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Federico Urales y la cultura anarquista

Juan Montseny (1864-1943), conocido también por el nombre de Federico Urales, es una de tantas personalidades brillantes del anarquismo en España. Desde que, a los 21 años, fue Secretario de la Federación de Toneleros de Reus, hablamos de toda una vida dedicada a las ideas libertarias. Como indica esa profesión, era alguien de origen modesto que se puso a trabajar muy joven, pero que acabó convertido en maestro gracias a su esfuerzo. De hecho, fue fundador de una de las primeras escuelas laicas en España, en el mismo Reus, un precedente de lo que luego se conocería como la Escuela Racionalista de Francisco Ferrer.

En su militancia social, Urales conoció la cárcel, la primera vez como protesta por la ejecución de los Mártires de Chicago. Antes de ingresar en la Federación Regional Española, sección antiautoritaria de la Primera Internacional, estuvo brevemente en el Partido Socialista después de asistir a una conferencia de su fundador Pablo Iglesias. Su militancia anarquista le llevó a ser represaliado en los ignominiosos Procesos de Montjuic, junto a personalidades como Anselmo Lorenzo y Fernando Tarrida, lo que provocó que Urales empezara a escribir artículos, que ayudaron a formar conciencia internacional sobre lo que estaba ocurriendo (además de como Federico Urales, los firmaba con los seudónimos de Ricardo Andes y Pedro Montsant). Fue deportado a Inglaterra en 1897, junto a muchos otros miembros de un movimiento sindical y libertario que el Estado trataba de destruir. Tras su vuelta, dedicó sus esfuerzo a demostrar la inocencia de los ejecutados en el Proceso de Montjuic y la liberación de los encarcelados; aunque el proceso nunca se revisó, la presión internacional logró finalmente la amnistía sin que la justicia admitiera nunca haberse equivocado.

En 1898, después de haber colaborado en El Progreso y El País, Urales fundó junto a su compañera Soledad Gustavo (seudónimo de Teresa Mañé) la mítica La Revista Blanca, que a la postre se convertiría en una de las más importantes publicaciones anarquistas, reuniendo a la militancia e intelectualidad más prestigiosa de la época: destacados miembros de la generación del 98 (como Azorín y Unamuno), Pi y Margall, Dorado Montero, Azcárate, Ramiro de Maeztu, Giner de los Ríos, Anselmo Lorenzo, Ricardo Mella, Fernando Tarrida, Julio Camba, Pedro Corominas, Fermín Salvochea…. Esto se produjo en un momento en que las ideas anarquistas estaban perseguidas, por lo que se pretendía que tuvieran una representación en la prensa; el subtítulo era Revista de Arte, Sociología y Letras y su legado refleja inmejorablemente la evolución del anarquismo en España. La publicación duró hasta 1905, pero debido a la excesiva intelectualidad de la misma, Urales creó también el semanario Tierra y libertad, luego convertido en diario por Francisco Ferrer; era un órgano con mayor vocación popular dirigido al pueblo llano.

Tras esta primera etapa de La Revista Blanca, Urales vivió una etapa de ostracismo. Se había granjeado muchos enemigos con sus denuncias sociales y, a consecuencia de un proceso contra los promotores de Ciudad Lineal, que se estaban quedando con el dinero de las familias más humildes, cuyas viviendas nunca fueron construidas, fue desterrado primero a Madrid y luego a Barcelona. Urales fue parte de la minoría dentro del movimiento anarquista, eso sí, formada por nada menos que personalidades como Mella, Tarrida o el propio Kropotkin, que consideraron un mal menor que los aliados ganaran la Primera Guerra Mundial; como es sabido, una mayoría ácrata consideró que había que considerar a los dos bandos similares, empujando a tantas vidas al sacrificio, y optaron por mantenerse fieles a sus principios antibelicistas. Aquellos años supusieron otra terrible represión para el movimiento obrero, dirigida por Anido (gobernador civil de Barcelona) y Arlegui (comisario), lo que empujó a Urales a reanudar su militancia; la misma, fue inaugurada con su famoso artículo «Mi vuelta a la lucha», y el también objetivo era reactivar La Revista Blanca, cosa que consiguió en 1923. A la misma siguieron otras importantes publicaciones, como La Novela Ideal, La Novela Libre, El mundo al día y El luchador; el éxito de las mismas provocó también que se reeditaran libros importantes de Pi y Margall, Georges Brandes, Élisée Reclus, Max Nettlau o Han Ryner. Todo ello, formaba un conjunto de obras dirigidas a que el pueblo encontrara su propio camino en busca de la emancipación en base a la cultura y las ideas libertarias.

Como es lógico, durante la Segunda República (1931-1936) esta etapa de La Revista Blanca encontró una mayor proyección, por lo que la obra editorial no paró de crecer. A ello contribuyó enormemente la fuerza e influencia adquiridas por la Confederación Nacional del Trabajo y el movimiento anarquista en general, por lo que hablamos de las acciones de innumerables mujeres y hombres. Entre la obra escrita por el propio Urales, destaca el muy popular Sembrando flores, Los hijos del amor, El último Quijote o Mi vida, obra autobiografía; una muestra de su erudición supone también La evolución de la filosofía en España. Todo esa obra literaria ayudó notablemente a un clima de resistencia frente al fascismo, lo que desgraciadamente no evitó que finalmente se perdiera la guerra debido a tantos otros factores ignominiosos. Soledad Gustavo falleció precisamente en 1939, mientras que Federico Urales vivió cárcel y exilio; todo ello, mermó gravemente su salud, hasta que un nuevo ataque cerebral le arrebató la vida en 1942. Era el fin de un hombre que, junto a su compañera realizó una labor divulgadora primordial, de las ideas libertarias y de la cultura en general, en un momento convulso para la historia de España, que desgraciadamente ha marcado la historia social y política del país.

Capi Vidal

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