Sartre dijo «la posibilidad de apartarse de una situación con el fin de adoptar un punto de vista con relación a ella es precisamente lo que llamamos libertad». Según Read, el existencialista estará obligado a afirmar que el hombre ha adoptado una facultad especial, la conciencia o autoconocimiento intelectual, que lo capacita para llevar a cabo esa tarea (Read, y podemos estar de acuerdo con él, se pone de lado del existencialismo en este razonamiento). La conciencia animal más desarrollada le lleva a poder apartarse del rebaño, de la sociedad o incluso de su situación frente al universo. Esta forma de entender la conciencia humana puede conducir a explicar tanto la falta de sociabilidad en sentido negativo como la creatividad humana más fascinante que haya conducido a los mayores adelantes científicos. El existencialista considera que una vez que el hombre ha experimentado su libertad en la separación y desarrollado su propio idealismo (su propia utopía social) debería reincorporarse al contexto social y tratar de modificar esas condiciones.

De nuevo citando a Sartre: «El hombre revolucionario debe ser un ser contingente, injustificable pero libre, enteramente inmerso en la sociedad que lo oprime, pero capaz de trascender esta sociedad por su esfuerzo para modificarla. El idealismo lo embauca porque lo ata con derechos y valores ya dados, y le oculta su poder de descubrir caminos propios. Pero también lo engaña el materialismo, privándolo de su libertad. La filosofía revolucionaria debe ser una filosofía de trascendencia». La otra reacción típica con el Angst según la cual la posición existencial del hombre frente al abismo queda aliviada por la existencia previa de Dios (creador trascendente, responsable de toda la existencia y también de la conciencia del hombre). Esta búsqueda de «sentido» puede considerarse idéntica a la esencia, y Sartre dijo que el existencialismo considera que la existencia es previa a la esencia. Rousseau consideraba la libertad como una esencia, como un valor eternamente subsistente en el hombre, pero estamos totalmente de acuerdo con Sartre y con Read (y con Bakunin, si lo llevamos al terreno social) en considerar la libertad únicamente como una de las posibilidades de su existencia. Sobre el ser humano cae la enorme responsabilidad de crear las condiciones de la libertad. El existencialismo parece eliminar todos los sistemas idealistas, toda subordinación del hombre a una idea, a una abstracción cualquiera; del mismo modo, también deja a un lado todos los sistemas materialistas, que subordinan al hombre al funcionamiento de las leyes físicas y mecánicas, al afirmar que el hombre en concreto (no en sentido abstracto) es la realidad y que todo lo demás (libertad, razón, amor, Dios…) es una contingencia dependiente de la voluntad del individuo.

Según esta importante contribución del existencialismo podríamos considerar a Stirner muy emparentado con esta filosofía, pero donde se aparta Sartre del autor de El único y su propiedad es en no estar dispuesto a comprometer el ego en ciertos fines superegoístas o idealistas. Aunque Stirner es un autor muy del gusto del anarquismo, hay que insistir en que las ideas libertarias se apartan de él (es una crítica muy recurrente y razonada en el mundo libertario), al igual que el existencialismo, al buscar la alianza con un humanismo militante que por medios políticos y culturales logre la libertad del individuo en sociedad. Bakunin partió del materialismo para tratar de lograr los más altos ideales terrenales, y parece recordar este postulado del existencialismo que afirma que la esencia (el ideal) solo puede captarse desde la particular etapa de la existencia. Frente a los planes predeterminados de algunas ideas sociales, Read opina que el existencialismo y el anarquismo creen que la subjetividad humana es la realidad existente y que el ideal es una esencia hacia la cual el hombre se proyecta y espera realizar en el futuro (sin planes racionales preconcebidos). Según esta creencia en que la existencia precede a la esencia, no puede hablarse de una naturaleza humana dada y fija, ni de la existencia de Dios, no existe determinismo, el hombre es libre sin justificaciones ni excusas de ninguna índole. El hombre avanzaría así en una dirección que él mismo ha determinado libremente, con toda la responsabilidad y dificultad que ello conlleva (pero el tener consciencia de esa situación consituye, al menos, un punto de partida).

