Si alguien tiene el buen gusto de leer mi columna, sabrá que hay un anarquista en Italia, Alfredo Cospito, que lleva desde el 20 de octubre de 2022 en huelga de hambre por la abolición del régimen de aislamiento en que se le mantiene, sin comunicaciones de ningún tipo. Este tipo de prisión fue creado en Italia para presos recalcitrantes y mafiosos.
Como tengo el mal gusto de leer la prensa de derechas, me he estado deleitando con los comentarios de los burócratas italianos de alto nivel. Interpelados por los medios del «por qué» mantienen a este preso incomunicado, las respuestas son sorprendentes, al menos para mí.
Según declara el Subsecretario de Justicia Andrea Dalmastro, se le aísla para «contrarrestar la red de ataques subversivos y amenazas, ligadas a las actitudes de Cospito». Es decir, que le mantienen en la mazmorra sin cartas ni visitas, por lo que hacen otras personas, ya que le consideran un «líder influyente». No sé cómo diablos puede Cospito estar dando instrucciones a sus colegas anarquistas desde la cárcel estando incomunicado, ni cómo se le puede responsabilizar o castigar sin juicio por lo que llevan a cabo otras personas… A no ser, a ver si va a ser eso, que al haber adelgazado más de cuarenta kilos, el preso se deslice entre los barrotes para incendiar sucursales bancarias, dar órdenes a sus compañeros, y vuelva disimuladamente a la trena para el recuento. Volando sin duda.
Pero más sorprendente es, si cabe, la explicación de Generale Mauro D’Amico, direttore della Polizia Penitenziaria. Dice este señor, que la huelga de hambre de Cospito es falsa, porque antes de iniciarla se la preparó muy bien, tomó suplementos, y ganó peso para aguantar mucho tiempo. Le falta aderezar la idea de que lo planificó «con perfidia libertaria». Cospito –afirma– «se preparó física y mentalmente de manera excelente» para su huelga de hambre.
Ahí va. Por supuesto, que alguien prepare bien una huelga de hambre es astuto, maquiavélico y muy malvado para este señor. Muy sospechoso.
Añade il direttore della Polizia Penitenziaria, que con la abolición del régimen de aislamiento, beneficiará a los presos de la mafia que están aislados. Una manera como otra cualquiera de vincular a Cospito con la Cosa Nostra. Y por último añade que el que el preso tenga la correspondencia intervenida impide que sus seguidores lleven a cabo actos terroristas, que por otra parte manifiesta que son «insignificantes» y que el Estado Italiano no dará su brazo a torcer por esas memeces, etc.
Yo no entiendo de dónde sacan a estos gaznápiros de bellota. ¿Alguien en su sano juicio puede creer que un preso anarquista pueda mandar cartas por correo a sus seguidores para que cometan actos terroristas? ¡Pero si ese sería el método más sencillo para desarticular esa fantasmagórica banda! De hecho, que yo esté hablando aquí de este asunto seguramente incitará a los sabuesos policiales con poco que hacer, a fijarse en mi humilde persona.
Y ya que estos días está de moda lo del infiltrado ese, sugiero a algún policía de academia, un vago de los bueno-para-nada, que se infiltre en mi morada y que me seduzca para llevar a cabo macabros rituales satánicos. Prometo darle detalles tremebundos sobre conspiraciones galácticas, chemtrails, y terremotos provocados por anarquistas, que sin duda harán las delicias de nuestro inefable ministro de Justicia.
Y pensar que en manos de esta peña estamos.