Manuel González Prada (1844-1918) fue un poeta y ensayista nacido en Perú, reconocido en la historia como una gran escritor y pensador. Proveniente de una familia aristocrática, tradicional y católica, su pensamiento evolucionó desde el liberalismo, aunque entonces ya crítico con la jerarquía clerical y con los perjuicios que el Estado ocasionaba al pueblo, hasta el anarquismo; no obstante, antes de llegar a las ideas libertarias, ya se le observaba una naturaleza librepensadora y antiautoritaria. Ya había deslumbrado con su trabajo literario, cuando realizó un viaje por Europa (1891-1898) incluyendo España. Cuando regresa a Perú, es ya un revolucionario anarquista, un incansable difusor del ideal libertario, gran esperanza para las clases oprimidas; su pensamiento hallará eco entre trabajadores y campesinos. Antes de conocer el pensamiento de Pi y Margall y conocer los círculos libertarios, ya había leído a Proudhon al dominar el idioma francés; también conoció en profundidad el desarrollo de la Primera Internacional, tomando como es obvio partido por la rama antiautoritaria. En definitiva, González Prada maduró su pensamiento hasta lograr un enfrentamiento cabal contra el capital y el Estado, grandes obstáculos socioeconómicos y políticos para lograr la emancipación de la humanidad; así se observa en sus artículos anarquistas publicados en la prensa obrera. No obstante, tal como refleja en su obra Anarquía, el objetivo de su crítica era cualquier forma de autoridad coercitiva: «Odiemos, pues, a las autoridades por la única razón de serio: con el solo hecho de solicitar o ejercer mando, se denuncia la perversidad en los instintos. El que se figura tener alma de rey, posee corazón de esclavo; el que piensa haber sido creado para el señorío, nació para la servidumbre. El hombre verdaderamente bueno y libre no pretende mandar ni quiere obedecer: como no acepta la humillación de reconocer amos ni señores, rechaza la iniquidad de poseer esclavos y siervos».
También conoció González Prada el pensamiento de los grandes autores anarquistas, Bakunin, Kropotkin, Reclús, Faure, Grave o Malatesta, que utilizó para analizar el Perú de su época; para lograr la emancipación del indígena en su tierra y del trabajador en la sociedad estatal y capitalista era necesaria una gran organización de planteamientos anarquistas para superar los problemas y contradicciones de la vida. Los ensayos y artículos de este autor, en las páginas de medios de difusión anarquistas y librepensadores, eran firmes y rotundos, por lo que hallarán eco entre multitud de trabajadores que adoptarán las ideas libertarias y defenderán la causa popular. En 1905, se celebró por primera vez el 1 de mayo en Lima, organizado por la anarcosindicalista Federación de Obreros Panaderos «Estrella del Perú»; ese día, González Prada pronuncia su gran discurso «El intelectual y el obrero» a favor de la unificación entre trabajadores manuales e intelectuales en aras de la emancipación de la humanidad. A partir de entonces, se mostró totalmente afín a la clase obrera participando en todo tipo de veladas socioculturales organizadas por el movimiento anarquista; en ese contexto, se funda en 1911 el gran periódico anarquista La protesta, en el quee González Prada publica alguno de sus textos (firmados con su nombre o con el de Luis Miguel, homenaje a la anarquista Louise Michel). Los textos de este autor, difundidos en todos los periódicos sindicalistas y anarquistas, fueron un arma impagable de lucha de clase contra la burguesía y las instituciones autoritarias. Es reseñable también el mensual Los Parias en el que fueron publicados numerosos artículos y poesías de González Prada a partir de 1904.
La producción de González Prada está llena de grandes obras, como Pájinas libres (1894), perteneciente a su etapa liberal, de la cual Unamuno llegaría a decir: «Es uno de los pocos, de los muy pocos libros latinoamericanos, que he leído más de una vez; y uno de los pocos, de los poquísimos, de los cuales tengo un recuerdo vivo». Dentro de la poesía, destacan Minúsculas (1901) y Exóticas (1911), consideradas como auténticos catálogos de innovaciones métricas y estróficas. El que algunos consideran su mejor libro de ensayos polémicos es Horas de lucha (1908), que ya contiene ideas anarquistas y en el que se publicó, en edición posterior, su ensayo indigenista inconcluso «Nuestros indios». La obra Baladas peruanas (1935) recopila poemas de González Prada sobre la tradición indígena y la conquista española escritos desde 1871. En Grafitos (1937), se reúne una gran colección de epigramas y sátiras, género del que se le puede considerar un escritor mordaz y de gran inteligencia dirigiendo sus dardos contra escritores, políticos e ideas. En los últimos años de su vida, González Prada decidió aceptar el cargo de director de la Biblioteca Nacional, pero dimitió dos años después, en 1914, con el golpe de Estado militar; fue reintegrado en sus funciones en 1916, con un nuevo gobierno constitucional. En cualquier caso, las posiciones del autor sobre la anarquía y el anarquismo está bien expuestas en parte de su obra, como es el caso de la mencionada Anarquía (1936, en su primera edición, ya que gran parte de su obra es póstuma); en ella analiza las instituciones autoritarias, el socialismo, el Primero de Mayo, la huelga y la Comuna de París, entre muchas otras cuestiones, y figuras anarquistas como Louise Michel o Fermín Salvochea.
Una vez más, algo que se está aclarando gracias a trabajos actuales, se ha querido dar una imagen distorsionada de las ideas de González Prada. Su anarquismo no era ninguna pose simplista, idealista y romántica; como hemos dicho, su vida y pensamiento evoluciona hacia un compromiso revolucionario radical y fue un gran conocedor de la realidad social, tanto en el campo como en la ciudad, siempre al lado de los oprimidos desde una óptica verdaderamente humana. Precisamente, su defensa del anarquismo no le hacía caer en ninguna postura ingenua acerca de la naturaleza humana, observaba los numerosos obstáculos para edificar una sociedad ácrata a corto plazo, aunque sí consideraba las ideas libertarias como una sublimación de la ideas humanitarias y un bello ideal por el que merecía la pena luchar; en cualquier caso, la revolución no se queda en el terreno de las ideas y a ella debe seguir la transformación revolucionaria de la realidad. La fuerza de su pensamiento llega hasta la realidad latinoamericana de comienzos del siglo XXI, y del resto del mundo si consideramos la proyección cosmopolita de las ideas de este autor, y su figura es afortunadamente revitalizada gracias a continuos homenajes en el movimiento libertario.
Capi Vidal
Enlaces relacionados:
Tesis doctoral del historiador Joël Delhom sobre la figura de Manuel González Prada