Existencia y esencia en equilibrio dialéctico

Sartre dijo que el hombre está condenado a ser libre y Herbert Read matiza que en realidad lo está al ir a la deriva, por lo que debe inventar los instrumentos por medio de los cuales pueda otorgarse un rumbo y, consecuentemente, proceder a partir en busca del descubrimiento (sin una meta preestablecida, pero con una dirección puesta por él mismo, la vida sería el mismo viaje). Naturalmente, este viaje está condicionado por la vida en sociedad y por una conciliación con los demás, no se produce de manera aislada en medio del océano. Volviendo al existencialismo, existen para Read diversas formas de reaccionar ante el abismo de la nada. El nihilismo será para él una estado de desesperanza que agobia al hombre al dirigir su mirada hacia ese abismo y comprender su propia insignificancia; el nihilista rehusará creer en otra cosa que los propios intereses egoístas (aunque el «egoísta» y nihilista Stirner no parece que parta de ninguna falta de esperanza, exactamente, y sí del desarrollo de su propia individualidad, sin que el alemán diera todas las respuestas en su impresionante El único y su propiedad).

Otra reacción sería la de Dostoievsky, que es la de un cristiano pesimista para Read, y su «si Dios no existe, todo está permitido»; los nazis, y cualquier forma de totalitarismo añadiremos, reaccionan conviertiéndose en un poder político «realista». Heidegger y Sartre buscarán salidas como salvamento, aunque parecen aceptar que el nihilismo es la naturaleza fundamental de la realidad, un estado subjetivo y espiritual. Read afirma, y atentos a la actualidad de su razonamiento, que el nihilismo pesimista no es más que un reflejo de la bancarrota del sistema capitalista. Coincide con los marxistas al considerar la conciencia como un suceso existencial, histórico, en el que los factores subjetivos entrarían en el proceso dialéctico y se explicaría así la evolución del hombre hasta alcanzar cierta estatura moral e intelectual (el progreso y perfectabilidad del hombre, en los que a pesar de todo seguimos confiando). Pero Read se niega a admitir que los factores evolucionistas se reducen al trabajo, considera que el juego (tan desdeñado por el marxismo), entendido como actividad libre y desinteresada, ha sido determinante para la creación de los valores culturales.

Herbert Read, frente al abismo del existencialismo, reivindica toda una tradición en la historia de la filosofía, que parte de lo mismo que los existencialistas (contemplar la naturaleza), pero reacciona de forma contraria primando la curiosidad frente al desastre. Es una forma de fe en la naturaleza, pero Read se mantiene bien lejos de cualquier idealización poética de la misma que desemboque en la adoración. Esta reivindicación de una filosofía basada en una reacción positiva ante la contemplación cósmica puede llamarse perfectamente «humanismo». A pesar del gusto libertario por el análisis de Stirner (aunque, tal vez, no por sus conclusiones, que mantienen la suspensión de juicio en una vida sociopolítica más justa y cooperativa), hay que considerar al anarquismo bien diferenciado de cualquier forma de nihilismo. El humanismo, entendido como la conquista de un ideal humano, de un mundo gobernado por los valores humanos, es reivindicable por la tradición libertaria y no deberíamos dejar que ese rumbo emprendido se aparte de esa línea.

De la misma manera, puede decirse que el anarquismo asume en cierta medida la visión marxista (el proceso dialéctico, la lucha de clases, la importancia de las fuerzas económicas…), pero no deja a un lado la idea de una conciencia de la solidaridad humana; es más, la considera incluso más importante que aquellos elementos tomados como dogmas en el marxismo. Puede decirse, como afirmaba Kropotkin, que existe una estrecha dependencia entre la felicidad de cada uno y la felicidad de todos, y una confianza evolutiva del sentido de justicia que conduce a un ser humano a considerar sus derechos tan importantes como los del prójimo (el más alto sentimiento moral). La biología reclamada por el autor de El apoyo mutuo no basta, es necesario recordar nuestras capacidades como animales autoconscientes y recurrir a la filosofía (Read llama a la ontología, la ciencia del ser o de la esencia, pero a nuestro modo de ver ese término se hace demasiado metafísico).

