ACRACIA ANARQUISMO NIHILISMO

Masa gris (que no materia)

No puedo estar más de acuerdo con los que sostienen que el desarrollo del capitalismo y de la sociedad de consumo ha hecho de nosotros una panda de borregos sin remedio. Algunos, consecuentemente, atribuyen dicha situación a una falta notable de valores «espirituales», a un desinterés e indolencia por los asuntos que cultivan el «alma». Dejando a un lado toda la deleznable terminología religiosa, muy matizable en su significado, algo en lo que abundaremos más adelante, tampoco estoy seguro de que la cosa sea así. Y no lo estoy porque, si bien no estoy totalmente de acuerdo con el (muy) viejo Marx acerca de que las condiciones económicas determinan toda nuestra cultura, sí es un factor a tener muy en cuenta. Es decir, ni más ni menos, es el capitalismo y la sociedad de consumo los que, en gran medida, ocasionan está situación en la que, supuestamente, se produce una falta de valores. Además, no estoy de acuerdo en que no exista interés por lo «espiritual», más bien lo que habría observar es una profunda distorsión al respecto. A la, saludable, crisis de los valores religiosos tradicionales, encabezados por ese monoteísmo capaz de arrasar con todo asomo de pluralidad y pensamiento crítico, se une ahora una búsqueda de caminos espirituales, tan irritantes como vacuos.

Por otra parte, es cierto que existe en gran medida un culto a los bienes materiales y una búsqueda cuestionable de satisfacción del ego, en torno a esa falacia mercantilista del éxito personal. Todo ello, se cultiva adecuadamente gracias a toda una maquinaria mediática, en forma por ejemplo de repulsivos concursos televisivos o elementales libros de autoyuda de ventas millonarias. Es posible que ese sea el paradigma principal de las sociedades (pos)modernas, lo cual lleva a que la inmensa mayoría de la población, incapaz del alcanzar el bienestar material y el éxito social, o se refugie en las más disparatadas creencias o siga en una estéril carrera hacia la nada. No olvidemos tampoco que esas creencias alternativas, que adoptan en no pocas ocasiones formas de pseudoespiritualidad, igualmente son fagocitadas por dicha maquinaria del sistema. Las condiciones económicas, ese «materialismo» tan denostado, que condiciona y determina nuestra cultura, nuestros valores, como la formas de espiritualidad o religiosidad. Tanto el refugio en viejos y reaccionarios valores, como en (supuestos) innovadores caminos de espiritualidad, pero igualmente reaccionarios a poco que recapacitemos, es propio de esa caricatura en la que se ha convertido el ser humano consecuencia de un determinado desarrollo de la «civilización». Alguien que, tras esa débil máscara de cultivo del ego, está en realidad deseoso de entregar su libertad, su intelecto y su autonomía, incapaz del menor asomo de pensamiento crítico.

Qué quiere decirse exactamente cuando se alude de forma tan benévola al cultivo de lo «espiritual». En primer lugar, solo por oposición a lo «material» ya parece que le estemos otorgando una connotación positiva. Si atendemos a esa vieja distinción entre alma y cuerpo, ese repulsivo dualismo que tanto ha enajenado al ser humano, la cosa ya es muy vieja (y, de nuevo, muy reaccionaria). Es este ser humano, más bien bodoque y con escasa memoria y cultura, incapaz de comprender la sociedad política y económica en la que se ve inmerso, que condiciona sus frívolas necesidades «espirituales». Eso sí, si por espiritualidad y valores entendemos profundizar en todo ello, indagar en cómo funciona la maquinaria «material» que nos determina, sustituir las necedades de Paulo Coehlo u otros charlatanes por los auténticos gigantes del pensamiento, rechazando toda forma de papanatismo, y huyendo de toda forma de enajenación, para precisamente transformar radicalmente el estado de las cosas, eso es otra cosa. No, no es nada fácil adoptar esta actitud, toda una enorme masa gris humana envuelve y protege el sistema incapaz, no de encontrar vacuas y nefastas respuestas, sino de empezar a hacerse preguntas. Sea como fuere, una dosis al menos mínima de saludable nihilismo ayuda un poquito. Destruyamos valores, como dijo el clásico, que eso también es construir.

Juan Cáspar
https://exabruptospoliticos.wordpress.com/2024/11/05/masa-gris-que-no-materia/

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