El despertar de la conciencia, el actuar consciente y el pensar consciente, pueden denominarse procesos naturales, como afirma Read, o materiales, como diría Bakunin. El gigante ruso quería partir de esos procesos materiales, que impregnaban la vida sociopolítica y también la constitutiva del hombre, para lograr los más altos ideales. Read tampoco quiere reconocer dos órdenes en la realidad (aunque él no quiere denominarse materialista en sentido marxista), existiría una corriente única de acontecimientos (naturaleza) que abarca también la vida psíquica o espiritual del hombre (con diversos nombres: ciencia, técnica, civilización, política, historia, arte…). El hombre produce esas cosas al igual que cualquier otro animal formas más elementales, y también el desarrollo de su conciencia entraría en ese proceso natural. No existe distinción entre acontecimientos físicos (Naturaleza) y no físicos (Espíritu), solo hay una corriente única, un fluir único y constante de acontecimientos.

Existencia y esencia, materialismo e idealismo, están entretejidos en la evolución de la vida y solo depende de nuestras facultades partir de los primeros para perseguir los segundos. Ese proceso único presente en la vida puede ser llamado «libertad» y se define por la constante traslación a nuevos planos de existencia y por la continua creación innovadora. La libertad sería entonces una aspiración creativa, no únicamente una esencia o ideal, que marca la evolución moldeando la realidad y otorgando vitalidad e intensidad al ser humano. Read hace una distinción fundamental entre marxismo y anarquismo, al confiar este último también, además de en una supuesta necesidad o conquista histórica, en los desenvolvimientos espontáneos y, sobre todo, en tener una concepción de la libertad que se extiende al proceso total de la vida (no solo en las relaciones económicas). Sin una actitud filosófica que sustente este concepto de la libertad, la vida se vuelve brutal. Creemos que el pensamiento anarquista posee una tradición de pensamiento con unas bases muy poderosas, este contrajuego dialéctico entre existencia y esencia que propone Herbert Read recuerda a los orígenes del anarquismo: el equilibro de Proudhon y su particular concepción de la dialéctica, la visión materialista de Bakunin (o lo que el denominaba el verdadero idealismo), así como la solidaridad o «ayuda mutua» de Kropotkin, sustentada no solo en tesis biológicas sino también filosóficas.

Capi Vidal

2 pensamientos sobre “Anarquismo y existencialismo”

  1. Las tesis biológicas son también filosóficas, como las tesis filosóficas son también biológicas; puesto que todas son el resultado de la acción de pensar: analizar, valorar, deducir, enunciar. Es decir: de la acción cerebral alimentada por el conocimiento (el propio y el ajeno) o sea de una cierta organización de la materia. De ahí que, en última instancia, aunque se pretenda afirmar la primacía de una «determinada tradición de pensamiento», es a cada uno o una decidir si adhiere o no a ella. No porque seamos «libres» por decisión propia (la gracia divina) sino porque el pensamiento no es y no puede ser único (al producirse necesariamente en condiciones físicas y temporales diversas) y, al ser diverso, las interpretaciones que genera lo son también.
    Es pues esta posibilidad (real) de interpretar lo diverso la que sustenta ese concepto que llamamos libertad, ya que tal posibilidad es la que hace imposible la dominación de lo «único».
    De ahí que seamos unos más o menos «libres» que otros, y que nuestras vidas sean el fruto del «azar y la necesidad» o sea que, como dice Capi, ser libres «solo depende de nuestras facultades».

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